SESIONES ORDINARIAS
1999
ORDEN DEL DIA N ° 2365
COMISION DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
Impreso el día 23 de agosto de 1999
Término del artículo 113: 1° de septiembre de 1999
SUMARIO: Nelson Mandela, primer presidente democrático de la República de Sudáfrica, en la finalización de su mandato constitucional. Expresión de reconocimiento. Estévez Boero y otros. (3124-D-1999)
Dictamen de comisión
Honorable Cámara:
La Comisión de Relaciones Exteriores y Culto, ha considerado el proyecto de declaración de los señores diputados Estévez Boero y otros, expresando su reconocimiento a Nelson Mandela, primer presidente democrático de la República de Sudáfrica; y, por las razones expuestas en el informe que se acompaña y las que dará el miembro informante, aconseja su aprobación.
Sala de la comisión, 11 de agosto de 1999
Fernando W. Maurette – Marcelo J. A. Stubrin – Liliana M. Irrazábal – Alfredo E. Allende – Dante M. A. Caputo – César A. Albrisi – Raúl A. Alvarez Echagüe – Juan P. Baylac – Carlos A. Becerra – Cristina E. Fernández de Kirchner – Rafael H. Flores – María L. González – Beatriz M. Leyba de Martí – Marcelo E. López Arias – Mario R. Negri – Julio F. J. Salto – Pedro Salvatori
Proyecto de declaración
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Expresar su reconocimiento a Nelson Mandela, primer presidente democrático de la República de Sudáfrica, en la finalización de su mandato constitucional, y resalta su ejemplo cívico y su gestión de cinco años de gobierno que se caracterizó por su sobriedad, moderación y tolerancia.
Guillermo E. Estévez Boero – Alfredo E. Allende – Carlos A. Becerra – Dante M. A. Caputo – Rafael H. Flores – Gustavo C. Galland – Rubén H. Giustiniani – Beatriz M. Leyba de Martí – Fernando W. Maurette – Mario R. Negri – Carlos A. Raimundi – Pedro Salvatori – Federico T. M. Storani – Marcelo J. A. Stubrin
INFORME
Honorable Cámara:
La Comisión de Relaciones Exteriores y Culto, al considerar el proyecto de declaración de los señores diputados Estévez Boero y otros, expresando reconocimiento a Nelson Mandela, primer presidente democrático de la República de Sudáfrica, cree innecesario abundar en más detalles que los expuestos en los fundamentos que lo acompañan, por lo que los hace suyos y así lo expresa.
Fernando W. Maurette
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
El 16 de junio próximo, el primer presidente elegido democráticamente –por el 62,6% de los votos- en las primeras elecciones libres y multirraciales de la República de Sudáfrica, finaliza su mandato constitucional.
Nelson Mandela, un símbolo de la lucha por los derechos del hombre y de la derrota del apartheid entregará el poder a su sucesor, Thabo Mbeki y se retirará a la vida privada a satisfacer su deseo de regresar a su pueblo y volver a caminar por los valles, cerros y los ríos alrededor de los que creció.
El legendario líder de 80 años nos da muestra, una vez más, de su ejemplaridad cívica. Luego de una vida de lucha y de sólo cinco años en el poder decide dar un paso al costado para dejarles el camino a nuevas generaciones, propiciando la renovación y la alternancia.
Nació en 1918 en Transkei. Su padre era el principal consejero del jefe supremo de la tribu de los xhosa.
Ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Fort Hare en la que conoció a Oliver Tambo, que luego sería presidente del Congreso Nacional Africano.
Ambos fueron expulsados y Mandela se trasladó a Johannesburgo donde finalizó la carrera en un curso por correspondencia. En aquella ciudad abrió su primer bufete de abogados negros de Sudáfrica. Dentro del CNA durante la década del 50 se convirtió en uno de los líderes de las campañas no violentas contra el apartheid, bajo la inspiración de las vías que proponía Gandhi y merced a la cual la India había alcanzado su independencia. Los dirigentes de la resistencia pasiva pensaron que favorecía su causa la derrota del nazismo, que era la más brutal expresión que había alcanzado políticamente el racismo. Sin embargo, el gobierno de los afrikaners respondió con una brutalidad que en nada desmerecía la que llevaron a cabo sus epígonos germanos. Se respondió a la acción pacífica con torturas físicas y cárcel. Se le concedió a la policía poder para detener y encarcelar sin juicio a los partidarios de la no violencia o aun a los sospechosos.
Esta campaña de desobediencia civil contra la segregación racial y el toque de queda lo llevó a Mandela a la cárcel por primera vez en 1956. El mismo asumió su defensa y la de sus compañeros.
Ya en la década del 60, desesperanzados de obtener algún resultado con la resistencia no violenta y expuestos los que hacían resistencia pasiva a las más duras penas, incluso la muerte, se intensificó la lucha contra el apartheid por todos los medios. Como consecuencia de ello, el gobierno proscribió al CNA y Mandela fue condenado a cadena perpetua. El 13 de junio de 1964 el líder sudafricano ingresó en la prisión. Después de campañas internacionales por su excarcelación y de permanecer 27 años en la cárcel, el 11 de febrero de 1990 el gobierno sudafricano anunció su liberación.
En marzo de 1992 un referéndum nacional dio vía libre a la reforma de la Constitución sudafricana.
En mayo de 1994, el pueblo sudafricano otorgó la delicada tarea de conducir su destino a quien indudablemente representaba con mayor autenticidad el pasado de luchas y resistencia y un porvenir de tolerancia e integración. Las palabras de Mandela tras el triunfo alentaron esa esperanza: “Por fin podemos decir que somos libres. Ha llegado la hora de la reconciliación , la hora de restañar las heridas y la hora de construir una nueva Sudáfrica”.
Así, el líder indiscutido de la mayoría negra oprimida emergió en los años 90 como el estadista de una nueva nación. Integró a blancos y negros en un mismo espacio e interrumpió trescientos años de dominación blanca que mantuvo unificado el territorio sobre la base de la explotación colonial y el sojuzgamiento racial.
En muchos aspectos de la historia sudafricana 1994 fue un hito. Se inauguró una república presidencial democrática con una representación parlamentaria que reflejó las distintas identidades étnicas. Sudáfrica retornó a su asiento en las Naciones Unidas de la cual estaba ausente desde 1974, se unió a la Organización de Unidad Africana (OAU) y se reintegró al Commonwealth de colonias británicas de la cual se había separado en 1961 ante la eventualidad de ser expulsada.
Nelson Mandela tiene en su haber importantes galardones y reconocimientos internacionales como el Premio Nobel de la Paz, el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional y el Premio Simón Bolívar a la lucha por la Libertad.
Su gobierno sostuvo la coexistencia del principio de la igualdad ciudadana con el del reconocimiento de las diferencias nacionales, culturales y lingüísticas en una sociedad de gran complejidad con una mayoría de la población repartida en distintas etnias, once idiomas y realidades geográficas y socioeconómicas muy dispares en su extensión bioceánica.
Tras 55 años de militancia política y de lucha por una sociedad libre, democrática y justa, 27 años de prisión y 5 años en el ejercicio del poder. En un gran acto de humildad que caracteriza a los hombres que hacen historia, Nelson Mandela después de cerrar el capítulo de la dominación blanca y abrir las fronteras de una Sudáfrica multirracial, decidió alejarse del centro de la escena. Contradiciendo la lógica dominante, refutando toda hipótesis relacionada con el efecto de seducción irresistible del poder, el legendario Mandela cumple su mandato presidencial y abandona privilegios, vanidades y afanes cesaristas. Renunció a los cargos en el partido al que le dedicó toda su vida, y cedió en 1997 la conducción del CNA a su actual sucesor en la presidencia.
En su último discurso sobre el estado de la nación el presidente sudafricano hizo un balance de los años de gobierno democrático y su conclusión es que todavía quedan muchas cosas por hacer. Pero a diferencia de otros mandatarios del mundo, especialmente de Latinoamérica, no se aferró al poder en nombre del realismo, de la continuidad de la obra exitosa o de la teoría de “hombre providencial”. Razones no faltarían para justificar un liderazgo prolongado de Mandela y la necesidad de su continuidad en el poder. Sudáfrica es un país complejo, con contrastes, tensiones y conflictos y su presencia actuaría como factor de contención y equilibrio.
No obstante, el primer presidente democrático de Sudáfrica soslaya cualquier tentación de liderazgo mesiánico que pueda establecer un grave precedente en el futuro del país. El gesto de Nelson Mandela es una lección política y moral que debe ser reconocida por todo el mundo porque se orienta a desalentar el culto a la personalidad, al funcionario imprescindible o al líder carismático.
El legado político de este hombre, es indudablemente, su ejemplo cívico que nos recuerda que la sociedad más justa es aquella en la que todos los hombres son necesarios, pero ninguno es imprescindible.
Por las consideraciones expuestas, solicitamos la aprobación del presente proyecto.
Guillermo E. Estévez Boero – Alfredo E. Allende – Carlos A. Becerra – Rafael H. Flores – Gustavo C. Galland – Rubén H. Giustiniani – Beatriz M. Leyba de Martí – Mario R. Negri – Carlos A. Raimundi – Pedro Salvatori – Federico T. M. Storani – Marcelo J. A. Stubrin