1.
LA
POLITICA ECONOMICA Y EL CONTEXTO ECONOMICO GLOBAL
1.1 LA POLITICA ECONOMICA
La economía argentina ha pasado de las etapas de “normalización” y “recuperación”
a la etapa de un claro “crecimiento”. Crecimiento que se refleja no sólo en el
nivel del PIB sino también en un marcado cambio de composición en favor de:
-
la producción de bienes transables
internacionalmente,
-
un uso más intensivo del factor
trabajo con el consiguiente efecto
favorable en materia de creación de empleo,
-
una mejor distribución funcional del
ingreso, y
-
un más amplio impacto territorial.
El desafío central es ahora consolidar
y profundizar estas tendencias, lo
cual requiere llevar adelante un conjunto de políticas que pueden resumirse en:
i)
mantener las políticas de solvencia fiscal que han creado una
situación única en los últimos 50 años de la economía argentina. Sus efectos se
dan en varios frentes. Por un lado,
aporta independencia en la formulación de la política económica, la independencia
propia de quien no debe concurrir a solicitar créditos internos o externos para
cubrir las funciones más elementales del Estado.
Por otro lado, al retirarse el Estado como
tomador "neto" de fondos de los mercados financieros libera recursos
que quedan así disponibles para el sector privado, tanto en cantidad como en el
nivel de tasa de interés. Cumple, además, con disciplinar u orientar al sistema
financiero hacia la atención del sector privado ya que no cuentan con ese
cliente fácil que es el Estado en todos sus niveles.
En este caso, cumple también con la función de
aportar demanda genuina al mercado de cambios lo cual ayuda a equilibrar
presiones que surgen del ingreso de capitales de corto plazo. Lograr estos
resultados requiere mantener una concepción diferente de las relaciones entre
el Estado y la Sociedad.
Si el Estado es el centro de la sociedad y todos
los sectores se relacionan con él en un sistema de “centro y rayos”, no hay
forma de lograr el equilibrio fiscal y menos de hacerlo sin afectar la cohesión
social. Nadie se acerca al Estado para
dar, sólo para pedir y quienes logran sus objetivos suelen ser los sectores de
interés o grupos de presión con mayor concentración.
La idea de la actual política es que las
relaciones sean del tipo “red” entre los diversos sectores sociales y que el
Estado se ubique en una dimensión diferente, la del árbitro, la de quien fija
prioridades, objetivos, etc.
Si algún sector logra algo en términos de
recursos públicos habrá que saber con claridad quién es el que paga. El Estado es sólo una "plataforma de
distribución", no tiene recursos que le sean propios y, mucho menos,
recursos ilimitados.
Esta concepción es la que llevó a rechazar los
pedidos de seguro de cambio post devaluación, a hacer otro tanto con los
pedidos de indexación de balances, de compensación a los bancos, de cubrir las
deudas de las empresas privatizadas, o tantos otros pedidos que, de ser
aceptados, hubieran mantenido las condiciones, usuales en Argentina, de alto
déficit fiscal.
ii)
aumentar la inversión y la productividad.
La tasa de incorporación de capital medida en términos corrientes se
encuentra en niveles altos. No obstante,
en varias oportunidades el Gobierno Nacional ha señalado la importancia de
incrementar las inversiones en relación al PIB en no menos de 2 a 2,5 puntos
porcentuales adicionales.
Es esto lo que, junto a una mejora en la Productividad Total de los Factores (PTF), puede garantizar la continuidad del crecimiento a un ritmo claramente superior al que tuvo el país en las últimas tres décadas,
iii)
llevar adelante una firme política anti inflacionaria con
instrumentos fiscales, monetarios y de política de ingresos, definida en el
contexto del cambio de precios relativos que aún están pendientes luego de los
efectos del derrumbe del año 2001.
La transferencia a los precios de la devaluación
realizada durante la crisis está entre las más moderadas y exitosas, tanto si
se la compara con experiencias similares -si bien no tan graves- previas de
Argentina o con las de países emergentes que pasaron por situaciones
devaluatorias importantes.
Aún restan algunos ajustes de precios relativos
que de manera gradual y progresiva, permitirán afianzar un conjunto de precios
relativos de la economía compatibles con el crecimiento, los equilibrios en las
cuentas externas y mejores condiciones de empleo y participación en los
ingresos.
iv)
El aumento en el poder de compra de la población, con especial acento
en los sectores que más sufrieron los impactos de políticas económicas previas,
es un requisito. Lo es tanto en términos
de equidad como en términos de lo que ello aporta para la estabilidad y el
mejoramiento en los planos político, social y económico del país.
Esto se logra básicamente –tal como ha venido
ocurriendo- por una combinación de aumentos de la productividad, creación de
empleo, horas de trabajo, calidad del empleo, aumentos nominales de salarios y
estabilidad de precios.
En este contexto las políticas sociales, en sus
diversas formas, han sido y son, tal como lo prevé el presupuesto, complementos
de un enorme valor para llegar allí donde la mera expansión de la producción no
alcanza para sacar a parte de la población de situaciones de pobreza o
indigencia.
La creación de empleo con una reducción de más de
10 puntos en la tasa de desempleo, ha resultado hasta ahora un elemento central
del programa. El próximo año, atento a
la menor calidad y aptitud técnica de buena parte de la población aún
desocupada, la obra pública jugará un papel fundamental de reabsorción de
desempleo.
Por vez primera en muchísimos años, casi tres décadas, los índices de desigualdad social han mejorado, no obstante lo cual se está como sociedad aún distante de lo que fueron los patrones tradicionales de una sociedad de clase media como fue la argentina hasta mediados de la década del 70.
v) En este marco de políticas macro, es
fundamental la preservación del "círculo
virtuoso" de producción-productividad-empleo-consumo. El consumo ha
jugado un papel central en el proceso de recuperación primero, y de crecimiento
luego. Y ello es, por supuesto,
resultado del aumento del poder de compra derivado de la combinación de mayor
empleo-mayores horas trabajadas y mejores salarios.
En este frente el papel del Estado es asegurar, coordinar, una expansión conjunta de productividad, utilidades e inversiones y consumo e ingreso mejor distribuido. Es eso lo que garantiza la existencia del círculo virtuoso y asegura que decisiones que individualmente son racionales, por ejemplo retener como utilidades todos los aumentos de productividad, no se conviertan en una trampa de estancamiento en términos sociales. Sólo una distribución equitativa garantiza la continuidad del crecimiento.
vi) En este marco de políticas es esencial
la relación entre el tipo de cambio y la
productividad Las experiencias de la “tablita cambiaria” (1976-81) y
de la convertibilidad (1991-2001), fueron funestas para la integración del
aparato productivo y ocupacional argentino y están en el origen del proceso de
pérdida de la clase media y del empobrecimiento generalizado de la sociedad.
Mientras aún en los países desarrollados se devaluaban las monedas nacionales y otro tanto ocurría en mercados emergentes como México, Rusia, Sudeste Asiático y Brasil, la rigidez argentina descolocaba a la producción y al empleo local.
Un elemento central del Programa Económico en curso es, precisamente, asegurar un tipo de cambio que tome en cuenta la productividad promedio argentina, la evolución de ésta y el tiempo necesario para rearmar parte del tejido productivo y ocupacional del país. De allí la política donde, vale la pena repetirlo, el superávit fiscal es un componente importante.
vii) Finalmente, el Presupuesto incluye
políticas destinadas a consolidar lo logrado en materia de reestructuración de
la deuda. Para un país cuyo endeudamiento (1976-2001) evolucionó de manera
exponencial el ser capaces de comenzar a bajar
la deuda era absolutamente central.
Eso es lo que se logró con la renegociación de la deuda y con el pago a los Organismos Financieros Internacionales. El resultado ha sido que de entre el 8 y 10 % del PIB que debía pagarse o refinanciarse cada año por servicios de intereses de la deuda, se haya entrado en un modelo donde están previstos pagos por menos del 3 % del PIB.
El crecimiento y las políticas por
inversión y empleo están hoy siendo alentadas por un conjunto de políticas que
están incluidas en el Presupuesto del año 2006.
a) El instrumento fiscal incluye:
- los regímenes de devolución anticipadas
del IVA sobre bienes de capital,
- la amortización acelerada de la inversión,
- la devolución del IVA Técnico con destino
a la inversión,
- el pago con igual destino del Plan Canje
adeudado desde fines de la década
pasada,
- varios regímenes sectoriales, como la ya
aprobada Ley de Promoción del Software, y
- los proyectos de ley que se encuentran en el Congreso Nacional en materia de biotecnologías y biocombustibles.
b) El instrumento financiero incluye:
- subsidios federalizados de tasas de
interés,
- cambio en los programas con el BID y el
BIRF pasando de programas de ajuste a programas de inversión,
- la incorporación como accionistas a la
Corporación Andina de Fomento,
- la amplia refinanciación de deudas acordada por la AFIP a través del RAFA y del RAFA Plus,
- las refinanciaciones del Banco Nación al
Sector Agropecuario, y recientemente
- la creación de la Unidad de Financiamiento
al Desarrollo con participación de diversas Secretarías de Estado, el Banco de
la Nación Argentina y el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), para
coordinar el financiamiento de mediano y largo plazo.
c) Hay, además, instrumentos relativos a los marcos legales que incluyen:
- la redefinición del Régimen de Iniciativa
Privada, y
- la creación del Régimen de Asociación
Público Privada.
d) El instrumento de la incorporación de tecnología de avanzada abarca:
- la creación de los Programas de
Nanotecnología,
- el apoyo a los Programas Satelitales del
INVAP con la NASA y con Italia,
- el Programa Nacional de Desarrollo de
Radares,
- la recuperación de parte de la industria
aeronáutica, y
- la generalización de instrumentos destinados a cerrar la “brecha digital” por medio de los programas informatización masivos y con destino específico a las PYMES.
e) Conjuntamente con estas políticas el
Presupuesto refleja, además, modificaciones en lo que puede definirse como marco estructural de largo plazo para
lo cual se cuenta con:
- la ley recientemente sancionada de Escuelas Técnicas. Un poderoso instrumento que el país había perdido y que es necesario recuperar para aumentar el empleo no sólo en cantidad sino en calidad y para quebrar cualquier obstáculo a la inversión como consecuencia de falta de mano de obra especializada, y
- el proyecto de ley elevado a ese Honorable Congreso de la Nación por el cual se propone pasar de 4 a 6 % del PIB la participación de la educación, la ciencia y la tecnología en los Presupuestos Nacional y de las Provincias.
Las variables macro están
alineadas como para asegurar la base de un crecimiento sostenido Ello comprende
tanto el superávit fiscal como el de comercio y de cuenta corriente. El valor del tipo de cambio, la tasa de
interés, el nivel de inversiones, el nivel de reservas, la nueva situación del
sector financiero.
Aún en el caso de las variables sociales, desempleo y pobreza,
distribución del ingreso, donde quedan asignaturas pendientes, hay tendencias
que van decididamente en el buen sentido.
Ahora hay que afirmarlas y profundizarlas.
El Bicentenario debe encontrar a los argentinos con un espíritu y una realidad diferentes. Con un país que ha recuperado su autoestima, que está creciendo y creando condiciones de vida y progreso para su pueblo. Que está insertado de una manera activa en un mundo crecientemente globalizado, a partir de una aún más activa y firme acción regional. Un país sin intentos fatuos de poder e influencia pero con la firme convicción de país serio, abierto al mundo moderno y haciendo del bienestar de su pueblo un objetivo no renunciable.
1.2. El Contexto Económico Global.
En lo que va de 2005, la economía argentina ha continuado creciendo a un
ritmo elevado, aunque convergiendo paulatinamente a una tasa de crecimiento
sostenible de mediano y largo plazo. El proceso de normalización y recuperación
económica, por tanto, ha dado lugar a una fase de consolidación. El crecimiento
del PIB ya ha ingresado en su cuarto año
consecutivo, desde los mínimos niveles de actividad alcanzados a comienzos de
2002 como consecuencia de las crisis “trillizas” (financiera, cambiaria y
fiscal) que condujeron al colapso del régimen de convertibilidad.
En este proceso que lleva la economía desde 2002 se asiste a la
estabilización de la situación financiera, la recuperación de la actividad y el
empleo, la reanudación del proceso inversor, la reaparición del crédito y el
cierre exitoso del proceso de reestructuración de la deuda del gobierno y el
retorno del sector público a los mercados voluntarios de crédito.
A diferencia de otras fases de recuperación cíclica, luego de más de
tres años de crecimiento, y merced a un marco de política económica
consistente, las principales variables macroeconómicas se encuentran
razonablemente alineadas y los equilibrios básicos alcanzados en los planos
externo, fiscal, monetario y cambiario brindan fundamentos macroeconómicos
sólidos para la continuidad del proceso de expansión en curso. La solidez de
los fundamentos y, consecuentemente, la reducción de la fragilidad percibida
del cuadro macroeconómico frente a la ocurrencia de eventuales shocks adversos
(principalmente de origen externo) tienden a disipar la incertidumbre que en el
pasado impedía a los agentes económicos comprometer recursos a largo plazo, con
negativos efectos sobre la evolución de la productividad agregada.
La reducción de la elevada volatilidad característica de las variables
agregadas es uno de los fundamentos del actual esquema de política económica.
Si a partir del desempeño macroeconómico argentino reciente se logra consolidar
esta alteración de los “patrones de normalidad” que caracterizaron a la
economía argentina del pasado, podrá evitarse entonces la sistemática
propensión a la generación de crisis que seguían, de manera casi inevitable, a
efímeros episodios de “euforia” y acelerado crecimiento.
Luego de la finalización exitosa del proceso de reestructuración de deuda,
la actual fase de consolidación del crecimiento sostenido confronta tres
desafíos fundamentales: (a) preservar la estabilidad de precios, (b) sostener
la competitividad de la producción doméstica y, a partir de éstos, (c)
continuar y acelerar el proceso de recuperación de la difícil situación social.
En cuanto al primer desafío, se está actuando con firmeza para preservar
el entorno de baja inflación que
caracterizó a la etapa de salida de la crisis, lo que posibilitará que, a
través de la información que transmiten, los precios relativos desempeñen un
rol adecuado en el proceso de asignación de recursos entre diferentes sectores
de actividad. El desafío de la
competitividad, mientras tanto, exige continuar desplegando un conjunto de
políticas prudentes que permitan administrar, en forma razonable, la favorable
coyuntura que enfrenta el sector externo de la economía a fin de evitar ciclos
cortos de “sobreoptimismo” que pudieran dar lugar a la acumulación de
desequilibrios económicos y financieros, cuya ulterior corrección conduzca a
una interrupción abrupta del crecimiento. Estas precondiciones darán lugar a
una paulatina pero sistemática recuperación
de los indicadores sociales, que asegure una reducción de los todavía
elevados índices de pobreza y una mejora sustancial en la distribución del
ingreso.
La preservación del entorno de estabilidad
macroeconómica y financiera y de los incentivos
a la producción, la inversión y el empleo provistos por el actual esquema
de política económica, en un contexto de continua reducción de la carga de la
deuda, son requisitos indispensables para que se consolide la trayectoria de
crecimiento sostenido que viene exhibiendo la economía argentina.
La continuidad del crecimiento y el empleo, la recuperación de los niveles
salariales asociada a las ganancias de productividad y a la situación de
rentabilidad específica de los diferentes sectores de actividad, junto con
adecuadas políticas públicas, permitirá una reducción sostenida de la pobreza y
la indigencia y la mejora de la distribución del ingreso, luego del profundo
deterioro experimentado por todos los indicadores sociales durante la década
pasada y la reciente crisis.
El
Exito del Proceso de ReestructuraciOn de la Deuda PUblica
El año en curso tuvo un comienzo auspicioso con la exitosa culminación
del proceso de reestructuración de la deuda pública. Además de apuntalar
expectativas para la evolución económica del presente ejercicio, el
ordenamiento financiero de las cuentas fiscales pavimentará el camino para un crecimiento
sostenido de mediano plazo, fundamentalmente porque los nuevos compromisos
asumidos guardan estricta relación con la capacidad de pago futura de la
economía.
Del total de deuda elegible por U$S 81.836 millones, (U$S 102.566
millones si se incluyen los intereses atrasados) se aceptó el 76,15% (U$S
62.318 millones) de la propuesta efectuada por el gobierno, con lo que
Argentina dejó formalmente su situación de default luego de un arduo e inédito
proceso de negociación debido a su magnitud y complejidad. Esta elevada tasa de
aceptación fue el resultado de una importante participación en todas las
jurisdicciones, monedas e instrumentos involucrados. Como contrapartida, se
emitieron U$S 35.261 millones de nuevos títulos de deuda (bonos par, cuasi- par
y descuento). De este modo, si se adicionan los títulos canjeados a la deuda
que ya se encontraba en situación regular, en la actualidad el país ha
normalizado el 86% de su stock de deuda pública.
El importante éxito de la operación de canje puede apreciarse aún más
claramente si se tienen en cuenta varios rasgos que tornan verdaderamente
inédito al proceso de reestructuración encarado. En primer lugar, se trata de una reestructuración sin precedentes en
los mercados financieros internacionales tanto por su magnitud como por la gran
cantidad de actores, jurisdicciones, monedas e instrumentos involucrados.
Un segundo aspecto que tornó
completamente novedoso al proceso de reestructuración encarado fue la
estrategia adoptada por las autoridades. En efecto, tal como ha sido enfatizado
por el gobierno argentino en numerosas ocasiones a lo largo del prolongado
proceso de renegociación, las autoridades tenían a priori dos enfoques posibles para encarar la reestructuración de los
pasivos gubernamentales.
Una primera opción consistía
en repetir el fracasado esquema observado durante la mayor parte de la década
del noventa y en anteriores episodios de reestructuración, vale decir, buscar
alcanzar una “solución rápida” al problema, priorizando la aceptabilidad de la
propuesta por parte del mercado, pero ignorando las restricciones impuestas por
la capacidad de pago del país.
Es probable que un enfoque de este tipo (en buena medida promovido por
actores muy relevantes de los mercados financieros internacionales) hubiese
permitido alcanzar un acuerdo en plazos menores a los que finalmente demandó el
proceso de canje.
Sin embargo, esta primera estrategia – mucho más “fácil”, en principio,
para las actuales autoridades pero claramente irresponsable e inconsistente desde
el punto de vista intertemporal- hubiera
ofrecido una salida completamente efímera a la situación de default.
Esta falsa reestructuración de las obligaciones hubiera importado un
fugaz alivio financiero en el cortísimo plazo, pero la carga en valor presente
de los compromisos se hubiese mantenido relativamente inalterada (poniendo en
duda su sostenibilidad) lo que habría dejado latente el problema. Esto habría
conducido inevitablemente a ulteriores reestructuraciones y a nuevos episodios
de crisis, condicionando el crecimiento de la economía, infligiendo nuevas
pérdidas de bienestar a la población (y a los propios acreedores) y afectando
severamente, una vez más, la reputación y credibilidad de la República.
Por el contrario, el enfoque
adoptado por las autoridades, mucho más difícil y complejo, implicó en la
práctica el rechazo de esta “fuga hacia adelante” y buscó alinear los
compromisos reestructurados con la verdadera capacidad de pago del país. Se
logró así conciliar la noción de “aceptabilidad” por parte de los mercados con
la “sostenibilidad” de la propuesta de canje. Este principio general de
“ofrecer sólo aquello que se está en condiciones materiales de cumplir” es el
único modo posible de manifestar en forma creíble y duradera la voluntad de pago
de los compromisos asumidos.
Cabe consignar, además, otro
conjunto de elementos que tornó distintivo este proceso de
reestructuración. En primer término,
es importante destacar que el mismo fue llevado adelante en el contexto de un
apreciable cambio del “paradigma” vigente en la comunidad financiera
internacional en lo que se refiere a la resolución de crisis de deuda
soberanas. En efecto, el proceso de reestructuración de la deuda pública
argentina no sólo no contó con el aporte de recursos frescos provenientes de
los organismos de crédito multilaterales sino que se implementó de manera
simultánea a una importante reducción de la exposición neta del país frente a
sus acreedores multilaterales.
En segundo término, la
profundidad de la crisis – el colapso de la actividad económica fue mucho más
marcado que el experimentado en otras situaciones de default- y sus dramáticos
e inmediatos impactos sociales, obligaron a las autoridades argentinas a
compatibilizar la obligación de honrar los compromisos financieros resultantes
de la reestructuración con la necesidad de atender las urgentes demandas
sociales en el corto plazo.
En tercer término, el enfoque
adoptado por las autoridades implicó que, teniendo en cuenta el extendido plazo
de los instrumentos de la nueva deuda, la propuesta se debía confeccionar sobre la base de una
evaluación cauta y realista del potencial de crecimiento de la economía
argentina, del superávit fiscal primario alcanzable y del nivel del tipo de
cambio real al cual convergería la economía. De esta manera la capacidad de
pago de la economía surgió de un análisis de consistencia macroeconómica
centrado en la evolución de las mencionadas variables, con el fin de asegurar
la sustentabilidad del proceso, y garantizar una configuración productiva
equilibrada, acorde con los objetivos económicos y sociales definidos por el
Gobierno. Esta orientación también resultó completamente novedosa respecto de
experiencias pasadas de reestructuración.
La comprensión del conjunto de estas consideraciones por la gran mayoría
de los acreedores es lo que ha permitido compatibilizar la tasa de aceptación
alcanzada, muy superior a la esperada a lo largo del proceso de
reestructuración, con un esquema sustentable. De cara al futuro, y en la medida
en que el principal logro de la reestructuración consistió en la reformulación
de los compromisos de deuda de acuerdo a la real capacidad de pago de la
economía, puede afirmarse que la economía argentina enfrenta ahora una carga de
la deuda muy exigente pero, a diferencia del pasado, afrontable. Aunque se
sitúa todavía en valores muy elevados, el nivel y el perfil de la deuda pública
han vuelto a ser manejables. De hecho la relación deuda/PIB representa ahora un
72% del producto. Como consecuencia, la carga de intereses que se desprende del
nuevo perfil de deuda alcanza actualmente el 2% del PIB.
Todo ello implica que el servicio de la deuda pública, aunque demandará
sostenidos esfuerzos fiscales a lo largo de un período muy prolongado, debería
dejar de operar como factor generador de fragilidad sistémica e inductor de
permanente incertidumbre, inhibiendo el crecimiento de la economía en el
mediano y largo plazo.
La reestructuración encarada permite avanzar en la recuperación de la
solvencia fiscal intertemporal y en la progresiva reducción de la carga de la
deuda. El reordenamiento de las finanzas públicas y la definición de un
panorama fiscal sostenible deberían inducir, ceteris paribus, una mayor rentabilidad proyectada y un escenario
de mayor previsibilidad para el sector privado. Por un lado, las menores
necesidades de financiamiento del sector público deberían traducirse en una
mayor disponibilidad de fondos domésticos para ese sector, evitando los
tradicionales efectos de “desplazamiento” provocados por la necesidad de
financiamiento del sector público en los mercados de crédito, al tiempo que la
reducción de la prima de riesgo país debería posibilitar una disminución de los
costos de financiamiento de los proyectos privados en los mercados
internacionales.
De este modo, al despejar el horizonte y eliminar un factor de
incertidumbre, la resolución exitosa de la reestructuración de la deuda ha
tenido un impacto favorable sobre las expectativas, contribuyendo a reforzar
los fundamentos de la actual configuración macroeconómica, y a mejorar las
perspectivas de un crecimiento sostenible, balanceado regionalmente y
socialmente inclusivo.
Los
Nuevos Desafíos de la Política Económica
(a) La Preservación de la
Estabilidad de Precios
Durante lo que va de 2005 los precios mostraron una tendencia a la suba
más acelerada que la observada durante 2003 y 2004. Por un lado, una parte de
la suba fue resultado de la decisión de corregir al alza algunos precios
regulados, a lo que se sumaron aumentos estacionales acentuados por el sólido
crecimiento de la demanda, tanto interna como internacional.
Aún cuando no haya riesgos de una espiral inflacionaria, el problema de expectativas de inflación más elevadas y de una cierta inercia en las tasas de inflación es que su eventual reducción podría ser mucho más costosa en términos de actividad y empleo en el futuro.
La explicación que justifica la ausencia de un fenómeno de inflación
subyacente de naturaleza permanente proviene del análisis de los
“fundamentals”: la economía argentina presenta hoy un conjunto de equilibrios
macroeconómicos sólidos y duraderos. En particular, el superávit fiscal
predominante y el superávit externo proveen “anclas” consistentes, cuya función
es mantener bajo control los factores que en el pasado generaban impulsos
inflacionarios.
El primer aspecto de la
inflación actual tiene que ver con los cambios en los precios relativos. Por un
lado, en la medida que el proceso de crecimiento se generaliza y comienza a
difundir sus beneficios a todos los sectores de la economía, es razonable
esperar una recomposición de los precios de los bienes y servicios no
transables y también de los márgenes minoristas. La notoria inflexibilidad a la
baja nominal de precios que exhibe históricamente la economía argentina, en un contexto
en el que el gasto privado continúa su expansión, provoca que los ajustes de
precios relativos se lleven a cabo mediante una suba de precios en aquellos
sectores más “retrasados”, y no mediante una deflación de los precios
“adelantados”.
Un segundo aspecto del
proceso inflacionario actual tiene que ver con el aumento de costos. Se observa
que, pese al nivel de desempleo todavía elevado a nivel agregado, es posible
que en ciertos segmentos del mercado de trabajo se estén presentando algunos
excesos de demanda debido a algunas restricciones observadas en la oferta de
ciertas especialidades laborales. En este sentido, y si bien durante la primera
etapa de recuperación y consolidación macroeconómica el Gobierno instrumentó un
conjunto de iniciativas de política destinadas a recuperar el ingreso de
aquellos sectores de la población de menores recursos, a partir de la etapa
iniciada en 2005, el gobierno ha propiciado para la recuperación salarial la
negociación descentralizada con el arbitraje del Estado.
Por otro lado, el Gobierno no considera razonable la estrategia de
indexación generalizada de salarios, ya que, como lo muestran episodios pasados
de la propia historia económica de la Argentina, se corre el riesgo de que los
empresarios, persiguiendo la recuperación de un margen de ganancia o mark up deseado, trasladen a precios
esos aumentos, lo que podría desembocar en la aceleración de la tasa de
inflación, lo que finalmente terminaría por perjudicar aún más el poder de
compra de los asalariados. Por el contrario, se enfatiza que los aumentos
salariales estén en línea con las mejoras en la productividad y con la
evolución de la rentabilidad de cada sector.
El tercer aspecto a destacar
de la aceleración inflacionaria reciente es que durante el primer trimestre del
año se han detectado un conjunto de causas puntuales de alzas en los precios de
los bienes relacionadas con un aumento del grado de transabilidad de algunos de
ellos, principalmente carnes y lácteos.
Teniendo en cuenta que no hay fundamentos para que la tasa de inflación
de 2005 resulte más elevada que la pautada por el Gobierno, se continuará
llevando adelante una política económica prudente, que preserve los equilibrios
macroeconómicos fiscal y externo, de manera que éstos actúen como anclas
efectivas de las expectativas de precios.
En este sentido, el rol de la política económica como proveedor de
señales que forman expectativas sobre el sector privado no debe ser soslayado.
Por el lado de la política fiscal, el desempeño de las cuentas públicas y el
estricto cumplimiento de su restricción presupuestaria intertemporal anclan las
expectativas de precios de largo plazo. Pero además, el elevado superávit
fiscal opera actualmente como contrapeso del aumento reciente del gasto
privado.
La actual política fiscal, por tanto, contribuye a la formación de
expectativas favorables sobre la evolución de los precios en el mediano plazo,
pero además, modera el crecimiento del gasto agregado haciéndolo consistente
con el crecimiento estable.
(b) Afirmando la Competitividad
La economía argentina
está entrando en una fase decisiva de consolidación de su evolución
macroeconómica. La estabilidad macroeconómica se ha alcanzado gracias a un
conjunto de políticas económicas consistentes con la evolución de largo plazo,
que permiten proveer un marco sustentable de las variables macro principales.
Pero una vez lograda, esta estabilidad debe mantenerse en el tiempo, procurando
anticipar futuros riesgos a fin de poder lidiar adecuadamente con ellos cuando
sea necesario. Uno de esos riesgos potenciales tiene que ver con la dinámica
particular que la cuenta financiera del balance de pagos pueda experimentar en
los próximos años.
El esquema elegido es el
de una integración financiera paulatina
y sostenible con el resto del mundo, una flotación cambiaria administrada y un
control razonable sobre el manejo de la política monetaria. La firme
decisión de evitar que se reprodujeran condiciones típicas de la década pasada
favorables al ingreso de fondos externos de carácter especulativo a la economía
local que pudieran erosionar la competitividad de la producción doméstica o,
alternativamente, comprometer el control sobre los agregados monetarios por
parte del BCRA, llevó a perfeccionar el control vigente al ingreso de capitales
de corto plazo.
La experiencia de los
años noventa ha mostrado que el mercado internacional de capitales presenta una
marcada volatilidad y un acentuado carácter procíclico. En determinadas
coyunturas macroeconómicas ha sido común observar que fuertes ingresos de
capitales especulativos pueden generar una fase de euforia, el surgimiento de
marcados desequilibrios macroeconómicos y financieros y una tendencia no
sostenible de incremento de la deuda que, en algún punto, y frente a
determinados eventos que coordinan un cambio súbito en la opinión de los
inversores (motivado en muchos casos por la percepción de una fragilidad
financiera creciente), dan lugar a una reversión de la dirección de los flujos
y a una fase de aceleradas salidas de fondos.
En este sentido, vale la
pena enfatizar que los controles a la entrada de capital no tienen como único
objetivo lidiar con las presiones sobre la competitividad o la cantidad de
dinero, sino que además, en el marco de un modelo que pondera la sostenibilidad
y la reducción de la volatilidad característica del ciclo económico local, se
procura desincentivar conductas que generen un elevado riesgo sistémico.
De todos modos, la
estrategia de desarrollo no se agota con la mantención de los equilibrios
macroeconómicos alcanzados y en la preservación de un tipo de cambio
competitivo y estable. Estos son pre-requisitos del desafío del desarrollo pero
no condiciones suficientes. Junto a una mayúscula tarea de reconstrucción
institucional a emprender (que incluye, pero no se agota, en la definición de
reglas de juego estables) es necesario lograr una reinserción exitosa de la
economía argentina en los mercados internacionales.
Una integración exitosa
de Argentina en la economía mundial no puede basarse exclusivamente en la
productividad diferencial de su sector agropecuario. Tampoco resulta factible,
ni deseable, que la competitividad de la economía local se logre en forma
permanente en base a costos reducidos respecto a sus competidores causados por bajos salarios en dólares.
La clave pasa,
principalmente, por inducir un aumento continuo de la productividad,
incorporando mano de obra calificada e innovaciones basadas en la investigación
y el desarrollo a la actividad productiva. Para ello es necesario, entre otras
cosas, articular en forma consistente un sistema nacional de innovación
científica y tecnológica que articule a los sectores públicos y privados en una
inmensa red de innovaciones dirigidas al sector productivo.En este sentido, y
teniendo en cuenta que la evolución de la inversión es considerada prioridad,
se han venido llevando a cabo una serie de políticas destinadas a fortalecer la
misma.
El gobierno ya ha
realizado el cuarto llamado a licitación para la presentación de proyectos a
ser beneficiados con los incentivos de la Ley de Promoción de Inversiones.
También se enviaron al Honorable Congreso de la Nación una serie de medidas
fiscales destinadas a promover el desarrollo de reservas de petróleo y gas. En
julio se creó el régimen de incentivos a la competitividad de las autopartes
locales, que incluye reintegros sobre el valor de compra de estos bienes.
Además, el gobierno impulsó una iniciativa de devolución de saldos técnicos de
IVA para las empresas que lleven adelante proyectos de inversión, y ha sancionado
un régimen de promoción para empresas dedicadas a la biotecnología.
(c) El Desafío Social
Las políticas
implementadas durante la década de los 90, más la posterior crisis que éstas
desencadenaron a fines de 2001, tuvieron graves consecuencias sobre las
variables sociales. El desempleo, que en 1991 era aproximadamente el 10%,
superó el 23% a fines de la convertibilidad. Concomitantemente, la distribución
del ingreso empeoró drásticamente: la relación de ingresos per cápita familiar
entre el quintil más rico y el quintil más pobre pasó de 12 a 20 veces. Todo
ello redundó en un significativo incremento en el porcentaje de población cuyos
ingresos no alcanzaban para cubrir la canasta básica de alimentos. El fenómeno
de la indigencia, en consecuencia, más que se duplicó en el mismo período.
Dados los objetivos
enunciados por el gobierno, crecimiento
sustentable, creación de empleo y reducción de la pobreza, los cambios
operados en la política económica a partir de 2002 han permitido una reversión
de la tendencia en los indicadores del mercado de trabajo y del resto de las
variables sociales. En efecto, el empleo ha venido recuperándose muy
aceleradamente desde mediados de 2002 –generándose más de 2.5 millones de
puestos de trabajo netos desde mayo de aquel año– y la pobreza se ha reducido
sustancialmente permitiendo que más de 4 millones de personas escaparan de esta
situación entre el primer semestre de 2003 y el segundo de 2004. Otras
variables han mostrado una recuperación menos intensa, como es el caso del
restablecimiento de los ingresos y la mejora en la distribución de las
remuneraciones laborales, si bien han logrado quebrar la tendencia hacia el
empeoramiento sistemático.
A la luz de estos
desarrollos conviene hacer notar tres
consideraciones. La primera es
que el marco macroeconómico no es indiferente en cuanto a sus consecuencias
sobre la situación social. La experiencia argentina indica que existen ciertos
entornos que, a pesar de producir crecimiento del PIB, no favorecen la creación
de empleo y contribuyen al aumento de la pobreza y al empeoramiento sistemático
de la distribución del ingreso. Esta conclusión se hace evidente al observar el
comportamiento de las variables sociales durante la Convertibilidad. En efecto,
el escaso dinamismo del mercado laboral bajo dicho régimen se tradujo en una
débil demanda de trabajo. La elasticidad empleo-producto resultó ser muy baja,
de 0.15 en los primeros años de los noventa, a la vez que el empleo asalariado
generado estuvo sesgado hacia puestos no registrados en la seguridad social.
Ello repercutió sobre los ingresos laborales reales: entre 1991 y 2001 las
remuneraciones de los ocupados crecieron sólo 3% mientras que en el caso de los
activos registrados disminuyeron 9% como resultado del fuerte incremento de los
niveles de desempleo.
En segundo lugar, el nuevo entorno macroeconómico resultó ser un
estímulo apropiado para la recuperación de las variables sociales. El empleo,
los ingresos, la distribución y la pobreza lograron revertir el continuo
deterioro sufrido en la década anterior. Entre mayo de 2002 y el cuarto
trimestre de 2004, el nivel de empleo creció 23% mientras que la cantidad de
desocupados se redujo en un 47%. A lo largo de 2003 y 2004 los ingresos
familiares crecieron 24%, en promedio. Todo ello redundó en una fuerte caída en
la incidencia de la pobreza –de 54.7% a 41.1%– y en la indigencia –de 28.2% a
15.4%– en el total urbano del país.
La tercera conclusión es que la situación de marginalidad y pobreza
que la economía presentaba hacia principios de esta década era de tal magnitud
que es inevitable que el proceso de restablecimiento de las condiciones
normales en el mercado laboral y en los ingresos requiera de importantes
esfuerzos para su plena recuperación.
La nueva configuración
productiva, que descansa en una nueva estructura de precios relativos de
bienes, servicios y factores productivos, ha permitido que el crecimiento haya
sido acompañado por un notorio aumento del empleo, y una mejora sensible de los
indicadores sociales. Pese a esta notable reducción, las tasas de pobreza e
indigencia son todavía muy elevadas y resultan inaceptables para los estándares
de una sociedad como la Argentina.
El
Desafio del Crecimiento Sostenible
Un rasgo típico del
comportamiento de la economía argentina ha sido la estrecha correlación
negativa existente entre el grado volatilidad macroeconómica y la tendencia de
mediano y largo plazo del PIB. Así, una de los características distintivas de
los fenómenos macroeconómicos en nuestro país fue que los desequilibrios
agregados han tendido a exhibir una magnitud, duración temporal y frecuencia
mucho más elevada que la fluctuación típica de las economías desarrolladas. De
este modo, las variables fundamentales y los precios relativos clave mostraban
una variabilidad e impredecibilidad muy pronunciada, tornando muy difícil
modelar y anticipar su evolución y generando, por ende, en los períodos de
desequilibrio macroeconómico niveles de incertidumbre que conducían a la
generación de graves fallas de coordinación agregadas.
A diferencia de economías en las que los problemas macroeconómicos son
moderados, esporádicos y pasajeros, la propensión a generar en forma
sistemática y recurrente episodios de inestabilidad macroeconómica de gran
magnitud conducía a los agentes a desplegar conductas permanentes de adaptación
microeconómica frente al fenómeno de desequilibrio.
En una economía estructuralmente propensa a generar desequilibrios
agregados, la influencia del contexto macroeconómico sobre la estructura
microeconómica era entonces mucho más intensa y duradera: dado el riesgo de
tomar decisiones erróneas en un contexto volátil y de elevada incertidumbre, la
opción de poder revertir decisiones pasadas tenía un elevado premio económico y
tornaba rentables conductas conservadoras y defensivas de adaptación permanente
a un contexto incierto. Todo ello conducía al marcado acortamiento del
horizonte temporal relevante para la toma de decisiones.
A diferencia de lo que cabía esperar, las políticas de estabilización y
reforma estructural adoptadas durante la década pasada tendieron a exacerbar,
en lugar de reducir, la variabilidad del ciclo macroeconómico, dando lugar a
una sucesión de fases de auge y contracción impulsadas por el comportamiento
marcadamente procíclico de los flujos externos de capital privado. La
combinación durante la década pasada de apertura comercial y atraso cambiario y
la consecuente generación de tendencias no sostenibles en la cuenta corriente y
en la evolución del endeudamiento externo público y privado basadas en
expectativas infundadas sobre el ingreso percibido como permanente condujeron,
en determinado punto, a severas crisis financieras y de balanza de pagos cuando
se revirtió la dirección del flujo de capitales.
Para evitar la reiteración de patrones similares de auge y depresión, se
requiere de un crecimiento balanceado,
que respete, como tendencia, ciertas proporciones razonables entre los grandes
agregados que sean sostenibles en el
tiempo.
El crecimiento también debe asegurar un desarrollo equitativo de las
distintas regiones del país. A diferencia de lo ocurrido en experiencias
pasadas, los sólidos equilibrios macroeconómicos alcanzados en la actualidad,
la existencia de valores realistas para variables clave tales como el tipo de
cambio real y un crecimiento territorial equilibrado abren oportunidades para
lograr un crecimiento duradero.
En lo que a la inversión se
refiere, es evidente que sólo un proceso sistemático de acumulación de capital
y de incorporación de innovaciones garantizará que la economía pueda satisfacer
con una oferta creciente de bienes y servicios el aumento de la demanda de
residentes y no residentes en un entorno de baja inflación y equilibrio del
sector externo. En este último sentido, se requiere de la disponibilidad de un
flujo continuo de divisas, que esté generado, principalmente, en el sector real
de la economía. Esto es así porque tanto el comportamiento procíclico de los
mercados de capitales internacionales y la alta volatilidad del financiamiento
externo, como la propensión de la economía argentina a caer en “trampas de
endeudamiento”, enseñan que es necesario evitar una participación
desproporcionada del ahorro externo en el financiamiento de la inversión. Ello
implica mantener elevados niveles de ahorro interno y, por tanto, un resultado
tendencialmente superavitario (o, al menos, equilibrado) de la cuenta corriente
del balance de pagos.
Debe notarse que este enfoque no ignora el aporte de los capitales internacionales al proceso de
desarrollo, ya que en la medida en que el sector público continúe reduciendo en
forma neta su endeudamiento con el resto del mundo, ello debería dejar espacio
para que el sector privado pueda
recurrir eventualmente al endeudamiento externo, con el fin de financiar
inversiones productivas. En todo caso, se trata de asegurar que dichos flujos
sean estables en el tiempo, y que permitan al país el acceso a nuevas
tecnologías, al tiempo que habiliten la posibilidad de aprovechar oportunidades
de financiamiento en los mercados internacionales.
Lo anterior exige un tipo de
cambio real lo suficientemente competitivo como para estimular la expansión
del sector productor de bienes y servicios transables y tasas de ahorro público
y privado congruentes. Una competitividad elevada contribuirá a la generación
de los superávit comerciales necesarios para garantizar la solvencia externa,
en especial ahora, cuando la reestructuración exitosa de la deuda pública
traerá aparejada la reanudación del servicio de las obligaciones financieras.
El superávit primario del sector público, por su parte, asegurará que el Estado
capture los recursos indispensables para honrar su nueva estructura de
compromisos; en tanto que niveles razonables de ahorro privado contribuirán de
un modo significativo al financiamiento de la inversión.
Los pilares básicos de la
actual administración son plenamente consistentes con el logro de estos
objetivos. La recuperación de la solvencia fiscal intertemporal, la reducción
del endeudamiento público, el incentivo a la inversión, y la preservación de un
tipo de cambio estable y competitivo es el conjunto de premisas que permitirán
cumplir con el desafío más importante que enfrenta nuestro país: afianzar un
conjunto de políticas que contribuyan consolidar la actual etapa de crecimiento
sostenido y dejar atrás décadas de declinación económica persistente.
1.3 la Evolución economica en el
periodo reciente
Con el objetivo de analizar
detalladamente el rumbo de la economía en los últimos tiempos se procederá a
continuación a especificar la evolución
de las principales variables en 2004 y durante la primera parte del 2005,
para luego pasar a analizar el escenario base de las proyecciones macroeconómicas para el periodo 2005-2008.
Una sólida performance fiscal, una política
monetaria que acompaña el crecimiento y el buen desempeño del sector externo, merced a un tipo de cambio
competitivo y realista, configuran un escenario muy favorable en la evolución
de las principales variables macroeconómicas.
Demanda y
Oferta Agregada. La economía argentina creció un 9% el año 2004 y continuó
expandiéndose a buen ritmo durante la primera mitad de 2005, consolidando la
recuperación que se verifica desde el segundo trimestre de 2002. El alza del
producto lleva ya 13 trimestres consecutivos, dando lugar a un crecimiento
desestacionalizado que acumula alrededor de 28% hasta el segundo trimestre de
2005. De esta manera, la economía argentina ya ha logrado recuperar más que
plenamente la fuerte caída del PIB acumulada entre mediados de 1998 y el inicio
de 2002.
Del lado de la demanda agregada, las variables principales han tenido durante
2003 y 2004 comportamientos similares. Sin embargo, los patrones de evolución
del PIB fueron cambiando su perfil desde el segundo semestre de 2004. En ese
período, la contribución relativa del consumo al crecimiento del producto fue
algo menor que en el promedio de 2004 y, por primera vez desde el comienzo de
la recuperación, las exportaciones netas mostraron una contribución positiva al
crecimiento del PIB. Estos datos sugieren que hacia el final de 2004 el gasto
interno cedió posiciones en términos relativos frente a la recuperación de las
exportaciones. Por otra parte, aunque continúan creciendo, especialmente
impulsadas por los componentes más asociados al proceso productivo, las
importaciones tienden a moderar su tasa de crecimiento.
Al mismo tiempo, se mantiene la
fuerte contribución de la inversión
al crecimiento. La participación de la inversión bruta en el producto, medida a
precios corrientes, había alcanzado un máximo anual del 19,9% del PIB durante
el período de la Convertibilidad. Este ratio cayó prácticamente a la mitad de
ese registro a comienzos de 2002, un valor insuficiente incluso para recomponer
el stock de capital que la economía amortiza anualmente. A fines de 2004, este
ratio ya se ha recuperado en más de 10 puntos del PIB y en el presente año se
estima que alcanzará un valor no inferior al 21% del PIB.
En lo que va de 2005 la economía
comenzó a mostrar una paulatina convergencia a tasas de crecimiento compatibles
con la sostenibilidad de largo plazo, más allá de la desagregación de los datos
en trimestres particulares. Específicamente, durante el primer trimestre de
2005 se produjo una suavización mayor a la esperada del ritmo de crecimiento.
Sin embargo, si se confirman los datos positivos que exhiben la mayoría de los
indicadores adelantados de la economía, el PIB del primer semestre manifestaría
una tasa de crecimiento desestacionalizado en torno al 3%.
En lo que queda de 2005 se estima que
el consumo siga estando impulsado
por la sostenida recomposición del empleo que se viene verificando desde el
inicio de la recuperación y de la mejora en los salarios reales, que se
intensificó ya avanzado el año 2003, así como por el impacto favorable de la
reducción de la incertidumbre y la recuperación del crédito, que está creciendo
velozmente en el segmento de préstamos personales y financiamiento con tarjetas
de crédito.
Del lado de la oferta, las
variables mostraron algunas diferencias en su comportamiento entre 2003 y 2004.
Durante 2004 y en lo que transcurre del año 2005 se ha producido una clara
generalización del proceso de recuperación que alcanzó al sector servicios,
luego de que en 2003 los bienes, en particular la industria manufacturera y la
construcción, fueran los sectores líderes. De hecho, en 2004 los servicios
aportaron aproximadamente un 54% del crecimiento total, contra un 35% en el año
2003. Durante el primer semestre de este año continuó observándose un
crecimiento más balanceado entre bienes y servicios y la consagración de las
exportaciones como un importante factor de expansión productiva.
La recuperación en la producción de sectores no transables implica que
el proceso en curso amplíe la difusión del crecimiento a un mayor número de sectores
de la economía, y no sólo a los favorecidos por el impacto inicial del tipo de
cambio real elevado. No obstante, esto no significa que los sectores
productores de bienes y servicios objeto de comercio internacional no continúen
siendo el principal sector impulsor que garantice el crecimiento sostenible de
la economía argentina.
Precios. Después de la moderada
suba acaecida en el índice de precios al consumidor en el año 2004 se
registró una aceleración de la inflación durante el primer semestre del 2005,
particularmente durante el primer trimestre. Específicamente, desde diciembre
de 2004 se ha producido un avance mensual de los precios a un ritmo
sensiblemente mayor al del promedio de 2004. La inflación del primer semestre
de 2005 fue de 6,1%, y la tasa acumulada de los últimos 12 meses alcanza el 9%.
Por su parte, la inflación del índice Resto IPC (una aproximación de la inflación subyacente) acumuló un
alza en el semestre de 7,2% y un incremento de 10,2% en junio de 2005 cuando se
compara con igual mes del año previo. Sin embargo, un análisis pormenorizado de
la evolución de los precios permite interpretar el fenómeno en curso como,
esencialmente, de carácter transitorio.
En primer lugar, durante
la primera parte de 2005 se están observando ciertos ajustes pendientes de precios relativos que habían quedado
desalineados a la salida de la crisis que precipitó el colapso de la
convertibilidad. En particular, debe tenerse en cuenta que desde 2002 los
precios al consumidor han evolucionado muy por debajo de los precios
mayoristas, verificándose una importante reducción de márgenes de
comercialización a nivel minorista. En un contexto en que la demanda final se
está expandiendo en forma robusta, las firmas que venden al público parecen
contar con mayor grado de maniobra para intentar recomponer márgenes y
trasladar a los consumidores parte de los aumentos de costos que han
experimentado.
Al mismo tiempo, también
se advierte una tendencia reciente a la recuperación de los precios de los
servicios respecto del precio de los bienes, lo que es consistente con el tipo
de crecimiento más balanceado entre sectores productores de bienes transables y
no transables. Dado que estos últimos están creciendo, el cambio de los precios
relativos se produjo mediante un alza del nivel general de precios y buena
parte de este fenómeno se reflejó, incluso, en una suba del índice IPC resto.
De este modo, estos
ajustes pendientes de precios relativos se reflejan en forma transitoria en una
mayor tasa de inflación. De hecho, se esperaba que una parte de estos ajustes
hubiese tenido lugar durante los años pasados. De allí que la inflación
efectiva de 2004 (6.1% punta a punta y 4.4% promedio) se situara por debajo del
límite inferior de la banda de entre 7% y 11% fijada como meta inflacionaria en
el programa monetario del BCRA y en las previsiones macroeconómicas que
acompañaron al Presupuesto.
A estos factores debe
sumarse la actualización de algunos precios
administrados (taxis, cigarrillos, GNC), cuyos aumentos fueron autorizados
entre diciembre y enero por el gobierno. En el mismo período, deben
contabilizarse también alzas
estacionales en el rubro turismo y en algunos productos de precios
flexibles. En conjunto, estos dos factores explicaron aproximadamente la mitad
de la inflación de 1,5% del mes de enero. Muchas de estas alzas estacionales se
vieron acentuadas por el dinamismo exhibido por la demanda privada, algo que
también tendió a ocurrir durante marzo con los servicios educativos. En el mes
de mayo el incremento en los servicios básicos y combustibles para el hogar,
como consecuencia de la consideración del sistema
de premios y castigos establecidos, tuvo una fuerte incidencia sobre la
inflación del período. Asimismo, en el mes de junio el incremento salarial
obtenido por los encargados de edificios de la propiedad horizontal ha tenido
efectos sobre los precios de reparaciones y gastos comunes de la vivienda y, de
esa forma, sobre la inflación del mes.
Sin embargo, a pesar de
lo previamente mencionado, para lo que resta del corriente año se espera que la inflación minorista
ronde el 0,6% mensual totalizando una inflación de alrededor del 10,5%
(diciembre contra diciembre), ya que por lo antedicho se entiende que los
productos cuyo precio relativo está aumentando están convergiendo a un nuevo
nivel sin inducir, vía efectos de segunda vuelta, alzas ulteriores en el resto
de los precios. De esta manera, y más allá de la inflación tendencial que suele
acompañar a toda economía en crecimiento, se espera que continúe el ajuste de
precios relativos, aunque a un ritmo más moderado.
Sector externo. En el frente externo, entretanto, la balanza de pagos ha continuado evidenciando un importante excedente
que se tradujo en una significativa acumulación de reservas, las que a fin de
2004 alcanzaban casi los U$S 20.000 millones, aproximadamente un 13% del PIB.
Durante el primer trimestre de 2005 este proceso se mantuvo, y la cuenta
corriente continuó registrando un saldo positivo de 2% del PIB (6,7% del PIB en
base caja, es decir, cuando se computan los atrasos de intereses), pese al
importante crecimiento de los rubros más sensibles a la evolución de la
actividad económica, tal como son las importaciones y el devengamiento de
utilidades y dividendos. La cuenta financiera revirtió su situación
deficitaria, produciéndose ingresos netos por U$S 1.864 millones, frente a una
salida neta superior a los U$S 3.200 millones en 2003. El sector privado no
financiero (incluyendo errores y omisiones) fue el principal responsable de
este cambio, pues transformó una salida neta de casi U$S 5.800 millones en 2003
en un leve resultado positivo de unos U$S 80 millones en el año que cerró.
Durante 2004, la balanza comercial de bienes y servicios
mantuvo un fuerte superávit de 7,6% del PIB, aunque menor al del año anterior,
debido a la continua recuperación de las importaciones (+60% interanual: i.a).
La coexistencia de elevados superávit comerciales y un proceso de rápido
crecimiento y recuperación de las importaciones estuvo explicado, en buena
medida, por el muy favorable desempeño de las exportaciones, que crecieron un
17% en 2004. Las mayores ventas externas fueron lideradas, en la primera parte
del año, por mejores precios internacionales de las commodities, que aumentaron 28,7% entre los primeros semestres de
2004 y 2003. En el segundo semestre de 2004, en cambio, fueron las cantidades
exportadas las que mostraron mayor dinamismo (12,8% respecto de idéntico
período de 2003), en especial de las manufacturas de origen industrial (MOI),
que acumularon un 19,3% de incremento respecto del segundo semestre de 2003. En
los primeros siete meses de 2005, la participación de las MOI era ya del 29% de
las exportaciones totales (con tasas de incremento interanual en julio de 31%
en dólares corrientes y 13% en volúmenes).
La favorable respuesta de la oferta interna al dinamismo exhibido por
la demanda internacional (la economía global creció 5,1% durante 2004, un récord en los últimos 30 años; algo
similar ocurrió en nuestra región que se expandió 5,8%, su tasa más alta en un
cuarto de siglo) permitió una significativa diversificación de destinos de las
ventas al exterior. En particular, los mercados no tradicionales pasaron de
representar de un 2% a un 6% del total de las exportaciones en 2003 y 2004,
respectivamente. Por otra parte, el incremento de las exportaciones de
manufacturas industriales no ha sido sólo el resultado de la recuperación
experimentada por la economía brasileña sino que estas exportaciones han
evidenciado importantes subas también al Nafta, la Unión Europea, la República
de Chile y, aunque por valores menores, a varias economías de Asia.
Teniendo en cuenta la
consolidación de la actividad económica y la convergencia de la tasa de
crecimiento a niveles sostenibles en el mediano y largo plazo se espera que las
importaciones se mantengan en una
tendencia creciente durante el 2005, aunque a una tasa inferior a las
observadas en los años anteriores, alcanzando valores superiores a los U$S
28.000 millones. El contexto externo sigue siendo favorable en términos
generales, por lo que se espera un incremento de las exportaciones de bienes que alcanzarían niveles récord del orden de
los U$S 39.000 millones.
Mercado de Trabajo e Indicadores Sociales. A diferencia de lo ocurrido en la década pasada, el
actual proceso de expansión económica tuvo como consecuencia un importante aumento del empleo y una
reducción de la pobreza y la indigencia. Desde mayo de 2002 hasta el último
trimestre de 2004, la elasticidad empleo-producto promedió 0,95, permitiendo
una recuperación de la tasa de empleo de 6,3 puntos porcentuales: pp. Como se
comentara anteriormente, este sostenido crecimiento del empleo permitió,
conjuntamente con la recuperación salarial, reducir significativamente el
porcentaje de la población por debajo de las líneas de pobreza e indigencia.
Adicionalmente, ha
mejorado la calidad del empleo. En este sentido resulta notable la comparación
entre el crecimiento del empleo total y el empleo pleno, sin subocupados y sin
planes de empleo. Mientras que el empleo total aumentó un 6,2%, el empleo pleno
(sin planes) lo hizo en 11,3% durante 2004, tendencia que continúa en el
transcurso del corriente año. El crecimiento de la ocupación trajo como
consecuencia una caída de 2.5 pp en el desempleo, punta a punta para el total
urbano, ubicándose en 11.6% en el último trimestre de 2004, frente al 23,3% de
mayo de 2002. Pese a esta fuerte reducción, la tasa de desocupación sigue
siendo muy elevada para los estándares de nuestro país y se necesitan
permanentes esfuerzos de la política económica para continuar en esta senda de
reducción.
En lo que va del presente año,
específicamente durante el primer trimestre, se verificó una reducción del 13%
de la cantidad de desocupados, acompañada de un aumento del 2,4% de la cantidad
de ocupados, ambas mediciones con respecto a igual período del año anterior,
para el total urbano. A su vez, se observó que la tasa de actividad se mantuvo
casi sin variaciones. Por último, se verificó una caída significativa del
subempleo.
En cuanto a los ingresos, el
gobierno nacional ha impulsado un ámbito de negociación consensuado entre
empleadores y trabajadores, tanto para el salario mínimo como para los
salarios públicos y privados. De esta forma, ha ido reemplazando los aumentos
otorgados por decreto en una primera etapa, por el acuerdo entre partes. El salario mínimo ha crecido más del doble
desde mediados de 2003. A partir de enero de 2004 se han homologado más de 500
acuerdos o convenios colectivos, que en su mayoría incluyeron mejoras salariales
y que comprendieron a más de 2,5 millones de trabajadores. Simultáneamente se
mejoraron los haberes previsionales mínimos que aumentaron 130% desde junio de
2003.
Cabe destacar que a pesar de las
sustanciales mejoras experimentadas por los indicadores del mercado laboral, los niveles que muestran
los indicadores sociales continúan
siendo preocupantes y representan una de las más negativas herencias de la
implementación de erradas políticas económicas en el pasado y de la debacle a
la que condujo la crisis del esquema de convertibilidad. En este sentido, la
resolución de este problema crucial es una de las prioridades de la acción del
gobierno y de su política económica.
Situación Fiscal. El año 2004 ha sido muy destacable para las finanzas
públicas, al punto que el superávit
primario del Sector Público Nacional no Financiero registró un récord
histórico al alcanzar un 3,9% del PIB. Además, debido al importante esfuerzo
fiscal realizado por las provincias y municipios, el superávit primario
consolidado alcanzó a casi 5,2%.
Tal desempeño tuvo lugar
como consecuencia de una muy favorable
evolución en los ingresos, que crecieron un 36% en el mencionado año. El
crecimiento se explica fundamentalmente por el fuerte aumento en la recaudación
del Impuesto a las Ganancias (50%), IVA (48%), y los Aportes a la Seguridad
Social (31%). Debe notarse que durante 2004 siguieron ganando terreno los
impuestos tradicionales por sobre los “no tradicionales” (retenciones e
impuesto a los débitos y créditos). Los primeros representaron en 2004 el 82%
del total, contra un 79% en 2003.
Del lado de los gastos, éstos experimentaron un
crecimiento del 24%, que se explica esencialmente a partir del crecimiento de
las Transferencias a Provincias (49% i.a.), relacionadas algunas de éstas de
manera automática con la recaudación nacional. También se produjeron aumentos
en las Prestaciones de Seguridad Social (18% i.a. en 2004 y 24% i.a. en el
último trimestre de ese año), consecuencia de las sucesivas alzas de haberes
jubilatorios decretadas por el Gobierno Nacional. Sin considerar la
Coparticipación, el gasto total de la Nación se mantuvo estable en un 15,8% del
PIB.
El Sector Público
Nacional no Financiero presentó un superávit
primario acumulado a julio de 2005 de $13.459,8 millones, representando
aproximadamente el 4,5% del PIB estimado en este Mensaje para 2005. Con estos
resultados obtenidos al mes de julio la meta establecida en $15.189 millones
para todo el año (3,2% del PIB previsto en el Presupuesto anterior) es
alcanzada en aproximadamente un 89%. Si se tiene en cuenta el pago de intereses
se obtiene el resultado financiero que a julio de 2005 alcanza el 2,5% del PIB.
Se estima que, considerando los pagos de intereses de la nueva deuda pública
reestructurada, este año se obtendrá un superávit financiero. De esta manera
continúa consolidándose la solvencia fiscal, como ancla fundamental para la
sustentabilidad del presente modelo económico.
Moneda y Tasas. El equilibrio alcanzado en las cuentas públicas creó espacio
para que la política monetaria
acompañe el proceso de crecimiento económico, respondiendo a las genuinas
necesidades de la evolución de la demanda de dinero por parte del público.
Mientras el sector público y el sector financiero (éste ultimo a través,
básicamente, de la devolución de redescuentos recibidos durante la crisis
financiera y la colocación de excedentes de liquidez, a través de la operatoria
de pases pasivos) operaron como factores de contracción de base monetaria, la
oferta neta de divisas por parte del sector privado fue el principal factor que
explicó el crecimiento del dinero primario durante 2004.
Los excedentes entre las
fuentes netas de creación de base y su demanda fueron esterilizados por el BCRA
a través de la colocación de títulos (LEBAC y NOBAC), cuya vida promedio tendió
a extenderse en un contexto de moderada alza de los rendimientos nominales. De
este modo, y a fin de prevenir un eventual rebote de las expectativas de
inflación, el BCRA decidió desde enero de 2005 moderar paulatinamente el estímulo
monetario generado por la expansión de la base.
Desde principios de 2005, debido a la aceleración
inflacionaria evidenciada, la política monetaria se centró en reducir el
estímulo monetario, de manera de preservar
el valor de la moneda. El BCRA se mostró más activo en la emisión y
colocación de títulos, con el fin de compensar su participación en el mercado
de cambios. El mencionado comportamiento junto con las importantes
cancelaciones de las asistencias por iliquidez realizadas por los bancos, llevaron
a que la Base Monetaria Amplia (BMA) alcance los $54.735 millones para fines de
agosto, en tanto las Reservas Internacionales superaran los U$S 25.000 millones
a esa misma fecha.
La mayor colocación de títulos del BCRA fue acompañada
con una suba de tasas de interés en los segmentos de menor plazo, estableciendo
para fines de junio un nuevo nivel para el corredor de tasas de interés de
referencia (4,25% para los pases pasivos y 5,75% para los pases activos),
observándose que las tasas de interés de mercado fueron realineándose
paulatinamente con las establecidas por el BCRA como referencia. Para los
próximos trimestres se espera que la política monetaria mantenga el sesgo
prudencial observado hasta el presente.
Al mismo tiempo, el sistema financiero continúa su firme
recuperación, reparando paulatinamente su hoja de balance luego de la profunda
crisis experimentada en la fase final de la convertibilidad y sus consecuencias
inmediatas. Los depósitos totales en pesos continúan creciendo sistemáticamente
desde mediados de 2002, mostrando un alza durante 2004 de 20% punta a punta. En
el mismo período, los préstamos al sector privado se incrementaron un 27%, con
un crecimiento neto de todas las líneas de crédito, excepto las de préstamos
hipotecarios, en las que las cancelaciones superaron levemente a los
otorgamientos brutos. Aún así, las financiaciones al sector privado apenas
alcanzan al 8,9% del PIB, por lo que todavía queda un importante espacio para
la recuperación del crédito, que deberá ir alargando gradualmente sus plazos y
mejorando sus condiciones de acceso y costo.
Asimismo, se han sucedido
significativas mejoras en la calidad de los activos, con una reducción de más
de 45% en la participación (14 puntos porcentuales) de los préstamos en
situación irregular en la cartera de los bancos. Estos desarrollos son
congruentes con la mejora de los indicadores de liquidez y rentabilidad del
sistema financiero y, en un contexto en que se han verificado
recapitalizaciones, con la paulatina recuperación de su solvencia. En
particular, durante todo 2004, los bancos registraron una pérdida de unos $ 514
millones (0,3% del activo), equivalente a sólo la décima parte de la registrada
en 2003.
La normalización del
entorno macroeconómico también se reflejó en un tipo de cambio nominal relativamente estable respecto de 2003
($2,95 promedio en 2003 y $2,94 promedio en 2004), con una apreciable
disminución de su volatilidad. A pesar de la estabilidad cambiaria nominal, el
tipo de cambio real multilateral se ubicó 5% por encima del valor promedio
registrado en 2003, lo que se explica principalmente por la baja internacional
del dólar frente a la mayoría de las divisas. De esta manera, se produjo una
mejora de competitividad frente a la mayoría de nuestros socios comerciales. En
lo que va de 2005, y a partir de un primer semestre en el que se exacerbaron
los ingresos de capital al país, se observó una leve caída del tipo de cambio
nominal promedio, que afectó levemente a la baja al tipo de cambio
multilateral, el cual se encontraba al segundo trimestre un 2% por debajo del
vigente a fin del año pasado.
Panorama Externo. Tal como se indicó más arriba, luego de un año muy favorable
para la economía global, las condiciones
externas continúan siendo ventajosas para el desempeño de la economía
argentina, aunque el panorama económico y financiero internacional presenta
algunos importantes factores de riesgo a
la baja. Más allá de la reciente alza experimentada por el precio del
petróleo en los mercados internacionales, la principal contingencia sigue
siendo sin duda la elevada dependencia que exhibe la tasa de crecimiento global
respecto del desempeño de la economía de los Estados Unidos de América (aunque
en los últimos años ha crecido el aporte de la República Popular China y otras
economías asiáticas).
Este patrón
desequilibrado de crecimiento ha generado importantes desbalances globales de
las cuentas corrientes y desalineamientos cambiarios, que plantean la
posibilidad potencial de correcciones abruptas que tengan impacto en la tasa de
expansión de la actividad económica mundial y en las corrientes financieras
globales. Este factor de incertidumbre sobre el desempeño económico mundial
tenderá a disiparse en la medida en que el ajuste de estos desequilibrios se
produzca en forma suave y gradual, aunque debe destacarse que se plantean a
escala global importantes problemas de coordinación para implementar en forma
equilibrada las correcciones necesarias.
Por su parte, la suba del precio del petróleo no se ha
traducido por el momento en una corrección importante al alza de las
expectativas inflacionarias, ni en fuertes presiones en los índices de
inflación subyacente en las economías desarrolladas (aún cuando éstos han
venido subiendo en forma sistemática desde el último trimestre de 2004 y el
Comité de Mercado Abierto de la FED ha reconocido en sus últimas reuniones la
presencia de mayores presiones inflacionarias).
Otro aspecto que debe
mencionarse es que se han producido cambios estructurales importantes en el
funcionamiento de la economía mundial a partir de la incorporación de la
República Popular China y otras economías emergentes a los mercados
internacionales, quienes presionaron los precios a la baja a partir de una
mayor oferta de productos manufacturados a bajo costo. Operando en el mismo
sentido, la mayor reputación en los últimos años por parte de los Bancos
Centrales de los países desarrollados en materia inflacionaria ha permitido
contener la inflación esperada derivada de los incrementos en el precio del
petróleo.
No obstante, aunque en
términos reales las actuales cotizaciones del crudo son menores que las
vigentes en ocasión de los shocks
petroleros de la década del setenta, los precios llegaron a ubicarse cerca de
los U$$ 70 el barril, más de un 100% por encima en términos reales de los
existentes en promedio durante 2003. Si bien esta alza repercutiría
favorablemente sobre nuestras exportaciones, la persistencia de las subas
podrían impactar de manera indirecta a través de una disminución del
crecimiento global esperado para 2005.
Por otro lado, esas subas
han reforzado la posibilidad de que la FED se vea obligada a intensificar el
ritmo, por ahora moderado, con que ha venido corrigiendo al alza sus tasas de
interés de referencia. Si bien las subas han sido graduales, se ha notado ya
cierto efecto negativo sobre el flujo de capitales a los países en desarrollo,
y un ciclo alcista más pronunciado de las tasas de interés internacionales
podría complicar el financiamiento externo de varias economías de la región. Una
eventual acentuación del ciclo alcista en las tasas de interés frente a la
persistencia del alto precio del petróleo podría conducir a una corrección en
el valor de las propiedades inmobiliarias y a una reversión de los planes de
gasto de los consumidores norteamericanos, con consecuencias probablemente
negativas sobre la tasa de crecimiento mundial.
Cabe destacar, no
obstante, que la configuración de robustos equilibrios macroeconómicos básicos
(externos y fiscales) y la flotación (administrada) del tipo de cambio
encuentra en la actualidad a la economía mejor
preparada para lidiar con cambios adversos en el clima económico global,
algo que ha sido reforzado por las modificaciones en la estructura y perfil de
las obligaciones como consecuencia de la reciente reestructuración de la deuda
pública.
En virtud de todo ello, las
perspectivas actuales permitirían la elaboración de escenarios macroeconómicos
aún más optimistas respecto de las posibilidades de crecimiento para lo que
resta de este año y para los próximos períodos. Sin embargo, es preferible
mantener un escenario moderado por motivos prudenciales, más aún tratándose de
proyecciones para el presupuesto nacional.
1.4. Proyecciones macroeconOmicas
Luego del importante
crecimiento alcanzado en los últimos tres años y medio (desde abril 2002), las
perspectivas para 2005 sugieren una
continuidad de la expansión, aunque naturalmente se espera que la tasa de
incremento interanual del PIB irá convergiendo gradualmente a niveles
compatibles con un ritmo de crecimiento sostenible en el largo plazo.
El crecimiento de la tasa de
inversión, las consecuentes mejoras
en la evolución de la productividad, un panorama holgado en el sector externo, una situación fiscal que se ubicará en línea con los nuevos compromisos
asumidos y un manejo prudente en el
plano monetario, garantizan para el año en curso la continuidad del entorno
de inflación moderada, más allá de
la reciente aceleración transitoria de los precios y de algunos
reacomodamientos de precios relativos aún pendientes. La continuidad del
crecimiento y la estabilidad del entorno macroeconómico permiten proyectar
nuevas ganancias en la creación de
empleos, reducciones adicionales en
la tasa de desocupación y, junto a mejoras
sostenibles en los ingresos reales de las familias, nuevas caídas en los índices de pobreza e
indigencia.
Dentro de este marco y dadas las
previsiones para las variables internacionales, las proyecciones para el año
2005 son las siguientes: una pauta de crecimiento del PIB real del 7,3% y una
inflación minorista aproximada al 10,6% (IV Trim. 2005 versus IV Trim.2004). En
cuanto al año 2006, se prevé un crecimiento en términos reales de 4%, con una
inflación minorista del 8,6%, y un tipo de cambio nominal promedio de 2,97
pesos.
El cuadro
superior presenta
las proyecciones para el período 2005-2008 correspondientes al Producto Interno
Bruto y a los principales componentes de la oferta y la demanda agregada final
a precios corrientes. También se presentan las tasas de variación nominales y
reales (a precios constantes de 1993) correspondientes al mismo período, así
como las tasas de variación de los índices de precios implícitos de cada uno de
los componentes. Cabe destacar que se trata de proyecciones de grandes
agregados macroeconómicos, cuya evolución promedia los comportamientos de
precios y cantidades de distintos sectores.
El cuadro inferior resume la evolución del IPC, del Tipo de
Cambio Nominal y la evolución de las Exportaciones e Importaciones, expresadas
en millones de dólares.
|
|
|
|
|
|
|
|
|
PIB |
Consumo |
Inversión |
Exportaciones |
Importaciones |
|
2004 Millones de $ corrientes |
447.644 |
331.015 |
85.800 |
113.063 |
81.324 |
|
Variaciones
reales (%) |
9,0% |
8,3% |
34,4% |
8,1% |
40,1% |
|
Variaciones
nominales (%) |
19,1% |
18,0% |
50,8% |
20,4% |
52,3% |
|
Variación
(%) Precios implícitos |
9,2% |
8,9% |
12,2% |
11,4% |
8,7% |
|
2005 Millones de $ corrientes |
525.331 |
391.772 |
110.562 |
127.117 |
100.668 |
|
Variaciones
reales (%) |
7,3% |
6,4% |
18,0% |
14,0% |
19,0% |
|
Variaciones
nominales (%) |
17,4% |
18,4% |
28,9% |
12,4% |
23,8% |
|
Variación
(%) Precios implícitos |
9,4% |
11,2% |
9,2% |
-1,4% |
4,0% |
|
2006 Millones de $ corrientes |
593.974 |
441.453 |
127.976 |
138.401 |
113.103 |
|
Variaciones
reales (%) |
4,0% |
3,5% |
7,9% |
4,2% |
10,2% |
|
Variaciones
nominales (%) |
13,1% |
12,7% |
15,8% |
8,9% |
12,4% |
|
Variación
(%) Precios implícitos |
8,7% |
8,9% |
7,3% |
4,5% |
2,0% |
|
2007 Millones de $ corrientes |
658.426 |
492.763 |
142.602 |
151.557 |
127.743 |
|
Variaciones
reales (%) |
3,5% |
3,7% |
4,8% |
4,9% |
8,9% |
|
Variaciones
nominales (%) |
10,9% |
11,6% |
11,4% |
9,5% |
12,9% |
|
Variación
(%) Precios implícitos |
7,1% |
7,6% |
6,4% |
4,3% |
3,7% |
|
2008 Millones de $ corrientes |
729.180 |
548.249 |
158.579 |
166.399 |
143.295 |
|
Variaciones
reales (%) |
3,5% |
3,7% |
4,4% |
4,2% |
6,9% |
|
Variaciones
nominales (%) |
10,7% |
11,3% |
11,2% |
9,8% |
12,2% |
|
Variación
(%) Precios implícitos |
7,0% |
7,3% |
6,5% |
5,4% |
5,0% |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
2005 |
2006 |
2007 |
2008 |
|
Tipo de cambio $/u$s |
2,90 |
2,97 |
3,03 |
3,12 |
|
Variación % IPC (promedios) |
9,3 |
9,1 |
8,1 |
7,5 |
|
Variación % IPC (IV Trimestre) |
10,6 |
8,6 |
8,0 |
7,2 |
|
Variación % IPIM (promedios) |
7,2 |
7,4 |
6,6 |
6,7 |
|
Exportaciones FOB (M dólares) |
39.212
|
41.275
|
44.413
|
47.341 |
|
Importaciones CIF (M dólares) |
28.508
|
31.513
|
34.922
|
38.043 |
El presente conjunto de proyecciones
refleja un patrón de crecimiento sustentable donde la economía va convergiendo
a su tasa de crecimiento de largo plazo, que a los fines del ejercicio
presupuestario se asume como moderada. Su desaceleración con respecto a aquellas
observadas durante los últimos tres años resulta del cierre gradual de la
amplia brecha del producto generado con el colapso de la convertibilidad. De
esta manera se espera que la economía gradualmente arribe a un crecimiento de
largo plazo a través de una transición suave, donde la inversión alcanzará
niveles compatibles con la acumulación del stock de capital de largo plazo y el
tipo de cambio real sufrirá una lenta apreciación hacia su valor de equilibrio
lo cual derivará en la reducción de la abultada cuenta corriente superavitaria
que todavía presenta nuestra economía.
1.5. LA
EJECUCIÓN DEL PRESUPUESTO NACIONAL EN EL PRIMER SEMESTRE DE 2005
La gestión financiera de la Administración Pública Nacional en base devengado (Administración
Central, Organismos Descentralizados e Instituciones de Seguridad Social)
durante el primer emestre de 2005, puede observarse en el siguiente cuadro:
EJECUCION PRESUPUESTO NACIONAL |
||||
|
En Millones de Pesos |
||||
|
CONCEPTO |
2005 |
Ejecución
I Semestre 2005 |
%
Ejecución |
|
|
|
|
|
|
|
|
Recursos Totales |
90.363,5 |
43.959,9 |
48,6 |
|
|
- Corrientes |
89.157,9 |
43.431,7 |
48,7 |
|
|
- Capital |
1.205,6 |
528,2 |
43,8 |
|
|
|
|
|
|
|
|
Gastos Totales |
83.660,0 |
38.497,8 |
46,0 |
|
|
- Corrientes |
74.367,9 |
34.351,1 |
46,2 |
|
|
- Capital |
9.292,1 |
4.146,7 |
44,6 |
|
|
|
|
|
|
|
|
Resultado |
6.703,5 |
5.462,1 |
81,5 |
|
|
|
|
|
|
|
En el período analizado, la Administración Pública Nacional
tuvo un superávit de $ 5.462,1 millones, lo cual representó un
excedente de recursos del 14,2% respecto
de los gastos corrientes y de capital, que se destinó, fundamentalmente, a la
amortización de deuda pública. El
resultado financiero positivo del primer semestre obedeció a la mejora de los
ingresos tributarios, por el comportamiento de la actividad económica y las
acciones orientadas al fortalecimiento de la administración tributaria,
superando al resultado estimado en el presupuesto vigente. Por su parte, el
resultado primario –que no comprende los intereses de la deuda- presentó un
superávit de $ 11.277,8 millones.
Los recursos
totales percibidos durante el primer semestre de 2005, con respecto a la
proyección anual de recursos se ubicaron en el
48,6%. Los recursos corrientes, que constituyeron prácticamente la
totalidad de los recursos percibidos por la Administración Nacional, están
conformados en su mayor parte por los ingresos tributarios y las contribuciones
a la seguridad social, los que ascendieron a $ 34.675,2 millones y $ 7.118,8
millones, respectivamente.
Dentro de los recursos tributarios destinados a la
Administración Nacional, o sea descontando los fondos coparticipables a las
provincias, tuvieron mayor significación el Impuesto a las Ganancias ($ 9.933,1 millones), el Impuesto al
Valor Agregado ($ 8.863,8 millones), al Comercio Exterior ($
7.815,1 millones), los impuestos sobre Créditos y Débitos Bancarios ($
3.775,6 millones) y a los Combustibles
($ 1.691,1 millones) que representaron el
73,0% del total de recursos tributarios.
La tasa de variación de la
recaudación tributaria (18,7%) durante el primer semestre de 2005 con relación a
igual período del año anterior está determinada, fundamentalmente, por el nivel
alcanzado en los impuestos al Valor Agregado, al Comercio Exterior, a las
Ganancias y sobre los Créditos y Débitos Bancarios.
Los ingresos derivados
del Impuesto al Valor Agregado, neto de reintegros a los exportadores,
aumentaron 22,1% debido a la mejora en la actividad económica, al aumento del
consumo y las importaciones y al incremento del nivel general de precios.
Los recursos provenientes del Comercio Exterior registraron un aumento de 21,8% explicado por los mayores montos percibidos por aranceles de importación (19,0%), dado el crecimiento de las importaciones que viene acompañando la recuperación de la actividad económica (34,3%) y los mayores ingresos por derechos de exportación (22,7%), producto del aumento en el nivel de las exportaciones (13,3%), la elevación de las alícuotas pagadas por los hidrocarburos y combustibles y la suba del precio del petróleo crudo.
La recaudación del
impuesto a las Ganancias experimentó un crecimiento de 13,6%, originado en el
aumento en los pagos de anticipos de las sociedades, en los mayores ingresos
provenientes de los distintos regímenes de retención y percepción y en el
diferimiento de los vencimientos
correspondientes a retenciones y anticipos sobre las remuneraciones de
los trabajadores en relación de dependencia que se realizó en el ejercicio
2005, en cinco cuotas.
Los ingresos por el
Impuesto sobre los Créditos y Débitos Bancarios presentaron un incremento
de 22,4%, que se explica por el
aumento en el monto de las transacciones bancarias gravadas, atribuible a la
variación en el nivel de actividad económica.
También los ingresos por
Contribuciones a la Seguridad Social fueron 24,2% superiores a los del año
anterior. Dicho aumento se justifica, fundamentalmente, por los incrementos de
la cantidad de cotizantes y de la remuneración imponible y por la elevación del
límite máximo de la remuneración sujeta a contribuciones a cargo de los
empleadores.
Por último, los recursos de capital se incrementaron 94,3%
debido, principalmente, a la percepción, durante el primer semestre, de las
transferencias provenientes del Fondo Fiduciario de Infraestructura del Sistema
de Transporte, destinadas a financiar obras de infraestructura en el ámbito de
la Dirección Nacional de Vialidad.
Los gastos totales de la Administración Pública Nacional en el primer
semestre del año devengaron el 46,0% del total autorizado para el ejercicio,
totalizando $ 38.497,8 millones. Este monto representa un incremento del 34,5%
($ 9.872,4 millones) respecto a igual período del año anterior, mientras que el
gasto primario (no incluye intereses) ascendió a $ 32.682,1 millones, lo que
implica un aumento del 22,6% ($6.793,5 millones). Seguidamente se
señalan las principales variaciones de los gastos totales:
-
Incidencia del pago de los intereses atrasados desde
diciembre de 2003, correspondientes a los nuevos bonos emitidos tras la
reestructuración de la deuda en cesación de pagos –bonos PAR y Discount– ($
2.442,5 millones) y la continuidad en la atención de los servicios de la deuda
con organismos internacionales de créditos, préstamos garantizados y BODEN ($
636,5 millones).
- Aumento en las prestaciones de la seguridad social, principalmente, como consecuencia de la variaciones graduales en el haber mínimo de las prestaciones del régimen previsional público ($260 en junio y $ 308 en septiembre de 2004, dado el incremento del 10% en los haberes inferiores a $ 1.000) con incidencia sobre las pensiones no contributivas y a los beneficios de ex – combatientes ($ 1.364,3 millones).
-
Planes Federales de Vivienda financiados por el Tesoro
Nacional ($ 593,9 millones).
-
Incremento del 50% en la asignación por hijo e hijo
discapacitado, tanto para trabajadores en relación de dependencia como para
beneficiarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP), y en
los topes máximos de remuneraciones para la inclusión de las prestaciones
correspondientes - Decreto Nº1.691/2004 ($ 457,7 millones).
-
En materia energética, préstamos otorgados al Fondo
Unificado Eléctrico, acciones para la sustentabilidad del suministro eléctrico
a la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista y ejecución de
fondos energéticos ($ 429,9 millones).
-
Obras de mantenimiento y construcción de infraestructura vial
de la Dirección Nacional de Vialidad ($ 401,6 millones).
-
Pago de los honorarios a los agentes organizadores del
proceso de reestructuración de la deuda pública ($ 349,7 millones).
-
Universidades Nacionales ($ 289,0 millones).
-
Atención de la Seguridad Alimentaria, Atención de Grupos
Vulnerables y Promoción del Empleo Social, Economía Social y Desarrollo Local
($ 254,7 millones).
-
Incidencia de la mayor recaudación en el impuesto a las
ganancias que financia las mayores transferencias para infraestructura básica y
social a provincias ($ 243,4 millones).
-
Continuidad en la atención del Fondo de Incentivo Docente
($ 214,3 millones).
-
Subsidios para gastos de explotación e inversión de las
empresas ferroviarias ($ 201,4 millones).
-
Asistencia financiera a empresas públicas –especialmente
a Yacimientos Carboníferos de Río Turbio y al Ente Binacional Yacyretá–, y
capitalización de Energía Argentina S.A. (ENARSA) ($ 187,0 millones).
-
Otras obras públicas bajo la órbita del Ministerio de Planificación,
Inversión Pública y Servicios, tales como acciones para “Más Escuelas Mejor
Educación”, Formulación, Programación y Control de Obras Públicas, obras
municipales y de mejoramiento de barrios y proyecto Transporte Urbano de Buenos
Aires – Etapa II, entre otras ($ 135,7 millones).
-
Coparticipación Federal a la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires y a la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico
Sur, debido a la evolución positiva de la recaudación que la constituye ($ 87,1
millones).
A continuación se incorpora un detalle de los gastos por
concepto durante el período analizado.
ADMINISTRACION PUBLICA NACIONAL |
|||
|
En Millones de Pesos |
|||
|
CONCEPTO |
Ejecución I Sem.
2005 |
Porcentaje
Devengado |
Estructura
Porcentual |
|
|
|
|
|
GASTOS CORRIENTES
|
34.351,1 |
46,2 |
89,2 |
|
Remuneraciones |
4.285,4 |
45,6 |
11,1 |
|
Bienes y Servicios |
1.822,8 |
38,7 |
4,7 |
|
Rentas de la Propiedad |
5.822,3 |
56,9 |
15,1 |
|
Prestaciones de la Seguridad Social |
11.680,3 |
45,8 |
30,3 |
|
Transferencias al Instituto Nacional de
Servicios Sociales p/Jubilados y Pensionados |
435,4 |
46,2 |
1,1 |
|
Transferencias por Asignaciones Familiares |
1.718,6 |
55,4 |
4,5 |
|
Transferencias a Provincias y Municipios |
4.158,7 |
44,4 |
10,8 |
|
Transferencias a Universidades |
1.312,0 |
45,6 |
3,4 |
|
Otros Gastos |
3.115,5 |
37,8 |
8,1 |
|
GASTOS DE CAPITAL |
4.146,7 |
44,6 |
10,8 |
|
Transferencias a Provincias y Municipios |
2.347,8 |
56,7 |
6,1 |
|
Otros Gastos |
1.798,9 |
34,9 |
4,7 |
|
|
|
|
|
|
TOTAL |
38.497,8 |
46,0 |
100,0 |
Del análisis de la composición del total del gasto de la
Administración Nacional, surge que el 30,3% se destinó a atender las
jubilaciones y pensiones administradas por la Administración Nacional de la
Seguridad Social (ANSeS), las fuerzas de defensa y de seguridad, el Poder
Judicial (magistrados y funcionarios retirados y jubilados), y las pensiones no
contributivas.
En orden de importancia siguen las rentas de la propiedad,
las transferencias a provincias y municipios (corrientes y de capital), y las
remuneraciones, con una participación del 16,9%, 15,1% y 11,1% del gasto total,
respectivamente.
Complementariamente, se expone a continuación la información
correspondiente a la ejecución del gasto durante el primer semestre de 2005
según la clasificación por finalidades y principales funciones.
ADMINISTRACION PUBLICA NACIONAL |
|||
|
En Millones de Pesos |
|||
|
CONCEPTO |
Ejecución I Sem.
2005 |
Porcentaje
Devengado |
Estructura
Porcentual |
|
|
|
|
|
|
ADMINISTRACION GUBERNAMENTAL |
2.445,2 |
41,5 |
6,4 |
|
SERVICIOS DE DEFENSA Y SEGURIDAD |
2.607,5 |
43,4 |
6,8 |
|
SERVICIOS SOCIALES |
24.251,1 |
46,0 |
63,0 |
|
Salud |
1.204,3 |
40,8 |
3,1 |
|
Promoción y Asistencia
Social |
2.816,3 |
50,6 |
7,3 |
|
Seguridad Social |
14.308,4 |
45,9 |
37,2 |
|
Educación
y Cultura |
2.431,2 |
43,7 |
6,3 |
|
Ciencia y Técnica |
490,4 |
38,7 |
1,3 |
|
Trabajo |
1.813,1 |
47,8 |
4,7 |
|
Vivienda y Urbanismo |
1.068,4 |
52,6 |
2,8 |
|
Agua Potable y
Alcantarillado |
118,8 |
33,8 |
0,3 |
SERVICIOS ECONOMICOS
|
2.935,9 |
36,6 |
7,6 |
|
Energía, Combustible y
Minería |
1.075,7 |
36,4 |
2,8 |
|
Comunicaciones |
80,6 |
40,3 |
0,2 |
|
Transporte |
1.475,9 |
42,5 |
3,8 |
|
Ecología y Medio Ambiente |
32,2 |
24,3 |
0,1 |
|
Agricultura |
158,4 |
41,4 |
0,4 |
|
Industria |
54,2 |
10,6 |
0,1 |
|
Comercio, Turismo y Otros
Servicios |
48,6 |
37,4 |
0,1 |
|
Seguros y Finanzas |
10,3 |
4,5 |
0,0 |
DEUDA PUBLICA
|
6.258,1 |
56,6 |
16,3 |
|
|
|
|
|
TOTAL
|
38.497,8 |
46,0 |
100,0 |