7ª REUNIÓN –
7ª SESIÓN ORDINARIA (ESPECIAL)
Presidencia
de los señores diputados Emilio Monzó, José Luis Gioja y Pablo Gabriel Tonelli
Secretarios:
don Eugenio Inchausti, ingeniera Florencia Romano y licenciada María Luz Alonso
Prosecretarios:
doña Marta Alicia Luchetta y doctor Marcio Barbosa Moreira
Lista de
asistencia
Lista de
asistencia
SUMARIO
1. Izamiento de la bandera nacional.
2. Himno Nacional Argentino.
3. Convocatoria a sesión especial.
4. Consideración conjunta de proyectos de
resolución y declaración por los que se expresa el repudio de la Honorable
Cámara a los hechos ocurridos el 10 de noviembre de 2019 en el Estado
Plurinacional de Bolivia, los que obligaron al presidente Juan Evo Morales Ayma
a renunciar a su mandato. Se sanciona un
proyecto de resolución.
5. Apéndice:
I. Inserciones solicitadas por los señores diputados:
1. XXX
-
En la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, a los trece días del mes de noviembre de 2019, a la hora 16 y 25:
- 1 -
Sr. Presidente (Monzó).- Con la presencia de 129 señores
diputados queda abierta la sesión especial convocada conforme al requerimiento
efectuado por varios señores diputados en número reglamentario.
Invito a la señora
diputada por el distrito electoral de Catamarca doña Verónica Elizabeth Mercado
y al señor diputado por el distrito electoral de Salta don Javier David a izar
la bandera nacional en el mástil del recinto.
- Puestos de pie los señores diputados
y el público presente, la señora diputada doña Verónica Elizabeth Mercado y el
señor diputado don Javier David proceden a izar la bandera nacional en el
mástil del recinto. (Aplausos en las
bancas y en las galerías.)
- 2 -
Sr. Presidente (Monzó).- Invito a los señores diputados y al
público presente a entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino, que será
interpretado por un cuarteto integrado por músicos de la orquesta de cámara del
Congreso de la Nación.
- Puestos de pie, los señores
diputados y el público presente entonan las estrofas del Himno Nacional
Argentino. (Aplausos en las bancas y en
las galerías.)
- 3 -
Sr. Presidente (Monzó).- Por Secretaría se dará lectura de la
resolución dictada por la Presidencia mediante la que se convoca a sesión
especial.
Sr. Secretario (Inchausti).- Dice así: “Visto la presentación
efectuada por el señor diputado Felipe Solá y otros señores diputados y señoras
diputadas, y la posterior solicitud de ampliación de temario, por la que se
solicita la realización de una sesión especial para el día 13 de noviembre de
2019 a las 15 y 30 horas a fin de considerar varios expedientes, y considerando
los artículos 35 y 36 del reglamento de la Honorable Cámara, el presidente de
la Honorable Cámara de Diputados de la Nación resuelve: Artículo 1°.- Citar a los señores diputados y a
las señoras diputadas para el día 13 de noviembre de 2019 a las 15 y 30 horas a
fin de considerar los siguientes expedientes:
“Expediente 5.052-D.-2019, de resolución. Expresar repudio
al golpe de Estado perpetrado en Bolivia que obligó a la presentación de la
renuncia del presidente Evo Morales Aymá y su vicepresidente Álvaro García
Linera para preservar la paz. Instar al inmediato cese del golpe de Estado y de
la injerencia de las fuerzas armadas y de seguridad y apelar al
restablecimiento del orden constitucional y la democracia.
“Expediente 5.053-D.-2019. De declaración. Expresar
profundo rechazo al golpe de Estado cívico-militar llevado a cabo el día
10/11/2019 en el Estado Plurinacional de Bolivia que obligó a su presidente
Juan Evo Morales Aymá y a otros funcionarios de su gabinete a renunciar a su
mandato.
“Expediente 5.054-D.-2019, de resolución. Expresar repudio
y rechazo a los graves acontecimientos que se viven en la hermana República de
Bolivia, en
particular a las reiteradas y sistemáticas violaciones a los derechos del
pueblo, cometidas por las fuerzas policiales del Estado y militares.
“Expediente 5.055-D.-2019. De resolución. Repudiar el
golpe de Estado perpetrado en la República Plurinacional de Bolivia contra el
presidente Evo Morales, quien anunciara su renuncia el pasado 10 de noviembre
del corriente tras consumarse el golpe de Estado con la exigencia de renuncia
de las Fuerzas Armadas.
“Expediente
5.056-D.-2019. De resolución.
Repudiar enérgicamente el golpe de Estado que se está perpetrando en la
República de Bolivia y que ha llevado a la “renuncia” de su presidente, Evo
Morales.
“Expediente
5.067‑D.-2019. De resolución.
Expresar repudio al golpe de Estado perpetrado en el Estado Plurinacional de
Bolivia, y otras cuestiones conexas.”
El artículo 2° es de forma.
Sr. Presidente (Monzó).- Invito a la Cámara a pasar a un
breve cuarto intermedio en las bancas y convoco a los presidentes de bloque a
una reunión en el Salón de los Bastones y Galeras a efectos de planificar el
desarrollo de la sesión.
-
Se pasa a un
breve cuarto intermedio.
-
Luego de unos instantes:
Sr.
Presidente (Monzó).- Continúa la sesión.
Esta
Presidencia informa que un sector político ha acercado hasta esta mesa un texto
consensuado de los proyectos incluidos en el pedido de sesión especial. Otros
sectores políticos han acercado otros textos consensuados. En total, son tres.
Por
consiguiente, se requieren los dos tercios de los votos de los miembros
presentes para habilitar la consideración los tres textos mencionados.
Se
va a votar.
-
Resulta afirmativa.
Sr.
Presidente (Monzó).- Queda aprobada la moción.
Por
Secretaría se dará lectura de los tres textos.
Sr.
Secretario (Inchausti).- El primer texto dice así: “Expresar su profundo repudio al golpe
de Estado perpetrado el 10 de noviembre de 2019 en el Estado Plurinacional de
Bolivia, que obligó a su presidente Juan Evo Morales Ayma y otros/as
funcionarios/as del Gabinete a renunciar a su mandato.
“Convocar
a todo el arco político de la región a exigir el cese inmediato de la
persecución y violación de derechos humanos de funcionarios/as, dirigentes/as
políticos/as, sociales, sindicales, feministas y de la población en general.
“Exhortar
al pronto restablecimiento de las libertades democráticas y el orden
constitucional subvertido por la policía y las fuerzas armadas, sin
proscripciones.”
Otro
de los textos dice lo siguiente: “Ratificar el compromiso con la Cláusula
Democrática de la OEA y el Protocolo de Ushuaia del Mercosur.
“Repudiar
los ataques contra el sistema democrático sufridos por el Estado Plurinacional
de Bolivia, las condenables intervenciones policiales y militares en el proceso
político, como así también las gravísimas alteraciones a la voluntad popular
que desembocaron en el anuncio de una nueva convocatoria a elecciones
presidenciales.
“Rechazar
cualquier golpe contra la democracia y todo tipo de violencia, apoyando las
autoridades constitucionales y la alternancia democrática.
“Abogar
por el inmediato restablecimiento pleno del Estado de derecho que garantice la
paz en el pueblo de Bolivia a través de la convocatoria y realización de elecciones
con total transparencia, y la vigencia irrestricta de sus normas
constitucionales.”
El
tercer texto dice así: “Expresar su repudio ante el golpe de Estado perpetrado
en el Estado Plurinacional de Bolivia.
“Expresar
su repudio ante los actos de violencia perpetrados por agentes de las fuerzas
policiales y las fuerzas armadas y por los sectores que respaldan al gobierno
saliente y, en especial, ante la radicalización y manifestaciones de racismo y
discriminación expresadas por los sectores de derecha.
“Solidarizarse
con las víctimas del pueblo boliviano, esperando que esta grave situación
concluya rápidamente, y entendiendo primordial preservar la seguridad de todos
los habitantes del Estado Plurinacional de Bolivia.
Castellano “Instar a los organismos
internacionales a arbitrar los medios para preservar la observancia y
protección de los derechos humanos ante el vacío de poder en el Estado
Plurinacional de Bolivia, y a establecer un diálogo entre los actores moderados
para reanudar el proceso electoral, a fin de restablecer cuanto antes el estado
de derecho. Expresar su rechazo ante cualquier práctica inconstitucional
cometida por los gobiernos electos para alterar las reglas democráticas y los
resultados electorales.”
- 4 -
Sr.
Presidente (Monzó).- En consideración los proyectos de resolución y de declaración,
cuyos textos acaban de ser leídos por Secretaría.
Tiene la palabra el señor diputado Solá, por Buenos
Aires.
Sr.
Solá.- Señor presidente: no hay ninguna duda de
que este fin de semana hubo un golpe de Estado en Bolivia.
Entre
hombres y mujeres políticos no tiene sentido empezar a discutir técnicamente de
qué se trata un golpe de Estado. Esta no es una academia; este es el lugar de
la representación del pueblo de la República Argentina. Yo vengo, por el
contrario, a plantear ‑en lugar del análisis de por qué es un golpe de
Estado o no‑ qué pasa con las conciencias políticas personales e
individuales de cada uno de nosotros como representantes del pueblo ‑obviamente‑
frente a semejante nivel de violaciones a todas las normas, tal como hemos
estado observando en la hermana república.
Está
claro que se quebró el Estado de derecho.
El
domingo pasado el presidente Evo Morales convocó nuevamente a elecciones,
corrigiendo seguramente errores previos, pero los errores políticos se pagan en
las urnas y los éxitos también se cobran en las urnas; no en los estrados de la
OEA ni en ningún otro lado. Inmediatamente después reemplazó a los funcionarios
del Tribunal Superior Electoral y aceptó que fueran ocupados por opositores
electorales muchísimos puestos.
La
oposición convocó a movilizaciones en las calles. Desde el primer momento esas
movilizaciones en las calles fueron violentas, y además el nivel de violencia
mostró que había una coordinación previa de todos esos movimientos. No existe
nada espontáneo en la calle, casi nada. Por lo tanto, lo que vimos en Bolivia
fue coordinado y preparado desde mucho tiempo antes.
El
presidente Morales solicitó la intervención, primero, de la policía. Pero los
policías comenzaron a acuartelarse en Cochabamba, y se acuartelaron en casi
todas las ciudades importantes de Bolivia. No respondieron al mando
institucional.
Acto
seguido, convocó al ejército y el general Kaliman sostuvo que iba a defender la
democracia de Bolivia como si ella fueran los bienes, las cosas o no se sabe
qué, pero nunca al presidente y el Estado de derecho. Se quedaron en sus
cuarteles.
A
partir de ese momento, el presidente constitucional del Estado Plurinacional de
Bolivia, con errores o no, quedó en lo que podemos llamar una zona liberada,
absolutamente desguarnecido y sin mando, estando las calles cada vez más llenas
de vandalismo y, sobre todo, de bandas que buscaban específicamente a miembros
del partido oficialista y ponían en peligro no solo la vida de ellos, sino
también la de las máximas autoridades.
La
renuncia de Evo Morales Aymá es la de alguien absolutamente condicionado por
las circunstancias físicas; no políticas. Si se lee el texto de la renuncia se
verá que es el mismo que hubiera escrito con un revólver en la cabeza.
Por
lo tanto, es una renuncia que debería haber sido rechazada, según la
Constitución del país, por la propia Asamblea, porque así lo establece. Pero
Evo Morales no podía llegar a la Plaza Murillo ni al Palacio Quemado ni tampoco
al Congreso boliviano. Evo Morales no podía llegar, ni siquiera, a la ciudad de
La Paz. Evo Morales tenía que estar escondido porque su vida estaba en peligro.
El
mandato constitucional, entonces, quedó interrumpido por circunstancias que
están absolutamente reñidas con el sistema democrático.
El
presidente tuvo que exiliarse en México. Quienes han escuchado al canciller
mexicano, Marcelo Ebrard, habrán notado con qué grado de especificidad contó
cómo fue el periplo para que entrara el avión de la fuerza aérea mexicana a
suelo boliviano, y después para que saliera. Y, adicionalmente, también para
que atravesara los cielos de distintas naciones sudamericanas.
La
primera nación sudamericana, además de México, que brindó inmediatamente su
apoyo y la posibilidad de asilo fue la República de Paraguay, y hay que
decirlo. Por eso el avión que transportaba a Evo Morales bajó en Asunción.
Finalmente,
después de todas esas peripecias y de ser recibido como si fuera un presidente
en ejercicio por el canciller de México, hay que decir que él y su presidente, Andrés
Manuel López Obrador, llevaron a cabo una tarea titánica para lograr que el
presidente de Bolivia, sin la renuncia aceptada, llegara a tierra mexicana.
También
hay que decir que el presidente electo de la Argentina, Alberto Fernández,
dedicó dos días enteros a hablar con todo aquel que pudiera con tal de
garantizar la vida del presidente de Bolivia.
Después
de estos acontecimientos vividos el fin de semana, después de la angustia que
sé que muchos de ustedes han sentido por ser hombres y mujeres políticos -sean
opositores o sean oficialistas- quiero recalcar que no me cabe duda de que han sentido
angustia, porque son argentinos y argentinas que han recordado otros tiempos,
otros dolores.
Todavía
hay gente que afirma que en Bolivia no hubo un golpe de Estado.
Señor
presidente: hay que poner un límite. Los parlamentos mundiales, y el parlamento
argentino –vecino de Bolivia‑, que representa a un país que tiene una
comunidad boliviana enorme, a la que respetamos y queremos, deben poner un
límite claro y contundente.
¿Qué
puede pasar si no lo hiciéramos? Si hoy no lo hacemos, vamos a avalar la
violencia y la violación de los derechos humanos en un país hermano, y vamos a
permitir la persecución de representantes del pueblo que son tan representantes
como nosotros y, por ser miembros del partido de Evo Morales, han tenido que
guarecerse y escapar.
A
muchos de ustedes les han llegado mensajes de terror de parte de gente
vinculada con el ámbito político en la hermana república de Bolivia.
Por
lo tanto, si no lo hiciéramos, también estaríamos desandando décadas de
democratización en Latinoamérica, permitiendo el debilitamiento del Estado de
derecho en toda la región y perdiendo calidad democrática.
Asimismo,
estaríamos traicionando nuestras convicciones más íntimas y nuestra principal
convicción, es decir, que creemos profundamente en la política como método de
representación, de gestión y de solución de los graves problemas que pueden
estallar en cada país ‑tanto en el nuestro como en otros‑ y en la
mediación de la política, a la que ahora se renuncia completamente y se la
reemplaza por las patotas en las calles.
Peronistas
y radicales ‑y la gente que no es ni peronista ni radical‑ saben lo
que son los golpes de Estado, porque también los han sufrido desde 1930. No
dudamos en denominar como golpes de Estado los que han ocurrido en nuestros países.
Entonces,
¿por qué se duda en el caso de Bolivia? ¿Qué tecnicismo existe que pueda
ocultar el instinto cívico y la naturaleza democrática que tiene aquel que se
dedica a la política, que se presenta en una lista y se hace elegir por el
pueblo para representarlo en esta casa?
¿Qué
cuestión académica puede haber para decir que no estamos frente a un golpe de
Estado, cuando la Constitución establece la forma en que debe renunciar el
presidente de Bolivia si quiere hacerlo? El presidente no pudo, ni siquiera,
llegar a la ciudad capital. Si, en
cambio, esta Honorable Cámara declara
que sí hubo un golpe de Estado, lo condena y deja claro su compromiso para con
el pueblo y la Constitución de Bolivia, vamos a disipar los temores de que en
América Latina estemos regresando, como parece muchas veces, a los tiempos más
oscuros de todos. ¿O no existe ese temor en la mayoría de ustedes? ¿Creen que
pueden alejarse de esa posibilidad, piensen como piensen?
Es
fundamental defender hoy lo que hay que defender para no llorar mañana lo que
no supimos defender. Si aprobamos esta condena, vamos a contribuir, además, a
la pacificación en Bolivia, porque lo que se dice en la Argentina rebota
fuertemente en Bolivia.
Nosotros
explicamos el 30 por ciento de los ingresos de Bolivia solo por su exportación
de gas a nuestro país. La Argentina influye no solo en Bolivia, sino también en
aquellos que hoy están en posición de enfrentar un mayor grado de violencia
sobre el pueblo boliviano o de desatar una guerra civil, que es lo que hubiera
ocurrido si no hubiéramos logrado proteger al mandatario, a su vice y a los
principales buscados. Los hubieran asesinado y en este momento estaríamos ante
un baño de sangre fenomenal en Bolivia. Bolivia está partida.
Si
aprobamos esta declaración, también tenderemos una mano amiga a nuestros
hermanos legisladores bolivianos para que puedan ellos, con nuestro respaldo,
encontrar una solución a esta volatilidad y anarquía absolutas. Si lo
hiciéramos, ayudaríamos también a encauzar el proceso democrático en toda
Bolivia y que se llame a elecciones libres, transparentes, con todos los
controles que se requieran, tanto locales como externos, y, sobre todo, sin
proscripción de ninguna persona ni de ningún partido.
Si
hoy votamos a favor, lo más importante de todo es que estaremos contribuyendo a
que Bolivia pueda salir adelante y superar esta tremenda coyuntura en la que se
encuentra.
Señor
presidente: lamentablemente, hoy no tenemos en Latinoamérica los mecanismos de
mediación y de integración que tanto han servido en el pasado. Más allá de
cualquier crítica que se pueda hacer, esos mecanismos han sido efectivos para
manejar situaciones como estas. Pero no existen hoy. Estamos partidos,
divididos, atomizados, obedeciendo órdenes de otro lado, que no surgen de
América Latina.
En
estas circunstancias resulta muy importante que el Parlamento de la Argentina
se exprese, más allá de cómo piense acerca del señor Evo Morales Aymá, más allá
de cómo estime haya sido su gobierno, más allá de elogios y críticas, más allá
de estados de ánimo.
Pongamos
por delante la Constitución y las leyes. Animémonos a hacerlo, dejemos atrás
toda grieta, apostemos al futuro. Háganlo quienes hoy están en la futura
oposición, porque así también nos condicionarán a nosotros de la mejor manera
para llevar adelante nuestro gobierno. Tengamos gestos recíprocos de
comprensión, de solidaridad, de defensa de las instituciones y de la ley. Todo
lo demás será poco importante. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra el señor diputado Suárez Lastra, por la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Sr.
Suárez Lastra.- Señor presidente: en primer
lugar, quiero expresar nuestra empatía y solidaridad para con el pueblo hermano
de Bolivia en estos momentos de angustia, zozobra y convulsión.
Mientras
nosotros estamos debatiendo acá, en las calles ahora hay gente que se
manifiesta y dice “guerra civil ya”. Hace unos días, otra facción ganaba las
calles, amedrentaba y violentaba a funcionarios elegidos por el pueblo y en
ejercicio de sus funciones. Esto nos muestra una sociedad profundamente
convulsionada, que requiere de la solidaridad, la empatía y el acompañamiento
de todos los estamentos del pueblo argentino, particularmente del Congreso de
la Nación.
En
primer lugar, debemos expresar nuestro rechazo a esta situación anómala. Me
resisto a la discusión semiótica. Si queremos llamarlo golpe, llamémoslo golpe.
Yo creo que es un golpe. Pero, así como es un golpe, también tenemos que llamar
a todas las cosas por su nombre. El miembro informante, que acaba de hablar, se
refirió a errores prácticos en los comicios. Eso se llama fraude y es un robo a
la soberanía del pueblo. (Aplausos.)
Quiero
empezar por la salida para no confundirnos, porque es nuestra responsabilidad
como vecinos. ¿Cuál pensamos que es la mejor salida? La salida que va a
permitir que esta terrible situación que vive nuestro pueblo hermano se
resuelva. Para nosotros no hay ninguna duda de que la salida es que los cuerpos
institucionales de Bolivia funcionen sin deserción. No se puede desertar de la
Asamblea ni de las mayorías. No se puede amedrentar a los representantes del
pueblo para que ejerzan su posición. Debemos convocar a los representantes
legítimos del pueblo de Bolivia a una Asamblea Legislativa para que inicien un
proceso electoral limpio y transparente. Debemos hacerlo desde la autoridad y
la convicción que nos permiten a los argentinos ser líderes en la recuperación
democrática de América Latina.
América
Latina fue la tierra de las dictaduras y de los golpes militares. En la
República Argentina, con el gobierno del presidente Alfonsín, empezó la primera
transición democrática, que generó décadas de estabilidad y ausencia de golpes
de Estado en toda América Latina. En estos treinta años de democracia, veinte
presidentes no han terminado su mandato en nueve países de Latinoamérica.
Algunos los llamaron golpes de mercado; otros, golpes institucionales; otros,
directamente, no los llamaron golpes, y para otros fueron golpes judiciales.
Esta
anomalía sobre la que tenemos que trabajar nos obliga a ser muy serios y
responsables en nuestra propuesta. Por eso, nosotros proponemos una hoja de
ruta para el fortalecimiento de la democracia en América Latina.
Esta
hoja de ruta tiene un punto número uno, que es la defensa de la soberanía
popular en términos irrestrictos; tiene un punto número dos, que es el respeto
absoluto de la Constitución y la ley; tiene un punto número tres, que es el
sometimiento absoluto de las Fuerzas Armadas al poder civil, y tiene un punto
número cuatro, que es la realización de comicios libres y transparentes. En
este caso, deberían ser acompañados, revisados y resguardados por el conjunto
de la comunidad latinoamericana.
Tengamos
cuidado porque la historia argentina fue trágica y uno de los mayores problemas
que hemos tenido en la grieta política ha sido que una fuerza popular estuviera
sometida a la proscripción. Creo que, si hubo males en la República Argentina,
el mayor de todos fue que una fuerza popular estuviera proscripta. Si
condenamos esa posibilidad de proscripción, tengamos en claro que cuando la
Constitución y la ley impiden a un mandatario un ejercicio más, eso no es
proscripción. Vulnerar la Constitución para romper esa regla constitucional
también es una degradación de la democracia, que no debe permitirse.
Quiero concluir mi exposición con las
palabras de mi partido, la Unión Cívica Radical, que ante los primeros
acontecimientos en su primera declaración expresó públicamente: "Cuidar la
democracia en el continente implica un esfuerzo por calificarla. ¡No a las
trampas! ¡No a las injerencias externas! ¡No al golpe de Estado! Sí al
pluralismo, la democracia y la convivencia pacífica." (Aplausos.)
Sr. Presidente (Monzó).-
Tiene la palabra el señor diputado Carmona, por Mendoza.
Sr. Carmona.- Señor presidente: voy a comenzar mi exposición con una cita: “Lo que
aquí se ha olvidado, por militares y civiles, para mal del país y de las
propias organizaciones castrenses, es aquella regla de oro que se aplica y
prevalece en todas las naciones civilizadas del mundo, cualesquiera sean su
régimen político o su signo ideológico dominante y que determina que las
fuerzas armadas deben subordinarse a la autoridad civil institucionalmente
establecida.” Raúl Ricardo Alfonsín.
Con estas palabras de Alfonsín queda
claro que cuando la voluntad del Estado, de los gobernantes y del pueblo queda
subordinada al tutelaje militar, se acaba la democracia, hay golpe de Estado,
hay golpe cívico militar; esto es lo que está ocurriendo en el Estado
Plurinacional de Bolivia.
Hubo posiciones timoratas, se
expresaron posiciones tibias sobre la ruptura del orden constitucional. Hay
muchas formas de ruptura del orden constitucional y aquí estamos ante una forma
particular, el golpe de Estado cívico militar.
El presidente Macri y
su canciller Faurie han sostenido que no hay golpe de Estado. Están pisoteando
la tradición política y diplomática argentina, que se ha caracterizado por
hacer una defensa y promoción irrestricta de la democracia en nuestro
continente, tradición política y diplomática que se fortaleció a partir del año
1983, con la vuelta a la democracia.
Hoy nos sorprende que los partidarios
de aquel centenario partido, del que ha sido parte Raúl Alfonsín, titubeen en
relación con un golpe de Estado. Pretenden que las supuestas irregularidades
electorales o el supuesto fraude sean justificativos para una situación de
golpe de Estado. No es así, señor presidente. El fraude y las irregularidades
eventualmente comprobadas tienen otro remedio, son delitos electorales que
tienen las penas correspondientes. Son medidas que establecen el repudio
popular. Son acciones que se enmiendan, eventualmente, en caso de probarse, con
la realización de nuevas elecciones. En este caso resulta injustificable que se
esté mirando para otro lado, como lo hace el presidente Macri y el canciller
Faurie.
Nosotros exigimos, señor presidente,
que el gobierno argentino se exprese categóricamente en contra del golpe de
Estado, tal como hoy lo va a hacer esta Cámara de Diputados de la Nación y como
lo va a hacer esta semana el Congreso con la declaración del Senado nacional.
Quiero terminar mi exposición diciendo
que, de continuar con esta actitud, el presidente de la Nación y el canciller
están cometiendo un delito, como mínimo; es decir, están incumpliendo los
deberes de funcionario público. No están cumpliendo con la ley nacional que
consagra el Protocolo de Ushuaia, no están cumpliendo con la ley nacional que
consagra la Carta de la OEA, que ha sido mancillada a partir del accionar de su
secretario general, porque la defensa de la democracia se encuentra entre sus
objetivos fundacionales. Se está violando la ley que nos hace parte de la
Organización de las Naciones Unidas.
Pedimos al presidente de la Nación y
al canciller que cesen en esta actitud, que mancha la reputación internacional
de la Argentina y que pone en riesgo la democracia en nuestra región.
Por último, quiero pedir a la Cancillería
por los bolivianos que han solicitado asilo. Debe concederse el asilo
diplomático a los funcionarios del gobierno de Bolivia que lo han pedido.
También demando por mi comprovinciano, Sebastián Moro, quien ha sufrido un ACV
y sé que la asistencia de la Cancillería está siendo débil. Pedimos por este periodista
mendocino que se encuentra en grave riesgo, internado en La Paz.
Asimismo, quiero pedir una categórica
posición de esta Cámara de Diputados y solicito al bloque oficialista que
revise su postura. Postulamos la unanimidad para lo que aquí se vote. Es la
única forma de decir de manera clara y definitiva nunca más a los golpes de
Estado. Lo decimos con todas las palabras.
Empecé mi exposición con las palabras
de un grande, Raúl Ricardo Alfonsín, y quiero finalizar con las del general
Juan Domingo Perón, presidente proscripto, hombre de la democracia proscripto
en la Argentina. En su carta al general Aramburu, en el año 1955, dijo lo
siguiente: “Para mí, el valor no consiste -ni consistirá nunca- en hacer matar
a los otros. Esa idea solo puede pertenecer a los egoístas y a los ignorantes
como usted. Tampoco el valor está en hacer asesinar a obreros inocentes o
indefensos, como lo han hecho ustedes en Buenos Aires, Rosario, Avellaneda,
Berisso…” Y hoy agregamos en el Estado Plurinacional de Bolivia. Nunca más,
señor presidente. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Monzó).-
Tiene la palabra la señora diputada Moisés, por Jujuy.
Sra. Moisés.- Señor presidente: el fin de semana muchos de nosotros tuvimos la
experiencia de vivir algo que pensamos que nunca más iba a pasar.
Recibimos información desde todos
lados, especialmente nosotros en el Norte, que tenemos vínculos directos con
Bolivia, con familias bolivianas que viven en Jujuy y con jujeños que viven
allá, y sinceramente la angustia fue espantosa por todo lo que estaba pasando.
No hay peros, señor presidente; no puede haber peros frente a un golpe de
Estado. No puede ser que se diga: “Fue un golpe de Estado, pero la culpa la
tuvo Evo.” No puede ser que personas que representan a la democracia en
Latinoamérica, que representan partidos políticos que fueron defensores de los
derechos humanos durante toda su historia, hoy pretendan justificar un golpe de
Estado con todas las letras.
Podrán tratar de cambiar la semántica
o la sintaxis, si quieren podrán hacer un estudio comunicacional sobre cómo se
dice, pero éste fue un golpe de Estado tradicional, con todos los elementos
tradicionales que, lamentablemente, hemos vivido muchas veces en la historia
latinoamericana.
Por lo tanto, realmente repudio lo
sucedido y considero de una hipocresía absurda pretender insultar la
inteligencia de todos los demás representantes de las democracias
latinoamericanas tratando de decir que esto es otra cosa.
En Bolivia, durante el fin de semana,
hubo secuestros extorsivos, se secuestró a parientes, familiares, hijos de
gobernadores, alcaldes y funcionarios, ministros del gobierno nacional; de esa
manera se coaccionó para exigir las renuncias y luego hacerlas efectivas hasta
llegar al presidente.
Hubo destrozos en las casas de los
funcionarios y abandono por parte de las fuerzas de policía en todos los
espacios públicos que representaban al Estado. Esto fue lo que permitió la toma
de las alcaldías y de las gobernaciones por la ausencia de las policías
estaduales y por la complicidad de las fuerzas armadas. También existió la
exigencia a Evo Morales de su renuncia porque todas las rutas estaban cortadas
y había movilizaciones; hay imágenes de ello por todos lados.
Quienes conocemos Bolivia sabemos cuál
es la disposición, dónde están los Estados ricos y dónde están los Estados
pobres. Eso tiene que ver con esa movilización de personas en defensa de la
democracia boliviana.
La
amenaza del general a cargo de las fuerzas armadas fue tajante en el sentido de
que si Evo y García Linera no renunciaban iban a bombardear las rutas
bolivianas. Y no me digan que algunos no tienen esa información, porque a esta
altura eso es público, por más que quieran cuestionarlo y decir que eso no
pasó. Esta es la realidad de lo que se vivió en Bolivia en estas horas.
Evo
termina renunciando por esa razón: porque las rutas estaban llenas de personas
que salían en su defensa camino a La Paz. Había kilómetros y kilómetros de
bolivianos que marchaban para defender sus derechos. ¿Cuál es el trasfondo de
todo esto? El trasfondo es la distribución de la riqueza de Bolivia.
El trasfondo de este golpe de Estado es que
Evo Morales –boliviano, indígena, negro y como le quieran llamar‑, por
primera vez en la historia de ese país, tomó en representación el derecho de
todos esos ciudadanos negros, aymaras, coyas, que desde hace más de 500 años
nunca habían tenido derechos, ya que solo servían para que se les expropiase el
oro de sus minas.
Existía
una especie de designio histórico e irrevocable de que Bolivia debía ser pobre,
de que los bolivianos tenían que estar condenados a esa pobreza, mientras los
Camacho, los Mesa y otros nombres más eran el puñado de bolivianos que se
llevaban el oro, el litio y el gas en connivencia con las empresas multinacionales.
El
trasfondo de esto es que Evo sacó la riqueza de ese puñado de manos vinculadas
con los poderes internacionales y la puso en el bolsillo de la gente. Así,
logró más educación y realizó obras de infraestructura como nunca antes se
realizaron en la historia de Bolivia. Logró también otras cosas que los propios
bolivianos nunca habían pensado.
Entonces,
se puede decir cualquier cosa de esta situación, pero no que no es un golpe de
Estado y que hoy no hay un presidente legítimamente electo que tenía mandato
hasta enero. Más allá de las irregularidades de esta elección, que el propio
presidente estuvo dispuesto a resolver por el camino institucional de convocar
a una nueva elección, lo cierto es que hoy está asilado en otro país.
Lamento
que la Argentina no le haya ofrecido asilo y que el avión que lo trasladaba
haya tenido que hacer un periplo cruzando todo un continente cuando Evo se
encontraba a muy pocos kilómetros de nuestra frontera.
El
embajador argentino en Bolivia es jujeño como yo, es radical de pura cepa y
además tiene una historia de defensa de los derechos humanos. Por eso, como
jujeña, como argentina y como persona de la democracia me avergüenzo de que
nuestra embajada y nuestros seis consulados hayan estado cerrados y de que solamente
–si no, habría sido un escándalo‑ se le haya dado asilo a un funcionario.
Hoy se le rechazó asilo a más de un funcionario de segunda y tercera línea –gobernadores y alcaldes‑, que debían
tener un lugar donde huir de esa violencia.
Quiero
recalcar que realmente me sentí avergonzada de que nuestro embajador no haya
estado a la altura de las circunstancias y de que, lamentablemente, la Nación
Argentina, por diferencias ideológicas o políticas, tampoco haya estado a la
altura de las democracias latinoamericanas y de toda nuestra historia. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra la señora diputada Muñoz, por Chubut.
Sra.
Muñoz.- Señor presidente: quienes hemos vivido
algunos golpes de Estado y dictaduras, porque tenemos algunos años, sabemos lo
que es vivir estas circunstancias. No podemos estar discutiendo si es o no
golpe de Estado.
Todos
hemos seguido paso a paso lo que sucedía en Bolivia. Creo que no hubo ningún
argentino que no estuviera frente al televisor para ver qué ocurría. Hemos
escuchado a Evo Morales cuando contaba que habían secuestrado a su sobrino y
que llamaron de madrugada a su hermano diciéndole que tenía que pedirle que
renuncie. Asimismo, al hermano de un funcionario lo ataron a un palo en una
plaza y lo rociaron con combustible amenazándolo con quemarlo si Evo no
renunciaba.
Además,
a una alcaldesa la atraparon –no puedo decirlo de otra manera‑, le
cortaron el cabello, le tiraron pintura roja y la obligaron a caminar descalza.
¿Qué es eso?
Por
otra parte, las fuerzas armadas le dijeron a Evo Morales: “Señor presidente, le
sugerimos que renuncie por el bien de la patria”. ¿Qué significa eso?
Cuando
la policía boliviana recortaba la bandera de los pueblos originarios, ¿qué es
eso? Creo que el mayor pecado de Evo Morales fue integrar a los bolivianos,
lograr la igualdad, que los pobres ‑cuyo único futuro siempre fue el de
ser servidores‑ pudieran tener derechos, acceso a la educación, a la
universidad, a un trabajo digno, a la tierra. Ese fue el mayor pecado.
- Ocupa la Presidencia el señor
vicepresidente 1° de la Honorable Cámara, ingeniero José Luis Gioja.
Sra.
Muñoz.- Lamento profundamente el titubeo de
nuestro canciller, porque estaba diciendo lo que no sentía. Se fregaba las
manos porque sabía que lo que decía no era lo que estaba sucediendo en América
Latina.
Lamento también la vergonzosa actitud de nuestro
presidente ante un país vecino, porque más allá de las ideologías, los
bolivianos son seres humanos.
Entonces, como argentinos y como legisladores no
podemos dejar de repudiar estas actitudes tanto del canciller como del
presidente y de todos aquellos que dicen que no fue golpe de Estado. Cuando las
instituciones democráticas no funcionan, ¿cómo se le llama a eso? Cuando
atentan contra las personas, cuando destruyen, ¿qué es eso? ¿No vieron cómo
quemaban las casas de los funcionarios?
Los
argentinos no podemos ser ciegos. Nuestro presidente no puede tener los ojos
tapados porque es amigo del presidente de Estados Unidos y no puede decir lo
contrario a lo que dice él.
Cuando está en peligro la democracia hay que
jugarse. A todos los pueblos nos costó mucho conseguir la democracia y
mantenerla.
Señor presidente, señores diputados: con el corazón
de argentinos debemos pensar en los pobres bolivianos. Que vuelva la
democracia.
¿Ustedes
vieron al señor Camacho? ¿Siguieron las elecciones, cuando el candidato Carlos
Mesa decía que si ganaba Evo no lo reconocería?
El señor
diputado dice que hubo fraude y yo le doy la derecha. Si hay fraude en una
elección, ¿qué tiene que hacer la oposición?
Pedir que se abran las urnas. ¿Pero que hizo la oposición? Lo primero
que hizo fue quemar las urnas. Entonces, no tenían ninguna idea de que se
blanqueara lo que ellos decían que era fraude.
Señor
presidente: este Parlamento existe porque existe la democracia. Los parlamentos
son la pata fundamental de una democracia y nosotros no podemos quedarnos
callados. Debemos gritar al mundo que hoy América
Latina arde porque arde Chile. A esto debemos sumarle todos los otros países
que están en conflicto.
Como
argentinos que hemos tenido la suerte de proclamar a nuestro nuevo presidente,
debemos tratar de trabajar para que América Latina y las respectivas
democracias vuelvan a su lugar, lo que implicará la posibilidad de que los
pueblos decidan sobre sus destinos.
América
no debe desangrarse. Al respecto, es cierto lo que ha señalado una señora
diputada preopinante en el sentido de que vienen por nuestras riquezas. Por esa
razón debemos ser inteligentes, defenderlas y trabajar entre todos. Hace
aproximadamente una hora fueron proclamadas en este recinto las nuevas
autoridades de nuestro país. En consecuencia, todos somos argentinos y debemos
trabajar para que nuestra Nación y América Latina salgan adelante. Si no nos
defendemos entre todos, esta región dejará de existir.
Por
último, solicito que a la mayor brevedad se efectúe el llamado a elecciones en
Bolivia sin proscripciones. Evo Morales convocó a elecciones y pidió cambiar el
Tribunal Electoral, pero su pedido no fue respetado porque no lo quieren. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra la señora diputada Mayra Soledad Mendoza, por
Buenos Aires.
Sra.
Mendoza (M.S.).- Señor presidente: quizá esta sea mi última intervención como diputada
nacional en un período de dos años de mi mandato legislativo. En 2011, con 26 años,
me tocó asumir una responsabilidad no solamente a mí, como militante, sino
también a un grupo de compañeros y compañeras que por la decisión política de
formar parte del proyecto de Néstor Kirchner y de incluirnos en la lista de
Cristina Fernández de Kirchner pudimos participar de cuatro años de gobierno,
desde 2011 hasta 2015.
Durante
ese período vimos que en la Argentina se llevó a cabo un proceso de
consolidación de un modelo de país, con crecimiento, inclusión social y
ampliación de derechos.
Posteriormente,
desde 2015 hasta el presente, durante la presidencia de Mauricio Macri,
solamente vimos retroceso y avasallamiento y pérdida de derechos y de la
calidad institucional del orden democrático, tanto en la Argentina como en el
resto de la región.
Como
hija de la democracia, nunca imaginé que iba a solicitar el uso de la palabra
en este recinto para denunciar y repudiar un golpe de Estado. Sin embargo, hoy
lo estoy haciendo.
Voy
a dar lectura de un comunicado que me hicieron llegar distintas organizaciones
de la comunidad boliviana de Quilmes. Lo haré a partir de la responsabilidad
que recientemente me ha asignado el pueblo de esa ciudad. Dice así: “Martes 12
de noviembre de 2019, Ezpeleta, Quilmes, Buenos Aires, Argentina.
“Por
medio de este comunicado queremos repudiar en todos sus términos el golpe de
Estado cívico, policial y militar perpetuado por el Comité Cívico de Santa Cruz
y Comunidad Ciudadana, encabezados por Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa. Los
hacemos responsables de todos los graves sucesos racistas y xenófobos que han
sucedido, como la quema de la bandera Whipala, emblema de los pueblos
originarios, de las represiones y asesinatos a nuestros hermanos y hermanas
ocurridos en pos de privilegios e intereses de élite.
“Como
ciudadanos, ciudadanas y representantes de distintas organizaciones bolivianas
de Quilmes, distrito en el cual el presidente Evo Morales ganó por el 90 por
ciento de los votos, entendemos que únicamente estando unidos lograremos
recuperar la paz para nuestros hermanos y restablecer la democracia.
“Por
último, exigimos al presidente Mauricio Macri y al Congreso Nacional que
reconozcan y repudien el golpe de Estado en el Estado Plurinacional de Bolivia;
si no, no tenemos más que entender que avalan estas prácticas antidemocráticas
lo cual los convierte directamente en cómplices del mismo.”
Este
comunicado cuenta con las firmas de la Asociación Civil por la Integración
Boliviana –ACIBO-, de Quilmes; Warizata Mia Asociación Cultural y Política, de
Quilmes; la Asociación Civil de Derechos Humanos, Mujeres Unidas, Migrantes y
Refugiadas en Argentina –AMUMRA-, de Quilmes, la Asociación Tinkunako de
Ezpeleta, Quilmes, y del Centro Integral de la Mujer Marcelina Meneses.
En
nombre de una generación política que cree profundamente en la democracia, el
respeto de las instituciones y el Estado de derecho, como así también de
nuestros hermanos y hermanas bolivianas, quiero expresar que así como dijimos
que nunca más queríamos ver sufrir a nuestro pueblo por el neoliberalismo,
también queremos decir fuertemente nunca más a los golpes de Estado. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra la señora diputada Ferreyra, por Corrientes.
Sra.
Ferreyra.- Señor presidente: en primer término,
quiero denunciar y solicitar al Congreso Nacional que se solidarice con lo que
está ocurriendo en Bolivia, en el sentido de que en este momento no se está
permitiendo a los parlamentarios de ese país ingresar al palacio legislativo
para tomar el control de uno de los poderes del Estado a fin de buscar una
solución a la crisis que se está viviendo.
No
se permite a los representantes del MAS ingresar al palacio legislativo, que es
la casa de la democracia y ha sido usurpada por una senadora que solamente ha
obtenido el 2 por ciento de los votos. Al respecto, debe señalarse que echaron
a alguien que había logrado el 47 por ciento de los sufragios para poner en su
lugar a alguien que había obtenido menos del 2 por ciento de los votos.
Bolivia
se desangra y eso nos duele. Estamos viviendo momentos especiales. Es difícil
explicar a nuestros hijos que las botas han vuelto a querer adueñarse de los
destinos de nuestros países. Creí que jamás iba a tener que volver a decirles a
mis hijas y mis nietas que nuevamente podía suceder lo que nos ocurría a mis
hermanos y a mí cuando teníamos diez años y los militares allanaban nuestra
casa y se llevaban presos a mis padres. Vivimos una situación de terror y
pensamos que en su momento el Nunca Más había tenido la fuerza necesaria
para evitar que esa situación se repitiera.
Pero
ahora nos damos cuenta de que esto no es así, ya que este golpe de Estado fue
pergeñado hace tiempo y no tuvo nada que ver con el resultado electoral. Por el
contrario, esto último fue una excusa, pues si no hubiera sido así, cuando Evo
aceptó que la Organización de Estados Americanos efectuara un escrutinio del
sistema electoral y resolviera convocar a nuevas elecciones conforme a eso, no
tendríamos que haber visto todas estas barbaridades, como por ejemplo las
masacres perpetradas y la represión contra la alcaldesa de Vinto. Dicha
funcionaria fue vejada y golpeada. La tuvieron detenida durante una hora y
media y le tiraron pintura después de haber sido quemada la intendencia.
También
hubo periodistas que fueron atados a los árboles. Asimismo, el hermano del
presidente de la Cámara de Diputados de Bolivia fue secuestrado, a fin de
forzar su renuncia. Esto último es como decir que, con el objetivo de generar
un estado de acefalía y de que haga algo distinto, el diputado Monzó tuviera
que renunciar a su cargo a cambio de la libertad de su hermano.
Esa
es la Bolivia que construyeron con este golpe de Estado, que comenzó mucho
antes. En este sentido, tengo una diferencia con lo expresado por la señora
diputada Moisés. Concretamente, el gobierno argentino se opone por diferencias
ideológicas y políticas, que en gran medida las tiene, especialmente el
presidente de la Nación y el canciller pirata Faurie. Pero, además, hay algo
que vamos a tener que averiguar desde aquí y que son las complicidades que hubo
en nuestro país, financiando y propiciando ese golpe de Estado. Hay denuncias
de nuestros consulados participando con estos golpistas. En este sentido
queremos saber cómo es que Camacho se subió a una nave de la Fuerza Aérea
Argentina.
Vamos
a investigar cada una de esas responsabilidades porque jamás consentiremos que
nuestra patria haya podido avalar o participar en ese golpe de Estado.
Todos
los golpistas, tanto en Bolivia como en la Argentina, deben saber que el Nunca
Más lo vamos a hacer efectivo y que donde vayan los iremos a buscar. Les
vamos a aplicar el principio de justicia universal y van a tener que pagar
estos crímenes que están cometiendo contra el pueblo boliviano.
Este
golpe de Estado me hizo recordar al año 1492, es decir, a la época de la
conquista española, ya que entraron al recinto del palacio legislativo con la
Biblia y los fusiles, sacando de todos lados la bandera Whipala. Este es un
golpe racista que viene a imponernos argumentos por la razón de la fuerza,
renegando de todo vestigio democrático.
Disiento
profundamente con lo que decían algunos correligionarios. Acá no hay dos
demonios, como tampoco los hubo en la Argentina cuando se largó la dictadura
militar. No hay forma de equiparar esos fusiles y esos tanques dirigidos contra
el pueblo con lo que pudieron haber sido errores ‑o no‑ de un
presidente democrático.
Se
habla de ruptura de las instituciones o del orden constitucional de modo
general, pero ‑como bien dijo alguien aquí‑ no todas esas rupturas
son lo mismo. Yo vengo de una provincia, Corrientes, que ha sido intervenida
dieciocho veces por el poder central; una y otra vez rompieron la institucionalidad
democrática de mi provincia, mandándonos gobiernos que nos saqueaban, que nos
dejaban dolores y que se robaban el patrimonio público y privado, como lo hizo
Aguad.
Oscar
Aguad fue el responsable y el representante de la ruptura del orden constitucional
en mi provincia, pero jamás voy a decir que Aguad es lo mismo que Videla,
porque una cosa es un interventor federal que se robó media provincia y, otra,
un general militar genocida que nos dejó 30.000 desaparecidos.
Por
eso no se puede ser tibio ni complaciente. Cuando nosotros estamos condenando
lo que pasa en Bolivia, también estamos actuando en defensa de las democracias
de nuestros continentes. No podemos olvidar que aquel golpe de Estado contra
Pinochet en 1973 terminó luego, en 1976, derramando también la sangre de los
argentinos. Por eso debemos ser contundentes. No es hora para tibiezas, señor
presidente.
Por
último, quiero decir que tal vez éste sea mi último discurso en esta Cámara de
Diputados. Por eso quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer a mis
compañeros. Me ha tocado ser oficialista y opositora, pero como opositora jamás
se me ocurrió levantar un arma o provocar alguno de los disturbios o destrozos
que está generando la oposición boliviana.
Aquí
he aprendido de muchos pares del oficialismo. La verdad es que ha sido una
experiencia maravillosa. Pero más allá de nuestras posiciones personales o de
lo que nos ha tocado, hoy tenemos una responsabilidad institucional ante la
historia: levantar una voz tan fuerte que el Nunca Más llegue también a
Bolivia. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra la señora diputada Schmidt Liermann, por la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sra.
Schmidt Liermann.- Señor presidente: quiero
saludar a mis colegas que, al igual que yo, se retirarán al finalizar este
ciclo. Y también quiero agradecerles, porque yo también he aprendido de todos
ellos.
Más
allá de no coincidir ideológicamente, creo que todas y todos estamos viendo la
necesidad de fortalecer nuestras democracias. Nosotros hemos reconocido que
Bolivia necesita una transición lo antes posible para fortalecerse nuevamente,
ratificando el compromiso con la Cláusula Democrática de la OEA y el Protocolo
de Ushuaia. Condenamos las intervenciones de la policía y de los militares, como
asimismo rechazamos cualquier posibilidad de no respetar el voto del pueblo de
Bolivia.
Recordando
lo que dijo el señor diputado Felipe Solá, que nos interpelaba para ver qué
pasaba con nuestras conciencias, creo que en este momento debemos ser muy certeros,
pero también prudentes, por lo siguiente. Es cierto que en estos momentos esa
Bolivia diversa y maravillosa necesita volver a la paz social, y en este
sentido la Argentina, que ha tenido un camino de fortalecimiento, también tiene
una responsabilidad constructiva.
Por
eso para nosotros es tan importante que lo antes posible pueda haber elecciones
libres y transparentes y se respete el voto popular. Lamentablemente, hay
algunos líderes en la región que buscan anteponer su afán personalista y
perdurar por sobre las reales democracias. Quizás éste sea uno de los mayores
pecados de algunos dirigentes. Por eso es tan importante que logremos que el
pensamiento democrático sea también una cultura democrática de aceptar el
recambio y de que haya otras personas que gobiernen.
Necesitamos
una región mucho más humanista. Estamos hablando de progresismo, que está bien,
pero no nos olvidemos del humanismo, porque de eso se trata; en definitiva,
vinimos a hacer política para realmente ayudar al ser humano.
De
manera que, desde la Argentina, que tiene ese legado de fortalecimiento
democrático y de defensa de los derechos humanos, consideramos que necesitamos
defender también el voto del ciudadano de Bolivia. Y para ello, para prevenir y
transformar los conflictos en algo productivo, necesitamos también promover la
estabilidad de la región, porque lamentablemente hoy nuestra región está en
crisis en muchos lugares.
La
ciudadanía nos interpela con marchas y rebeldías sanas; a veces no sabemos a
quién responde, pero sí sabemos que responde a necesidades todavía no resueltas
o a derechos que no le han sido respetados. Entonces, desactivar situaciones
conflictivas es hoy una de nuestras mayores responsabilidades.
Me
permito terminar con una frase de Bolívar, que dice: “La unidad de nuestros
pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del
destino.”
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra el señor diputado Alume Sbodio, por San Luis.
Sr.
Alume Sbodio.- Señor presidente: realmente
celebro que en nuestro Congreso estemos sesionando en defensa de la democracia
de la región; lo estamos haciendo en esta Cámara de Diputados y tengo entendido
que también hará lo suyo el Senado. En este momento es importante que las
instituciones de nuestro país tengan una expresión firme, concreta y bien
definida.
Cuando
veníamos a esta sesión –incluso, algunos colegas mencionaban lo mucho que nos
ha afectado ver que en un país vecino o hermano como Bolivia se ha producido un
golpe de Estado‑, analizaba lo importante que ha sido que hace pocos días
nuestra democracia haya permitido que sea el pueblo argentino el que mediante
su voto haya elegido un cambio de rumbo en el país. Ese es el funcionamiento de
la democracia. ¡Y qué importante es también que se esté llevando adelante un
proceso de transformación y de traspaso del poder de manera ordenada, que
empezó con aquel gesto entre el presidente en ejercicio y el presidente
saliente juntándose y mandando un fuerte mensaje al pueblo argentino con
respecto a nuestra democracia y a la necesidad de cuidarla!
Señor
presidente: en cada uno de los procesos de debilitamiento de la democracia en
nuestra región hay un factor en común, que es la grieta social. Sellar la
grieta en la Argentina debe ser un compromiso de todos los sectores políticos.
Sellar la grieta en nuestro país también significa trabajar para fortalecer la
democracia.
La
democracia en Latinoamérica es una sola; es como un organismo vivo: si en uno
de los países de Latinoamérica se afecta la democracia, se debilita el conjunto
y la región; y por supuesto que retrocedemos enormemente en la calidad
institucional que requiere nuestra región.
Cuando
se analiza una situación tan grave desde el punto de vista institucional como
la que está ocurriendo en nuestra república hermana de Bolivia, dentro de las
diversas opiniones se escucha el famoso “pero”; ese famoso “pero”, que aparecía
en todos los golpes militares de la historia argentina. Es el fundamento que
tienen todos los golpes militares. Es la famosa contradicción donde se
planteaba que se violaba la Constitución, “pero” para restablecer el régimen
constitucional; o que se anulaban las instituciones democráticas, “pero” para
recuperar la democracia. Es este “pero” el que hoy muchas veces nos duele a
muchos argentinos.
Señor
presidente: la democracia es atacada cada vez que se vulnera el régimen
republicano constitucional de gobierno. Incluso, lo puede hacer un gobierno
constitucional cuando viola la propia Constitución, excediéndose en sus
atribuciones.
¿Qué
pasa cuando se desestabiliza o se depone un gobierno constitucional que ha sido
establecido con las reglas de la democracia? La democracia se define y se
defiende sin condicionamientos ideológicos. De nada nos sirve defender aquellos
regímenes democráticos que coinciden ideológicamente con nosotros y hacer una
mirada omisa con respecto a aquellos que no.
Es
por eso que, en esta sesión, reafirmamos el derecho y la obligación de los
pueblos latinoamericanos de trabajar en la defensa conjunta de la democracia de
cada uno.
Por
ello repudiamos el golpe de Estado en la república hermana de Bolivia
y también repudiamos todos los procesos de desestabilización de las democracias
en nuestro continente. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).-
Tiene la palabra el señor diputado Martiarena, por Jujuy.
Sr.
Martiarena.- Señor presidente: en primer lugar, quiero
adherir en todo a lo expresado por el diputado Felipe Solá y expresar que los
graves hechos sucedidos en Bolivia recientemente no pueden considerarse como
algo aislado. Se deben vincular necesariamente con la conducta que ha tenido
los Estados Unidos a lo largo de décadas, interviniendo en forma directa o
indirecta en el derrocamiento de gobiernos constitucionales, a través del golpe
de Estado, sobre naciones tanto de América Latina como del Caribe, pretendiendo
someter a los pueblos, imponer modelos económicos deshumanizados y convertir a
los países en colonias.
Pero
también estos hechos necesariamente se deben vincular con la posición adoptada
por el gobierno del presidente Trump, quien festejó lo ocurrido en Bolivia. Sí,
señores; como ustedes lo escuchan: el presidente Trump festejó lo que está
pasando en Bolivia.
Acá
debemos preguntarnos qué hay que festejar, señor presidente: ¿festejar un golpe
de Estado en América Latina? ¿Festejar un país convulsionado por la violencia,
donde sufre el pueblo? ¿Festejar las 15 personas muertas hasta ahora? ¿Festejar
la insubordinación de grupos civiles armados y de las fuerzas de seguridad
hacia las autoridades constitucionales elegidas legítimamente? ¿Festejar que un
presidente y un vicepresidente fueron obligados a renunciar y tuvieron que
exiliarse en México? ¿O festejar que los profetas del odio y la violencia, en
el nombre de Jesucristo, atenten contra el propio pueblo boliviano?
¿Qué
se está festejando, señor presidente? ¿Se está festejando la autoproclamación,
como presidente de Bolivia, de una senadora opositora que no tiene legitimidad
ni legalidad y que, sin quórum en la Asamblea Legislativa, terminó su discurso
con una frase célebre: “Sí, se puede”?
El
gobierno del presidente Macri, con su silencio, está avalando este golpe de
Estado. Desde esta banca, y en representación del pueblo de Jujuy, vengo a
repudiar enérgicamente el ataque a la institucionalidad de la hermana República
de Bolivia y el atropello a su pueblo.
Permítanme,
señor presidente y señores diputados, recordar lo que el general Juan Domingo
Perón nos decía hace 66 años. El 11 de noviembre de 1953 ya nos alertaba
diciéndonos que “el año 2000 nos va a encontrar unidos o dominados”. Pero
también nos dijo que llegaba el tiempo de unir a Latinoamérica: “Latinoamérica
ahora o nunca”. Y es ahora, señor presidente, que debemos defender a América
Latina, defender a cada uno de los pueblos en su libre determinación, y es la
hora de luchar todos unidos.
Celebro
que esta tarde seguramente se aprobará por unanimidad este pronunciamiento
claro y contundente desde este alto Poder Legislativo, porque debemos luchar
por una América Latina unida, solidaria, justa, libre y soberana, como soñaron
nuestros mayores, nuestros patriotas, como soñaba nuestro verdadero Padre de la
Patria, don José de San Martín. Porque no es como algunos por ahí creen, que el
Padre de la Patria es Trump. Nuestro Padre de la Patria se llama José de San
Martín, señor presidente; y también lo es Simón Bolívar. Reivindicamos a Juan
Domingo Perón, así como la lucha que ha llevado adelante el expresidente Néstor
Kirchner por la unidad, la solidaridad y la grandeza de Latinoamérica.
Quiero
terminar con esta frase: no hay hombres que todo lo pueden; hay pueblos que
todo lo pueden, y el pueblo de Bolivia eligió a Evo Morales. ¡Mucha fuerza,
compañero Evo Morales! ¡No está solo en esta lucha! ¡Lo vamos a acompañar! (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).-
Tiene la palabra el señor diputado Yasky, por Buenos Aires.
Sr. Yasky.-
Señor presidente: la Cámara de Diputados está diciendo las cosas que el
presidente de la Nación en ejercicio no ha dicho en todos estos días:
claramente hay un golpe de Estado en Bolivia.
Hoy
en Bolivia se derrama sangre de trabajadores y trabajadoras, de campesinos, de
estudiantes. Los más pobres de Bolivia son los que están pagando con sangre la
voluntad de un grupo minoritario, de una oligarquía que lleva la Biblia bajo el
brazo, pero, adentro de la Biblia, las acciones del litio, del petróleo, del
gas y de los negocios que están queriendo volver a tomar.
Esa
oligarquía no actúa de manera autónoma e independiente. Hay un patrón en el
Norte que quiere que América Latina sea su patio trasero y usa como marionetas
a personajes lamentables, como el señor Almagro, quien hace unos años venía con
las centrales sindicales a conmemorar el No al ALCA, a hacer discursos,
y ahora se presta a esta fantochada, cómplice del asesinato y la persecución de
decenas de miles de bolivianos y bolivianas.
Bolivia
es Argentina porque Bolivia es América Latina y no podemos mirar para otro
lado. No hay dueño de patio trasero que justifique que un presidente, después
de haber vivido lo que vivimos en la Argentina, sea incapaz de decir con todas
las letras: “Hay un golpe de Estado y no podemos convalidarlo”. ¡Por nuestros
hijos, por nuestros nietos, por nuestros estudiantes, por las mujeres, por los
trabajadores, hay que salir a decir las cosas por su nombre! ¡No al golpe de
Estado! ¡Hay que garantizar la vida de los que son perseguidos!
Tiene
que haber un gobierno argentino que le abra los brazos al pueblo boliviano.
Tiene que haber un gobierno argentino que sea capaz de hacer lo que hizo este
presidente que hoy acabamos de convalidar en una Asamblea y no en esa
fantochada que fue la asunción de una presidenta con un militar vestido con
ropa de combate poniéndole la banda.
En
nombre de los trabajadores, anticipo que la semana que viene habrá jornadas de
lucha en toda América Latina. ¡Garanticemos que la democracia vuelva a Bolivia!
¡Garanticemos que en América Latina no haya más golpes de Estado, que Donald
Trump sepa que este es un pueblo libre e independiente!
¡Viva
América Latina! ¡Viva la Whipala! ¡Viva Evo Morales! (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).-
Tiene la palabra la señora diputada Camaño, por Buenos Aires.
Sra.
Camaño.- Señor presidente: a esta altura de la
jornada voy a decir una verdad de Perogrullo, pero creo que es lo que está faltando
en los discursos que se escuchan.
Mire,
señor presidente, el Estado Plurinacional de Bolivia se llama así por una
decisión constitucional. Por si no nos hemos enterado los argentinos -y no
tenemos por qué saberlo-, Bolivia tiene, luego de una reforma, una nueva
Constitución maravillosa, envidiable, de más de 400 artículos. Fue emitida en una
Asamblea Constituyente durante un proceso democrático y con un presidente
democrático elegido por el pueblo. Ese Estado Plurinacional de Bolivia, que así
se llama, es soberano. Reitero: es soberano.
Los discursos pueden ser encendidos.
Sin embargo, el Estado Plurinacional de Bolivia es soberano y el principio de
autodeterminación de los pueblos tiene plena vigencia al estar recogido en los
pactos internacionales de derechos humanos, en las resoluciones de la Asamblea
General de la Organización de Naciones Unidas y en el derecho internacional
público.
Me pregunto: ¿quiénes somos nosotros
para fijar una hoja de ruta al Estado soberano Plurinacional de Bolivia? Hablo
de los que estamos de uno y otro bando. ¿Quiénes somos nosotros para decirle a
ese Estado soberano qué tiene que hacer?
No quiero entrar en chicanas, pero
además de preguntarnos quiénes somos nosotros, ¿nos estamos mirando el ombligo?
¿Sabemos dónde estamos parados para hacer semejantes consideraciones? ¿Estamos
viendo lo que nos pasa? ¿Estamos viendo lo que pasa en nuestra propia casa? Si
no nos esmeramos un poco y nos ponemos a trabajar seriamente, no le arriendo
ganancia a nadie de lo que está pasando en la Argentina.
Señor presidente, en estos días tuve
muchos sentimientos encontrados. Gracias a Dios primó el de la persona que
estudia y algo entiende de derecho constitucional.
¿Quiénes somos nosotros, un pueblo
infractor o, mejor dicho, dirigentes políticos infractores ‑desde todos
los lugares‑ para decir que tal o cual cosa sucedió y, entonces, en
nombre de lo sucedido, justificar lo que pasa y hacer un análisis sesgado del
golpe de Estado?
No se trata de cómo queremos llamarlo
ni de ponerle un nombre. Fue un golpe de Estado y los argentinos conocemos en
demasía esa vieja historia de “algo habrán hecho”, como para pronunciarnos
sobre lo realizado por un Estado soberano.
¿Sabe una cosa, señor presidente? Todo
lo planteado, como “los pecados de Evo”, está precluido en el mismo momento en
que el presidente Evo Morales se paró frente a los medios y dijo: “Acato la
decisión de la Organización de Estados Americanos y convocaré al proceso
electoral nuevamente”.
¿Saben otra cosa? El famoso plebiscito
fue observado por la Corte Soberana del Estado Plurinacional de Bolivia.
Seguramente de la misma manera esa Corte observará la situación actual y
decidirá si la señora autoproclamada es la presidenta del país.
Consecuentemente, los argentinos deberemos respetar esa decisión porque de eso
se trata la autodeterminación de los pueblos.
Por otro lado, lo único que me
preocupa es la ruptura del orden institucional boliviano. Claramente la
Constitución boliviana establece que las fuerzas armadas tienen la misión de
asegurar el imperio de la Constitución y garantizar la estabilidad del gobierno
legalmente constituido. El gobierno del señor Evo Morales estaba legalmente
constituido. La Constitución también establece que las fuerzas armadas dependen
del presidente y reciben sus órdenes. Sin embargo, no se nota que ello fuera
acatado por el ejército.
Asimismo, las funciones de la policía
boliviana están contenidas en el artículo 252 de la propia Constitución al
señalar que tiene la misión específica de la defensa de la sociedad y la
conservación del orden público. Ellos incumplieron con el jefe máximo de estas
dos instituciones constitucionales: el presidente de la Nación.
El propio presidente Evo Morales al
momento de renunciar denunció claramente un golpe cívico, político y policial.
Les recuerdo que renunció para evitar que continuaran los enfrentamientos
iniciados tres semanas antes entre partidarios y detractores, situación
violenta que dejó por lo menos tres muertos.
Ayer nomás, en 2003, en Bolivia hubo
setenta muertos. ¿Cómo el presidente Morales no iba a tener la precaución de
ver lo que estaba pasando en su país?
Para quienes dicen que renunció y se
fue, les sugiero que antes de hablar estudien un poco la historia de los
países.
Evo Morales tiene luces y sombras.
Pero el Estado Plurinacional de Bolivia tiene una bandera, un nombre y una
Constitución. No vi esa bandera al momento de los discursos de quienes se
autoarrogaron la representación del pueblo boliviano. Seguramente la Corte
Suprema del Estado boliviano será la encargada de examinar esa situación.
No fue el personaje el que me faltaba
definir para convencerme de que efectivamente hubo una conspiración y un golpe
al Estado Plurinacional de Bolivia. Quienes quieren caratular de personaje o de
personaje menor al señor Camacho están equivocados, ya que él representa a algo
más que a una ONG. Las declaraciones sobre lo ocurrido en Bolivia durante estos
días son altamente comprometedoras. Me refiero al momento en que dio las órdenes
como si fuera el presidente electo de la Nación, diciendo que partir de ese
momento, habiéndose logrado su objetivo, comenzaría la paz en Bolivia. Al
respecto hay un principio en el derecho penal que comienza señalando: “A
confesión de parte…”
Nosotros, como Parlamento, respetando
la soberanía y la autodeterminación del Estado Plurinacional de Bolivia,
debemos ser objetivos a la hora de tomar una posición clara respecto a lo que
sucedió en nuestro hermano pueblo boliviano. Esto es lo que el Poder Ejecutivo
no tuvo capacidad de hacer. No solamente me refiero a quienes habitan el Estado
Plurinacional de Bolivia, sino a la enorme angustia que viven muchos habitantes
argentinos que son ciudadanos bolivianos con hijos argentinos y no saben qué
está pasando con sus familiares en Bolivia. La comunidad boliviana en la
Argentina es la más numerosa. Eso tendría que habernos llevado a ser más
objetivos a la hora de hacer el análisis y a no poner en el discurso público
esta dicotomía de una Argentina que aparece eternamente dividida en dos bandos.
Si
seguimos divididos en dos bandos, no les quepa la menor duda de que en algún
momento estaremos pidiendo exilarnos en alguna embajada. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra la señora diputada Carrizo, por la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Sra.
Carrizo (A.C.).- Señor presidente: desde el bloque Evolución Radical celebramos
este encuentro y que finalmente esta reunión, que se inició como una sesión
especial, cuente con todos los diputados
aquí discutiendo.
La
mala noticia es que me frustra que no hayamos podido consensuar una
comunicación institucional del Congreso Nacional con respecto a lo que pasó en
Bolivia. Esto sí que nos tiene que interpelar. Hoy estamos aquí reflexionando
sobre Bolivia porque ‑independientemente de las soberanías estatales‑
tenemos en común el modo en que vivimos. Como la democracia la construimos
entre todos, lo que pasó en Bolivia, por supuesto, es una alerta.
Queremos
hacer tres reflexiones y por eso hemos presentado un proyecto propio, porque no
queremos avalar una polarización sobre algo que deberíamos tener en común: no
queremos comunicar verdades a medias.
La
primera reflexión se refiere a los consensos que hemos aprendido con respecto
al 80 y a no volver para atrás. La segunda reflexión, se relaciona con los
consensos sobre los que tenemos que avanzar y, la tercera, con los repudios que
nos faltan hacer con respecto a los consensos logrados. No hay que tener temor de nombrar lo que se
debe mencionar, ni hacer una tautología hablando de “quiebra de la democracia”
o “golpe contra la democracia”. Estamos frente a un golpe de Estado. Hay
distintas modalidades de golpe de Estado y tenemos que nombrarlo de esta forma.
No alcanza con hablar de “interrupción institucional”, porque si no nombramos
las cosas tal como son ‑las palabras son el primer recurso de poder‑
no aprendemos, y si no aprendemos, no protegemos. Lo que ha ocurrido en Bolivia
es un golpe de Estado.
En
la ciencia política decimos que hay distintos modos de quebrar el orden. No
estamos ante un golpe tradicional de la década del 70 donde los militares como
institución tomaban el gobierno. Estamos ante la vieja pauta moderadora donde
se quiebra la elite democrática porque empieza la sospecha y la descalificación,
y alguna minoría, tanto del gobierno o de la oposición radicalizada, golpea la
puerta a los militares. Luego, estos intervienen moderando un conflicto que, en
realidad, no moderan. Tenemos que ser contundentes en repudiar el golpe de
Estado de Bolivia que configura un viejo tipo de modalidad de intervención
militar. Esto no es algo nuevo, ya lo conocemos y en 1983 dijimos unánimemente
que lo íbamos a rechazar.
Por
esto, decimos nunca más a un golpe militar en Argentina ni en Bolivia ni en ningún
país de Latinoamérica.
Esto
nos interpela porque la región hoy enfrenta distintas tensiones. Acá aparece la
segunda cuestión: ¿cuáles son los consensos que nos faltan? Tenemos que decir
toda la verdad. Llegamos a la impotencia de la política y a la politización de
los militares, porque los dirigentes democráticos no sabemos mirar cómo es que
estamos situados en este lugar. El primer aprendizaje es que la democracia no
es unanimidad y la mayoría no da derecho a violar derechos. Por lo tanto,
necesitamos reconstruir el centro moderado en Bolivia para que se pueda
reconstruir un calendario y que las urnas se respeten, este es el derecho de
los pueblos y el aporte que podemos hacer.
El
MAS, movimiento mayoritario de Bolivia, tendrá que aprender a entender que en
democracia ser oposición es un derecho; no es un delito ni un castigo. Esos son
los consensos en los que tenemos que avanzar.
La
verdad es que como radical no me pareció correcta la actitud que tuvo el
presidente electo en nuestro país ‑ratificamos y celebramos lo que
ocurrió en las urnas‑ buscando radicales a través de Twitter para decir
cuáles habían actuado bien o mal.
Somos
distintos y tenemos maneras diferentes de actuar. Quiero decir al presidente
electo que puede quedarse tranquilo porque no tenemos la matriz de la
militarización en la construcción de la socialización política del radicalismo.
Nosotros defendemos la política civil ‑espero que los radicales no se lo
olviden‑ y esa es la gran diferencia entre Alem y Mitre, entre Yrigoyen y
Roca, Justo y Alvear, Perón y Balbín, Frondizi y Aramburu e Illia y Onganía. No
tienen que recordarnos lo que no vamos a transgredir. Sería bueno que
terminemos con la descalificación entre el gobierno y la oposición.
El consenso que tenemos que construir es que
no debe haber ninguna grieta. Este es el mensaje que le deberíamos dar a
Bolivia para que puedan también reconstruir un espacio moderado y establecer un
calendario que llegue a las urnas.
Finalmente,
creo que debemos sincerarnos. Los golpes de Estado pueden tener distintas
modalidades y por eso no vale no nombrarlos ni hablar de “quiebre
institucional”. Las modalidades son distintas. En los golpes militares
tradicionales de la década del 70, aparecían los militares como institución; en
los golpes moderadores, surge la militarización de la política, pero también
asoma la toma del poder o la transferencia de poder sin golpe cuando un partido
antisistema llega con las reglas del sistema. Este es el caso de Venezuela.
También
quiero que anotemos los repudios que nos faltan hacer. Deseo manifestar el
total repudio al golpe cívico militar que ocurrió en Bolivia, pero quisiera que
también nos juntáramos para repudiar la dictadura cívico-militar, como es el
caso de Maduro en Venezuela. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).- La Presidencia cuenta con una lista de oradores de 32 señores y
señoras diputadas. Si no hay ninguna objeción de parte de los señores y señoras
diputadas, la Presidencia sugiere reducir el tiempo de exposición de 5 a 3
minutos.
-
No se presentan objeciones.
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra el señor diputado Ramón, por Mendoza.
Sr.
Ramón.- Señor presidente: celebro la posibilidad
de participar en uno de los tres poderes más importantes del Estado argentino y
que podamos expresarnos libremente sobre la
situación que padece nuestro país hermano de Bolivia.
Quiero
poner el acento en el Estado porque el principio de la autodeterminación de los
pueblos es algo que no podemos olvidar de ninguna manera, sobre todo porque el
orden que regía hasta el domingo en este vecino país era un orden
constitucional válido.
En
segundo lugar, quiero hablar sobre la legitimidad. El presidente y el gobierno
de Bolivia habían sido elegidos en elecciones libres y democráticas.
Las
autoridades del Ejército, de la policía y alguno que otro dirigente de la
oposición le sugirieron al presidente que renunciara. Tenemos que hablar con
palabras claras, porque desde el punto de vista institucional todos los países
que formamos parte de América del Sur tenemos que dar un mensaje claro y de
garantía de esta República y de estos regímenes de gobierno democrático que
mucha sangre nos costó a cada uno de estos estados. Por lo tanto, esa
sugerencia de los jefes militares y policiales al presidente Evo Morales, en el
sentido de que debía renunciar, no es más ni menos con todas las letras del
castellano que un golpe de Estado perpetrado contra un gobierno elegido de
manera libre y democrática. El gobierno de Evo Morales había sido elegido para
terminar su mandato en el mes de enero del año 2020 y eso no se puede
interrumpir. No podemos disfrazar de cualquiera forma aquello que políticamente
hubiere ocurrido dentro de un Estado constitucional; no podemos tratar de
desvirtuar la situación y no decir como Estado y República democrática que
estamos ante un golpe de Estado con todas sus letras.
Nosotros
formamos parte de un país que desde 1983 tiene gobiernos elegidos por el
pueblo. Hemos logrado consensos tan importantes que desde mi generación en
adelante hemos tenido la suerte de vivir en procesos de elección democrática.
Cada una de las leyes y de los procesos de reforma que se han producido en
nuestro país, se han dado en un marco donde pudimos discutir libremente.
Por
estas razones, desde el bloque Protectora apoyamos la decisión de exigir al
señor presidente de la Nación que deje de mirar para el costado y defina, de
una vez por todas, la posición de nuestro país en relación con el golpe de
Estado que han sufrido los hermanos bolivianos. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra la señora diputada Oliveto Lago, por la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Sra.
Oliveto Lago.- Señor presidente: creo que
nosotros, como militantes políticos que somos, debemos irnos de este recinto
con la convicción de que tenemos un acuerdo profundo: las fuerzas armadas deben
estar subordinadas al poder civil porque, cuando ello no ocurre, se rompe el
orden institucional y se lesiona de muerte a la democracia. Esto último, acá y
en la China, se llama “golpe”: golpe a las instituciones, a la voluntad popular
y al sentimiento de un pueblo.
Ahora
bien, como militantes políticos que somos, también debemos estar de acuerdo en
que no respetar el voto popular implica deslegitimar el Estado de derecho,
atentar contra el orden constitucional y lesionar a la democracia.
La
democracia se asienta en el respeto al voto popular y a las instituciones, y en
la búsqueda de alternancia. En este punto, hay una discusión que también
debemos dar: ¿qué pasa cuando determinadas elites, sean de izquierda o de
derecha y representen lo que representen, se creen con derecho a eternizarse en
el poder, como decía de Imaz en su libro Los
que mandan.
Reitero
que ése es un debate que debemos dar. Es una pena que, como diputados de una
Nación que bancó como lo hizo la lucha por vivir nuevamente en democracia, no
podamos llegar a un consenso en este punto.
El
Estado de derecho no se define de una u otra manera según sea de derecha o de
izquierda quien lo infringe. Si creyésemos que es así, tendríamos un
pensamiento chiquito, de corto plazo e indigno de las bancas que ocupamos.
Fui
parte de la juventud radical que marchó contra los indultos. Apoyé, sostuve y
quise al gobierno del doctor Raúl Alfonsín, que fue el que llevó a cabo el
juicio a las juntas militares. Además, integro un partido que se creó luego de
votar en contra del otorgamiento de poderes extraordinarios a Domingo Cavallo.
Entonces, no tengo problema alguno en discutir qué es la democracia; y me
parece horrible que compañeros de banca, diputados que representamos el mandato
popular, estemos corriéndonos entre nosotros.
No
solo condenamos el golpe y la violencia, sino que queremos libertad para
Bolivia en sentido amplio. Es nuestro deseo que los bolivianos puedan
expresarse libremente, que haya elecciones transparentes, que nadie quiera
eternizarse en el poder y que se respete la división de poderes. Como miembros
del Parlamento argentino, esto tendría que habernos unido para pronunciarnos de
manera fuerte y concluyente, porque todos sabemos qué pasa cuando las
expresiones políticas no se definen claramente respecto del “deber ser”.
Cuando
algo está mal, no importa si gobierna Evo Morales, Sebastián Piñera, Nicolás
Maduro, Mauricio Macri o quien fuere. Si no tenemos en claro cuáles son los
principios que debemos defender, pronto nos encontraremos debatiendo sobre otra
parte de la historia. Ojalá eso no suceda; siempre defenderemos la democracia,
ya que ello nos define no solo como personas, sino también como dirigentes
políticos. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Gioja).- Tiene la palabra el señor diputado Nanni, por Salta.
Sr.
Nanni.- Señor presidente: quienes tenemos
tradición republicana y democrática, y somos hijos de la libertad, no podemos
permanecer indiferentes ante los tristes hechos que están sucediendo en
Bolivia.
Los
argentinos tenemos una prolífica historia de golpes de Estado y de
interrupciones institucionales. Hago esta diferenciación porque muchas veces se
interrumpió el Estado de derecho a punta de pistola, mientras que en otras
ocasiones se lo hizo a partir de la intolerancia política o económica. De esto
sí sabemos mucho los argentinos y, sobre todo, los radicales.
En
cuestiones de tanta gravedad institucional no caben los grises. ¡Claro que en
Bolivia hubo un golpe de Estado! Hay golpe cuando no rige el Estado de derecho,
cuando un ciudadano, cualquiera sea su profesión o actividad –un civil, un
militar, un político‑, no puede caminar libremente por la calle y ejercer
sus derechos. Cuando esto ocurre, no hay continuidad institucional.
El
pueblo boliviano fue doblemente vulnerado, ya que no se respetaron sus dos
derechos más sagrados: primero, la soberanía popular; segundo, el Estado de
derecho. Esta tarde, en el Congreso de la Nación, no podemos hacernos los
distraídos, ya que en Bolivia no se respetó la soberanía popular.
-
Ocupa la Presidencia el señor
presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Honorable Cámara,
doctor Pablo Gabriel Tonelli.
Sr.
Nanni.- En una democracia, para que sea sana y
plena, debe regir, en primer término, el respeto irrestricto a la ley y, sobre
todo, a la Constitución. No se la puede modificar para hacer un traje a medida
del gobernante de turno.
En
segundo lugar, el poder militar debe subordinarse al poder civil. Esto tampoco ha
ocurrido en Bolivia.
Finalmente,
para que una democracia sea plena y sana, debe regir la soberanía popular sin
mañas y con mucha transparencia. Para que ello ocurra, tienen que llevarse a
cabo comicios claros. Como dirá enseguida el señor diputado Fabio Quetglas: que
el golpe en Bolivia no tape el fraude y que el fraude no tape el golpe.
En
definitiva, es preciso que nos pronunciemos. En Bolivia, tristemente, hubo un
golpe; también hubo fraude. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra el señor diputado Solanas, por Entre Ríos.
Sr.
Solanas.- Señor presidente: el Congreso de la
Nación tiene el deber político y moral de rechazar contundentemente el golpe de
Estado en la hermana nación de Bolivia.
No
hay duda de que durante todo este tiempo, tal vez desde hace más de un año,
hubo un enorme proyecto tendiente a hacer trastabillar la democracia en dicho
país. Esta situación motivó denuncias permanentes, ya que el recuento de votos
mostró el contundente triunfo de la fórmula de Evo Morales y Álvaro García
Linera, con el 47 por ciento de los votos.
En
ese sentido, quiero resaltar algunas cuestiones que también me parecen muy
graves. Evo Morales manifestó que su único delito era ser indígena. Comparto
decididamente esa apreciación; hay una Latinoamérica en minoría con una
aversión étnica, y Bolivia no es la excepción.
Después
de quinientos años, ante la opresión del pueblo boliviano, un indígena, llevado
por su pueblo, fue presidente de los bolivianos. Eso molestó. Por eso el golpe
no es solamente militar, sino también empresarial. Esa posibilidad de que el
Estado boliviano se quede con el 80 por ciento de las riquezas –litio,
hidrocarburos-, que antes se la llevaban las empresas extranjeras, ahora puede
ser al revés: que el 80 por ciento sea para las empresas extranjeras y el 20
por ciento para el Estado boliviano.
En
este aspecto quiero resaltar algunas cuestiones sumamente valiosas. Evo Morales
bajó la pobreza en Bolivia del 60 al 30 por ciento. El alfabetismo fue parte de
la construcción de una Bolivia democrática donde surgieron decididamente los
hombres y mujeres humildes, como dice Evo, con la posibilidad de acceder no
solamente a la universidad pública, sino también tener el derecho a estudiar.
En economía fue ejemplo en toda Latinoamérica, con el 4 por ciento de
crecimiento anual y un desarrollo enorme de las economías regionales.
Obviamente,
eso construyó una Bolivia absolutamente diferente, con valores, con principios,
respetada y con profunda dignidad. Las distintas etnias indígenas de Bolivia
fueron y son respetadas con Evo Morales, cuando el 10 por ciento de la
población boliviana no las respetaba.
Por
eso como complemento de Morales está García Linera -que tal vez sea uno de los
hombres de cuna más grande y más importante de Bolivia-, planteando esta
revolución absolutamente en paz, demorada quinientos años por el opresor al
pueblo boliviano.
Tenemos
que ser muy enfáticos: hay que rechazar el golpe. Muchas veces -como se ha
querido decir acá- se ha disfrazado el golpe. Voy a mencionar dos cosas que han
pasado la Argentina: en 1955 sufrimos un horroroso golpe de Estado, que se dijo
que era la Revolución Libertadora o la Gesta de 1955, producto del cual
murieron miles de trabajadores y otros tantos fueron echados de sus trabajos.
Tengo un tío, hermano de mi madre, muerto en una esquina por gritar “¡Viva
Perón!”. Y después, en 1976, también se nos habló del Proceso de Reorganización
Nacional.
Tengamos
cuidado, señor presidente. Este recinto debe tener mucho cuidado de no vestir
un golpe con un estilo que llegue a confundir a la población. Esto es un golpe
contra el pueblo boliviano, pero también contra el latinoamericano. Queremos
reivindicar la soberanía de nuestros pueblos en toda su dimensión. Y tengamos
cuidado, señor presidente, porque a veces estas cosas se desparraman por toda
Latinoamérica.
En
ese sentido, bregamos por una Bolivia libre y democrática. El presidente Evo
Morales manifestó claramente que quería ir a elecciones de nuevo y no lo
dejaron.
Debemos
respetar profundamente a López Obrador, que recibió como tendría que haber
recibido la Argentina a un hermano boliviano. Lo recibió México -su presidente-
con todos los honores del presidente que todavía es porque no ha sido
destituido, ya que su renuncia no ha sido aceptada.
Termino
revindicando la posición de nuestro presidente electo, Alberto Fernández, y de
Cristina Fernández de Kirchner, que no dudaron -como dudó el presidente Macri y
el canciller entreguista y antipatriota- en decir que esto es un golpe y que
hay que llamarlo como tal.
Sr.
Presidente (Tonelli).- Señor diputado, su tiempo ha terminado.
Sr.
Solanas.- Decididamente revindicamos todo lo que
es el movimiento indígena, el movimiento latinoamericano, el movimiento de
amor, de cariño y de afecto que tenemos que defender.
¡Viva
Evo! ¡Viva Bolivia! ¡Viva Latinoamérica unida! ¡Viva, viva, viva! (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra el señor diputado Zamarbide, por Mendoza.
Sr.
Zamarbide.- Señor presidente: en primer lugar,
quiero expresar mi repudio categórico al golpe de Estado concretado en Bolivia
y rechazar la intervención de las fuerzas armadas en las determinaciones
políticas de los pueblos latinoamericanos. Las fuerzas armadas tienen que estar
siempre subordinadas al poder civil legítimamente constituido.
Ahora
bien, repudiar esta situación a la que reconozco –reitero- en forma taxativa,
bajo ninguna forma puede implicar -por lo menos para quien habla- una
valorización de la figura de Evo Morales.
Según
el informe de la Organización de Estados Americanos, en los cuatro elementos
revisados, y cito textualmente: “tecnología, cadena de custodia, integridad de
las actas y proyecciones estadísticas, se encontraron graves irregularidades”.
Quienes participamos en política sabemos lo que esto significa. El fraude
realizado en Bolivia solamente puede ser logrado con el aparato del Estado a su
servicio.
Quiero
valorar que la única forma de solucionar esto es con más democracia, con
elecciones competitivas, debidamente auditadas por la misma Organización de
Estados Americanos y organismos internacionales que han dado muestras probadas
de su capacidad para fiscalizar elecciones. Esto tiene que ser una oportunidad
para el hermano pueblo boliviano y para solucionar el conflicto.
En
aras de la brevedad que pidió, señor presidente -y quiero tratar de cumplir con
el objetivo de esos tres minutos-, reitero mi repudio al golpe y la defensa del
Estado de derecho y de las instituciones democráticas en Bolivia y en toda
Latinoamérica. Creo que este Congreso debería expresarse por la convocatoria a
las fuerzas democráticas y a los partidos políticos bolivianos para buscar el
camino del diálogo, de la construcción pacífica y de la construcción política
democrática, que es la que va a llevar al pueblo boliviano a la paz tan
ansiada.
Este
objetivo -y en esto quiero destacar que me considero alfonsinista- solamente se
va a lograr por un acuerdo pacífico, por el diálogo y bajo ninguna forma por la
intromisión de las fuerzas armadas ni por la realización de actos de violencia
a cargo de partidarios tanto de Evo Morales como de los partidos que respaldan
el actual golpe en Bolivia.
Sr.
Presidente (Tonelli).- Muchas gracias, diputado, por ajustarse al tiempo.
Tiene
la palabra el señor diputado Quetglas, por Buenos Aires.
Sr.
Quetglas.- Señor presidente: se ha convocado a
esta sesión para deliberar en torno a lo que está ocurriendo en Bolivia. No se
trata de asuntos externos, y no lo digo en términos emocionales por lo cerca
que sentimos al pueblo boliviano, sino porque históricamente en América Latina
han sucedido oleadas de procesos que tienden a replicarse.
Así,
hubo unos años 60 inestables y convulsos, unos años 70 violentos y
dictatoriales, que fueron seguidos por unos años 80 democráticos y con crisis
de deuda y unos años 90 privatistas, etcétera. Siempre hubo excepciones y
matices, pero es indudable que en la región hay vasos comunicantes y patrones
que se replican. Debemos velar por una integración continental democrática y
respetuosa de la diversidad. Cualquier corrimiento de ese paradigma es
debilidad, fragmentación y retroceso.
¿Qué
ha sucedido en Bolivia? Me gustaría centrarme en cuatro puntos concretos. El
primero es la situación de nuestras democracias. En las últimas tres décadas
una veintena de gobiernos surgidos de la voluntad popular en el continente no
han podido cumplir la totalidad de su mandato.
Guillermo O’Donnell ya hace años había
calificado a nuestras democracias como de baja intensidad. Ahora bien, ¿cómo se
incrementa la intensidad democrática? Así como en la década del 80 dimos un
paso de gigante cerrando las puertas al militarismo, hoy nuestra tarea es
perfeccionar los términos de una competencia política equitativa. Y esto es
parte central del problema boliviano. Se han forzado interpretaciones
constitucionales; se ha abusado de una situación de dominancia política; se ha
desconocido el resultado de un plebiscito; hay una tentación hegemónica cargada
en un discurso de monopolio de lo popular que lesiona el pluralismo; se ha
generado la sensación, con muchos elementos que lo corroboran, de perpetuidad
en el poder, y por último, se ha apelado a prácticas fraudulentas.
En
este punto es absurdo que nosotros juzguemos si los gobiernos de Evo Morales
han producido o no avances sustanciales en la vida de los bolivianos. Tal
circunstancia le corresponde juzgarla a los bolivianos en elecciones
democráticas limpias.
Tanto
un fraude como un golpe son alteraciones de la voluntad popular, por vías
diversas. No se trata de un preciosismo, sino del núcleo estructural de una
democracia. No hay nada más conservador que desnaturalizar la voluntad popular
en nombre de las mejores intenciones. Lamentablemente, no ha funcionado el
contralor que una división de poderes calificada hubiera producido.
Las
sociedades tienen derecho a cambiar sus gobiernos pacíficamente, y toda
restricción a ello es abusiva.
En
segundo lugar, hay que analizar la tentación militarista. No todos los países
de la región cerraron del mismo modo el ciclo del tutelaje militar sobre la
vida cívica. Si bien el caso argentino no ha dejado de ser controversial, aquí
se conquistó –no sin defectos‑ el proceso de revisión más serio del
pasado y se constituyó un consenso amplio en torno a la marginación militar de
los asuntos políticos. En otros países de la región no se construyó tal
consenso, o al menos con la intensidad con que se lo ha hecho aquí. Por lo
tanto, no hay que dejar de evaluar esa pulsión predemocrática por intentar
construir orden, entre comillas, a partir del uso anómalo de las fuerzas
armadas.
En mi
interpretación, cualquier sugerencia sobre continuidad o interrupción al poder
civil legítimo por parte de una persona de armas es una grave intromisión, y si
por derivación de esta se produce una interrupción institucional, estamos ante
un golpe de Estado que debemos condenar.
Las
responsabilidades múltiples no habilitan el uso de eufemismos. Sin embargo,
corresponde decir que de Bordaberry para aquí no han sido pocas las veces que
los civiles en América Latina han limitado el Estado de derecho y han abierto
las puertas a los gobiernos de facto.
El
tercer elemento es la gente en las calles. Defiendo el espacio público como
espacio político donde se expresa la complejidad. Esto no significa una
fascinación por las protestas; simplemente considero que muchas veces las vías
institucionales no funcionan.
No
tengo pudor en decir que en América Latina en general y en la Argentina en
particular hacemos un uso abusivo de la ocupación del espacio público, y
lamentablemente hacemos de dichas prácticas una rutina. Hemos generado una
cultura política que ha pasado del uso del espacio público a un cierto
desprecio por él.
Ahora
bien, para dilucidar a quién le corresponde gobernar o no, el uso del espacio
público no es el mejor instrumento, no solo por las dificultades de precisión,
sino por la falta de resguardo a la intimidad. Tampoco corresponde apelar a
señalamientos religiosos, étnicos ni sociales.
Todos
sabemos que hay un dispositivo mejor y se llama “cuarto oscuro”, donde nuestra
voluntad puede expresarse fuera de las miradas objetoras de ningún cacique,
patrón, obispo, CEO o lo que fuera. Allí somos todos iguales por más diversos
que seamos, y eso hay que resguardarlo sagradamente.
La
convulsión política se resuelve con democracia, y ésta implica reglas y
elecciones limpias. Decimos “no al fraude y al golpe”. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra la señora diputada
Donda Pérez, por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Sra. Donda Pérez.- Señor
presidente: para nosotros esta es una sesión triste, no querida, pero
absolutamente necesaria. En mi intervención voy a tratar de ser breve porque
somos muchos y muchas quienes nos hemos anotado para hablar. Realmente creo que
hay que terminar con un voto contundente y que mañana aparezca en todos los
diarios el repudio al golpe de Estado en la hermana República de Bolivia por
parte de la institución más democrática o que mejor expresa la democracia, que
es la Cámara de Diputados de la Nación.
El
primer repudio que quiero expresar, obviamente en forma contundente, es a los
golpistas bolivianos: a Carlos Mesa y al mesiánico Camacho, ese hombre que
entró armado con una Biblia en la mano a ocupar una institución de Bolivia sin
ningún voto, solo con la fuerza de las bestias, como diría alguien, violando el
sentir popular.
Quiero
repudiar a las fuerzas armadas y a la policía, que continúan con la violencia y
la promueven en las calles hacia el hermano pueblo de Bolivia. La policía y las
fuerzas armadas fueron la herramienta para poner fin al orden constitucional;
hacia ellos nuestro más enérgico repudio.
Voy a
usar el tiempo de mi intervención para hacer un segundo repudio, y no es a todo
el espacio político de Cambiemos, porque sé que hay hombres y mujeres que son
parte de ese espacio y como yo defienden la democracia. Pero sí a quien es hoy
presidente de nuestro país y que está por terminar su mandato el 10 de
diciembre, el presidente Macri. También quiero repudiar el accionar del
canciller Faurie. Ellos han dejado a la Argentina parada de una forma que no se
lo merece por su historia.
La
Argentina ha sido desde la recuperación de la democracia, con el accionar del
expresidente Raúl Alfonsín, un ejemplo en el mundo de defensa de los derechos
humanos, la Constitución y las instituciones. Ha sido este Parlamento por
unanimidad, con el voto de la oposición y también del oficialismo, quien dijo
“no” al Poder Judicial cuando quiso impulsar un atenuante a la prisión de
nuestros genocidas.
Es
inconcebible que sea el canciller argentino quien se niegue a llamar las cosas
por su nombre, a condenar a quienes ocupan por la fuerza el gobierno de
Bolivia, y también a exigir a la OEA y a los organismos internacionales que
intervengan en la situación de Bolivia a fin de que la paz vuelva a ese país.
¿Por
qué es un golpe de Estado? Principalmente por los motivos que sobradamente han
expresado mis compañeros, que al igual que yo repudian este golpe de Estado. En
primer lugar, las fuerzas armadas y policiales han desconocido el orden
democrático y lo han hecho por la fuerza. Previo a eso existió un asedio y una
amenaza a la vida de Evo Morales, de Álvaro García Linera y de miles de
militantes del MAS y militantes sociales y políticos de todo Bolivia.
En
tercer lugar, hubo una sumisión y una aceptación de órdenes foráneas, que como
siempre suelen repetirse. Si agarramos estos puntos y los ponemos en un cuadro,
estarían dentro de un manual de cómo hacer un buen golpe de Estado, que sin
duda podríamos ubicar en alguna biblioteca de esa famosa Escuela de las
Américas, formada por potencias como Estados Unidos, a donde iban los militares
latinoamericanos a entrenarse para el Plan Cóndor. ¡Qué parecido suena a todo
lo que está ocurriendo ahora!
Este golpe
de Estado tuvo razones económicas. A muchos les molestaba que los recursos
naturales volvieran a estar en manos de sus legítimos dueños y que bajara el
analfabetismo y la pobreza. Pero más molestaba que por primera vez en Bolivia
no solo había un presidente que se parecía a su pueblo, sino también un hombre
dispuesto a defender los intereses de ese pueblo.
Nosotros
tenemos varias tareas por delante. Una es defender incondicionalmente la
democracia, y esto compañeros de la UCR, es hablar sin peros y decir que en
Bolivia hubo un golpe de Estado. Si quieren después discutimos cuáles son las
razones, pero hablar de razones para un golpe de Estado es lo mismo que cuando
acá nos decían que por responsabilidad de algunas agrupaciones políticas
vinieron los militares. Esta teoría fue desterrada después del juicio a las
Juntas.
En
segundo lugar, debemos manifestar la solidaridad con el pueblo, exigir la
renuncia de los golpistas y luchar, vencer, caer, levantarse y volver a luchar.
Porque si luchamos y seguimos luchando, estoy segura de que vamos a vencer. Y
lo que tenemos que vencer y tirar en el basurero de la historia de la
Argentina, de Bolivia, de América Latina y del mundo es esto.
-
La señora diputada Donda
Pérez exhibe una fotografía.
Sra.
Donda Pérez.- Y no porque sea una mujer hay que
dejar de decir que esta señora está ocupando ilegítimamente el lugar de Evo
Morales, quien es el presidente electo por los bolivianos y las bolivianas.
Para
que esta mujer vaya al basurero de la historia, pedimos que la comunidad
internacional se expida, y que el Congreso argentino empiece a hacerlo. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra la señora diputada Ginocchio, por Catamarca.
Sra.
Ginocchio.- Señor presidente: la democracia, de la
que tanto se ha hablado acá, es una apetencia para todos nosotros, y así debe
ser. Lo que a nosotros nos importa es que exista normalidad constitucional en
el vecino y hermano país boliviano, por cuanto de ello depende la paz social.
Advierto
que se ha fragmentado la democracia, que hubo un golpe de Estado. Por eso
estamos en este recinto, no solo como representantes del pueblo, sino también
como ciudadanos latinoamericanos.
A
esta altura del siglo, no podemos ignorar que siendo la Constitución un orden
fundamental, todas las soluciones y decisiones deben canalizarse a través de
ella, y toda injerencia o avasallamiento pone en peligro el Estado de derecho.
No
podemos ser indiferentes ni tampoco consentir ese avasallamiento. Tal como
mencionaba la diputada preopinante, la propia Constitución del Estado
Plurinacional de Bolivia establece, en sus artículos 246 y 247, que las fuerzas
armadas son esencialmente obedientes, y deben estar sujetas a las leyes y
recibir órdenes del presidente del Estado. A la luz de los hechos públicos y
notorios, podemos sacar nuestras propias conclusiones.
En
esencia, las democracias del siglo XXI exigen forzosamente el respeto y la
protección de los derechos y de las libertades, pero, por sobre todo, de las
libertades democráticas, entendiendo que la democracia como sistema es el
camino para la realización de los derechos humanos.
Con
estos fundamentos, desde el bloque Elijo Catamarca repudiamos el golpe y todos
los actos de violencia. Nos solidarizamos con nuestros hermanos bolivianos y
acompañamos el texto propuesto. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra el señor diputado del Caño, por Buenos Aires.
Sr.
del Caño.- Señor presidente: a esta altura del
debate, más allá de las excusas que quieran esgrimir algunos sectores del
oficialismo –como el propio canciller, que avala el golpe en Bolivia‑,
está claro que en Bolivia hubo un golpe cívico, policial, militar y
eclesiástico. No hay dudas a este respecto.
Por
ello, queremos plantear nuestro repudio y rechazo al golpe en Bolivia, como lo
hicimos también el lunes en las movilizaciones multitudinarias que se llevaron
a cabo en Buenos Aires y en todo el país.
Es
importante que nos pronunciemos en el recinto, pero lo fundamental está en la
resistencia a este golpe de Estado que hoy manifiesta el pueblo boliviano. Así
lo hemos visto en los últimos días en la ciudad de El Alto y en muchas otras
regiones de Bolivia, donde decenas de miles de ciudadanos se movilizan y están
siendo reprimidos por la policía. Esa población enfrentó el saqueo de sus
recursos naturales, protagonizando la Guerra del Agua y la Guerra del Gas. Esa
heroica movilización popular es el camino para derrotar a los golpistas.
Queda
clara la injerencia de los Estados Unidos y el apoyo de Donald Trump. El
imperialismo está promoviendo el golpe en Bolivia. Lo mismo ha hecho en el
resto de América Latina, promoviendo el golpe institucional en Brasil,
interviniendo en Venezuela y en Honduras.
Así
como se moviliza el pueblo de Bolivia en contra de este golpe cívico, militar y
policial, hemos visto las movilizaciones del pueblo de Ecuador contra los
planes del FMI y Lenín Moreno. También estamos viendo del otro lado de la
cordillera la heroica movilización de todo el pueblo hermano de Chile en contra
de Piñera y de la herencia pinochetista.
Estuve unos días en Santiago y en
Valparaíso, compartiendo esa gran movilización democrática de todo el pueblo de
Chile contra un gobierno asesino, que ha masacrado a veintitrés hermanas y
hermanos chilenos, que reprime las movilizaciones, detiene y tortura. Incluso,
se han denunciado violaciones sexuales por parte de los carabineros los días
del estado de emergencia.
En
algunos medios de comunicación y también desde algunos sectores políticos hemos
escuchado que, en un primer momento, llamaban al diálogo, a pactos o acuerdos
con los golpistas en Bolivia. ¡Ningún pacto, ningún acuerdo con los golpistas!
También
equiparan el cuestionamiento democrático de todo el pueblo de Chile al gobierno
de Piñera y a la herencia pinochetista, con el golpe en Bolivia. ¡No tiene nada
que ver! ¿Cómo se puede comparar el golpe de Estado que se está dando en
Bolivia contra el pueblo, con el cuestionamiento democrático de los
trabajadores y las trabajadoras chilenos?
En
el día de ayer hubo una huelga general en Chile, con una movilización que
calculan que contó con el apoyo de más de dos millones de personas en todo el
país, y la única respuesta del gobierno fue la represión. Se trata de un
gobierno que, según las encuestas, es apoyado apenas por el 9 por ciento de la
población.
Tal
como dicen los carteles en las manifestaciones, los chilenos no están
cuestionando los 30 pesos, sino los 30 años de desigualdad, de falta de acceso
a la educación y a la salud pública, porque la gente se muere esperando una
operación; porque si un miembro de una familia trabajadora tiene una
enfermedad, ésta queda absolutamente en la ruina por la falta de acceso a la
salud.
Frente
a las diferentes situaciones que observamos en América Latina y frente al golpe
de Estado en Bolivia, creemos que el camino es la movilización popular de todo
el continente. Ese es el único camino para derrotar a los golpistas, enfrentar
al imperialismo norteamericano y a los grandes grupos económicos que buscan
imponer sus condiciones y no dudan en promover golpes de Estado y reprimir
sangrientamente, como lo hacen en Chile, con un gobierno que llaman
constitucional, pero que se rige por la Carta Magna instaurada por Pinochet. El
pueblo está reclamando una asamblea constituyente para que se vaya Piñera…
Sr.
Presidente (Tonelli).- La Presidencia solicita al señor diputado que vaya finalizando
su exposición.
Sr.
del Caño.- Ya termino, señor presidente.
Por
supuesto, participamos de esa movilización de la clase trabajadora y del pueblo
de todo el continente, bajo la perspectiva de la unidad socialista de toda
América Latina. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra el señor diputado Leavy, por Salta.
Sr.
Leavy.- Señor presidente: como representante del
pueblo de la provincia de Salta, que comparte frontera con la querida Bolivia,
repudio en todos los términos el golpe de Estado al presidente Evo Morales.
En
el siglo XX la Argentina tuvo seis golpes de Estado, mientras que en el mismo
período Bolivia tuvo ciento once, es decir, más de un golpe de Estado por año.
Evo
Morales logró que Bolivia alcanzara un gran éxito. La verdad es que he vivido
muy de cerca el proceso que llevó adelante ese Estado.
Cuando
Evo comenzó su mandato, había 2 millones de ciudadanos documentados. Hoy son
más de 6 millones. ¿Qué pasó? Les otorgó el documento y les dio el derecho a
elegir y a ser elegidos. Hizo un gran milagro en Bolivia, pero no tan solo en
la parte social, porque cabe destacar que para 2020 tenía como meta alcanzar el
cero por ciento de analfabetismo.
Al
sur boliviano le dio el 15 por ciento de las regalías hidrocarburíferas.
Conozco Yacuiba desde hace años: había casas de madera, pero la transformó y
hoy está todo pavimentado y hay edificios con escaleras mecánicas. Transformó
todos los colegios; los hizo nuevos. Hicieron tantos colegios que algunos los
tuvieron que cerrar porque todavía no tienen alumnos.
En
el campo construyó viviendas y las proveyó de gas natural. Vivían sobre el gas
y cocinaban con leña. Construyó una planta separadora de gases que costó más de
500 millones de dólares, quizá perjudicando a la Argentina, porque el gas que
ahora importamos viene limpio, ya que le quitan todos los gases ricos, como el
metano, propano y butano, que antes llegaban a nuestro país, donde Refinor
hacía ese trabajo.
La
verdad es que la gran transformación de Bolivia se ve reflejada en su gente, en
el crecimiento cultural y en todo lo que logró como, por ejemplo, un estadio
para más de 40 mil personas en Yacuiba. El crecimiento también se nota en sus
rutas.
Allí
ocurrió lo que siempre sucede con estos gobiernos cuando su objetivo es
defender al pueblo. Parafraseando a Arturo Jauretche: “La multitud no odia;
odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría mientras que
perder privilegios provoca rencor”.
Vengo
de un espacio del peronismo, del Frente de Todos, que tiene los mismos
objetivos que lleva adelante Evo Morales con su gobierno. “Justicia social”
decía Evo ayer en México. Evo representa a los pobres, a la mayoría de los
ciudadanos bolivianos que son pobres. Evo representa los intereses de la
mayoría contra los intereses de solamente tres ciudades.
Me
alegro mucho de la decisión que tomó Evo cuando presentó su renuncia. Lo hizo
para preservar la paz. En este sentido, quisiera leer una carta que le escribe
Perón al general Aramburu en 1956. Dice así: “He leído en un reportaje que
usted ha permitido decir que soy un cobarde porque ordené la suspensión de la
lucha en la que tenía muchas posibilidades de vencer. Usted no podrá comprender
jamás cuánto carácter y cuánto valor hay que tener para producir semejante
gesto. Para usted hacer matar a los demás en defensa propia y de las propias
ambiciones es una acción distinguida de valor. Para mí, el valor no consiste ni
consistirá nunca en hacer matar a los otros”.
Claramente
lo ocurrido en el Estado Plurinacional de Bolivia es un golpe de Estado, un
golpe de las minorías tratando de cortar un proceso en el cual Bolivia se
estaba independizando económicamente.
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra el señor diputado Iglesias, por la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
Sr.
Iglesias.- Señor presidente: parece que hay mucha
gente que quiere hablar de golpe y hacen citas. Yo también voy a hacer algunas
citas.
“Este
es un manual de saqueos, violencia y desestabilización de gobiernos que tiene
su historia y que se inauguró el primer tomo en el final del gobierno del
doctor Alfonsín.” Ahora que somos todos alfonsinistas, resulta linda la frase
de “manual de saqueos, violencia y desestabilización de gobiernos, inaugurado
en el final del gobierno del doctor Alfonsín”.
“Sectores
políticos, y fundamentalmente sectores del PJ, todos lo sabemos perfectamente.
La verdad no debe ofender a nadie. La verdad es que tampoco fueron espontáneos
los saqueos que terminaron con el gobierno del doctor de la Rúa. Todos lo
sabemos”. ¿Saben quién dijo esto? La electa vicepresidenta de la Nación.
Y
me dediqué a mirar un poco los discursos. Busqué en Google un poco, puse de un
lado “fraude” y del otro, “golpe”, y encontré una cosa muy interesante, también
de la misma autora, pronunciado en un discurso ante una Asamblea Legislativa:
“Nuestro ADN se gestó cuando las fuerzas armadas acabaron con el fraude
patriótico de la
Década Infame”. Un golpe, el de 1943, para acabar con un fraude patriótico.
¿Les suena?
Nosotros
repudiamos la interrupción constitucional. Nosotros repudiamos la injerencia de
las fuerzas armadas, pero repudiamos todas; no las que no nos gustan. Por eso, nos
da vergüenza estar en una sesión donde de un lado los carteles dicen “No al
golpe” y del otro, “Fuera Piñera”.
Muchachos:
si estamos por la democracia, estamos por todos los gobiernos democráticos; no
por los que nos gustan.
-
Varios señores diputados hablan
a la vez.
Sr.
Solanas.- ¡Tiempo!
Sr.
Iglesias.- Tiempo va a ser el 10 de diciembre,
cuando seamos el primer gobierno civil no peronista que termine su mandato
desde 1928. Sería bueno que se hicieran cargo los que durante mucho tiempo
pertenecieron a fuerzas que avalaron.
Nosotros
repudiamos todos los golpes, empezando por los golpes sangrientos, como los de
1955 y 1976, pero también los de 1943 y de 1930, que los precedieron, y a sus
autores, y también el de 1966.
Repudiamos
también las destituciones civiles -que así las llamé; no “golpes”‑ de
Alfonsín y, sobre todo, de de la Rúa.
Por
eso no aceptamos la indignación selectiva del “club del helicóptero”, de los
que se negaron a reconocer la legitimidad de nuestro gobierno y entregar los
atributos del poder.
No
aceptamos ‑y nos preocupa‑ que el presidente electo diga: “El
gobierno volvió a mano de los argentinos”. Esta es una frase textual del
presidente electo. Eso también es un desconocimiento del carácter democrático
de los gobiernos que debería ser repudiado.
Recientemente
he escuchado mencionar mucho a Pinochet. Por eso, me permito recordarles que
recibió la distinción más alta de este país -la Orden del Libertador General
San Martín‑ en el año 1974. Busquen en Google un poco a ver qué gobierno
condecoró a Pinochet.
Cuando
condenamos, hay que condenar todo. Condenamos la violencia política, pero toda:
la que hay en Bolivia y la que hay en Chile. Condenamos la injerencia militar
en política y nos parece inaceptable el rol que han jugado las fuerzas armadas,
y lo han dicho claramente nuestro presidente y el canciller.
También
condenamos la interrupción de un mandato constitucional que era válido hasta
enero, pero no por eso nos olvidamos de que era el tercer mandato de alguien
que asumió en un país que originariamente tenía habilitado un mandato. Después
reformó la Constitución y dijo: “Bueno, un segundo mandato. El primero ya lo
hice”. Después dijo: “Bueno, el primero no cuenta; vamos a hacer un tercero”.
Ya que hablamos de la violación de la voluntad popular, recordemos que luego
llamó a un referéndum y el pueblo boliviano -no nosotros, no la derecha, no
Trump, sino el pueblo boliviano‑ le dijo: “No, no te presentes; no
estamos de acuerdo”, pero desconoció también eso y después hizo fraude. Esto
también es desconocimiento de la voluntad popular. Condenar una cosa no quiere
decir que nos olvidamos de la otra.
Me
causa gracia escuchar al canciller in pectore hablando de la condena de
la violación de la voluntad popular,
porque me acuerdo cuando frente a este Parlamento tuvimos una turba
encabezada por el “gordo bazuca” que le tiró quince toneladas de piedras a la
policía. Pueden buscar en Google las declaraciones del señor Felipe Solá, al
lado del señor Pignanelli -que en paz descanse‑, diciendo ante la cámara
-y riéndose- que había sido un hermoso día peronista. Es textual. Busquen,
googleen. Se tiraron quince toneladas de piedra contra la policía.
-
Varios señores diputados
hablan a la vez.
Sr.
Presidente (Tonelli).- Silencio, por favor.
Le
solicito al señor diputado que vaya finalizando su exposición.
Sr.
Iglesias.- Repito: nosotros condenamos la
violencia política; toda la violencia política. Condenamos la injerencia
militar en la política; toda y no la de unos u otros. Condenamos la
interrupción de los mandatos constitucionales; todos los que hubo en este país
desde 1928 en adelante.
Por
otro lado, no reconocemos ninguna autoridad moral a quienes hablan de errores y
de pecados. El pecado de Evo no fue lo que hizo, ni sus políticas públicas ‑que
pueden ser buenas o discutibles‑; el pecado de Evo es que hizo fraude.
La
peor dictadura y la mayor violencia de la región ocurren en Venezuela,
muchachos, desde hace dos años por lo menos. Yo he redactado proyectos de condena
por lo que sucede en Venezuela que datan del año 2008.
-
Varios señores diputados
hablan a la vez.
Sr.
Presidente (Tonelli).- Silencio, por favor, señores diputados.
Señor
diputado Iglesias: vaya redondeando.
Sr.
Iglesias.- Yo redondeo, pero si hacen silencio.
Hubo
5.287 personas asesinadas en 2018; 1.569 muertes en los primeros cinco meses
del año 2019; casi 7.000 muertos en un año y medio en Venezuela, pero ustedes
se niegan a tratar cualquier repudio contra la dictadura militar venezolana que
solo permanece en el gobierno porque mantiene el control del ejército.
Para
finalizar, ojalá, Bolivia recupere el camino hacia la restauración del régimen
democrático. El partido del señor Evo Morales tiene mayoría en la Asamblea
Legislativa. Queremos elecciones libres, garantizadas y controladas por los
organismos internacionales, y queremos que participen todos los candidatos
previstos y habilitados por la Constitución Bolivariana de la República de
Bolivia. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra la señora diputada del Plá, por Buenos Aires.
Sra.
del Plá.- Señor presidente: es notable la
cantidad de palabras y de frases que se han pronunciado en este ámbito para
justificar un golpe de Estado.
Como
militante del Partido Obrero, como socialista del Frente de Izquierda, vengo
acá no solo a repudiar el golpe, sino también a apoyar a las masas bolivianas
que enfrentan el golpe en la calle. Hasta el momento, en la jornada de hoy se
han producido ocho muertes durante los enfrentamientos con las bandas fascistas
de la derecha, de los militares y de la policía. Defendemos el derecho a la
organización de esas masas campesinas y trabajadoras que, en Bolivia, y también
en la Argentina, se están organizando para repudiar activamente el golpe y
derrotarlo.
Este
es el punto; este es un golpe que todavía no ha terminado de consolidarse. Lo
que tenemos que discutir acá, en lugar de sacar resoluciones en papel, es cómo
consideramos que se puede apoyar en la práctica la lucha contra el golpe. Por
eso, las centrales sindicales tienen que convocar a un paro activo en toda
América Latina contra el golpe en Bolivia. Por supuesto que también hay que
apoyar a los millones de jóvenes y trabajadores que en Chile se alzan contra
ese gobierno heredero de la dictadura de Pinochet, como es el de Piñera.
Obviamente que se puede repudiar el golpe en Bolivia, reclamar “fuera Piñera” y
que se realice una Asamblea Constituyente libre y soberana en Chile para que
los chilenos reorganicen su sociedad sobre otras bases sociales.
Nosotros
somos socialistas y no tenemos las contradicciones que menciona acá el diputado
Iglesias. Nosotros no nos sometemos a los mecanismos institucionales que se
utilizan para aplastar las movilizaciones de las masas. En el proyecto que
presentamos ‑y que voy a defender‑, denunciamos la injerencia de la
OEA, la Organización de Estados Americanos, que fue el puntapié inicial para
este golpe de Estado.
A
partir de la errónea decisión de Evo Morales de someterse al dictamen de la OEA
en relación con las elecciones, hace muchos días comenzó el operativo de la
mano del imperialismo norteamericano, de los Bolsonaro y del grupo de Lima ‑que
integran Macri y el oficialismo‑, para perpetuar este desplazamiento del
gobierno de Bolivia.
Por
supuesto que no hay repudio contra el golpe de Estado si no se denuncia a esa
verdadera cueva de bandidos, a ese ministerio de colonias del imperialismo
yanqui que es la OEA, parafraseando al Che. No se repudia verdaderamente el
golpe si no se repudia a todos los que lo apoyan dentro y fuera de Bolivia.
Quiero
llamar la atención respecto de los argumentos vertidos sobre la paz y evitar
los baños de sangre. Es claro que después se demuestran inútiles, porque están
ahogando en sangre a la población boliviana que sale a enfrentar el golpe. Y
tienen razón, porque si no lo enfrentan, ¿saben lo que va a pasar? Los van
arrasar con los grupos de tareas. Entonces, está muy bien que se levanten y que
hagan huelga; no hay que llamarlos a meterse en sus casas. Hay que convocar
huelgas y movilizaciones acá también para apoyar esa lucha.
Esto
es lo que estamos empeñados en hacer y por eso nos hemos movilizado el lunes y
estamos participando en las asambleas que realizan los migrantes bolivianos en
la Argentina. Ellos están discutiendo cómo participar. Apoyamos
incondicionalmente los levantamientos de las masas populares contra la
explotación capitalista en Bolivia, en Chile y en cada rincón del mundo donde
los trabajadores nos alcemos contra las injusticias del sistema capitalista. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra el señor diputado Lipovetzky, por Buenos Aires.
Sr.
Lipovetzky.- Señor presidente: en primer lugar,
celebro poder realizar esta sesión tan importante. Creo que el punto principal
es llamar a las cosas por su nombre.
Cuando
uno escucha o ve que el jefe de las fuerzas armadas de un país hermano como
Bolivia le recomienda, sugiere, exige o pide la renuncia a un presidente electo
democráticamente, está claro que estamos hablando de un golpe de Estado. No hay
ninguna duda al respecto. Desde allí podemos empezar a trabajar en nuestro rol
desde el lugar en el que nos encontramos, que es defender la democracia en la
región y en nuestro país.
Pero,
además, lo consideramos así no solamente muchos de los diputados que estamos
aquí, sino también la excanciller de nuestro gobierno, Susana Malcorra. Ella lo
dijo con mucha claridad. ¿Quién puede dudar de la expertise y de la
experiencia de Susana Malcorra al respecto? Por supuesto, muchísimos dirigentes
de nuestro país y del continente latinoamericano han repudiado el golpe de
Estado que ocurrió en el país hermano de Bolivia.
En
ese marco, nuestro rol principal es ser muy claros en el repudio. Seguramente,
tenemos mucho para decir de infinitos temas, de lo que pasa en Bolivia, del
gobierno boliviano, del gobierno de Evo, pero este no es el lugar ni la
ocasión. En esto tenemos que ser muy claros. Lo que debemos hacer es defender
la democracia en la región y repudiar el golpe de Estado en Bolivia. No hay
mucho más para decir. De lo contrario, podemos llevar a confusiones.
En
tal sentido, los invito a que lean los diarios previos al 24 de marzo de 1976,
o aquellos previos al golpe del 66 contra el gobierno de Illia. En ellos se
hablaba de muchísimas cosas respecto de los gobiernos anteriores a fin de ir
justificando los golpes que luego se produjeron. Sabemos todo lo que pasó, las
historias más grises y oscuras que le costaron la vida a miles de argentinos.
Entonces, cuando ocurre un golpe de Estado, lo que tenemos que hacer es ser muy
claros y no dar grises. Tenemos que repudiarlo con mucha claridad y no buscar
otros eufemismos ni otros temas para introducir en lo que opinemos.
Insisto
en que tenemos muchas cosas para decir sobre lo que pasa no solo en Bolivia,
sino en Chile y en Venezuela, pero no es el momento ni la ocasión. Además,
cuando uno lucha y defiende la democracia creo que no tiene que haber
diferencias partidarias.
Señor
presidente: yo trabajé muchos años con Antonio Cafiero, fue mi maestro junto a
mi papá en la política, y Antonio siempre me decía: “Daniel, cuando hay que
defender la democracia, no hay diferencias.” En ocasión del intento de golpe de
Estado carapintada, en la Semana Santa de 1987 ‑él pertenecía a un
partido político distinto al del presidente Alfonsín, estuvo codo a codo
defendiendo la democracia y también en el balcón de la Casa Rosada en ese
momento-, me mostró el ejemplo a seguir. Ese es el modelo y lo que tenemos que
hacer hoy: dejar de lado nuestras diferencias partidarias.
Vamos
a tener tiempo para diferenciarnos, los diputados tenemos cuatro años de
mandato por delante para mostrar la visión diferente sobre las cosas, pero acá
tenemos que hacer lo contrario, debemos unirnos y defender la democracia sin
diferencias partidarias.
Sabemos
lo que pasa cuando hay un golpe de Estado en la región, aparece el efecto
contagio. Nuestro continente está plagado de ejemplos del efecto contagio que
muchas veces son generados por terceros externos; entonces, hay que estar muy
atentos y ser muy claros en la posición que va a tomar la Cámara de Diputados.
Por
estos motivos creo que deberíamos intentar buscar una resolución única de
consenso donde repudiemos el golpe de Estado. Estamos acostumbrados a buscar
los consensos. Tratamos temas iguales en proyectos de diferentes diputados y
nuestro rol en las comisiones es buscar un dictamen único. Por eso, pido a
todos que hagamos un esfuerzo para lograr un dictamen único, esa sería una muy
buena señal para la democracia del continente y, por supuesto, para la
democracia de nuestro país. Si eso no llega a ocurrir, por supuesto que voy a
acompañar todos los proyectos que sean muy claros en cuanto a repudiar el golpe
de Estado, porque eso para mí es algo innegociable e irrenunciable.
Por
lo tanto, si queremos una Latinoamérica unida e integrada para siempre, hoy
tenemos que ser claros. Hay que repudiar el golpe de Estado en Bolivia y ser
muy claros en el sentido de que no vamos a admitir ni justificar nunca la
injerencia de las fuerzas armadas en el orden constitucional de un país
hermano. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra la señora diputada Horne, por Río Negro.
Sra. Horne.- Señor presidente: hace treinta y seis años que este Congreso está
abierto. Desde el 10 de diciembre de 1983 la defensa de la democracia no fue
mezquina. Así salimos aquella Semana Santa a sostener el gobierno
constitucional de Raúl Alfonsín y así salimos cada 24 de marzo. Por eso, hoy
estamos aquí para repudiar el golpe de Estado perpetrado en el Estado Plurinacional
de Bolivia, golpe que fue gestado con violencia, quemando casas de
funcionarios, arrastrándolos, haciendo arrodillar a las mujeres, cortándoles el
cabello y obligándolas a renunciar, marcando en el cuerpo de las mujeres el
estigma de haber levantado la vista, el estigma de poder ahora hacer uso de la
palabra.
La violencia no fue ocasional, fue una
violencia sistemática que contó con la anuencia policial. Fue un golpe de
Estado que rechazó nuevas elecciones llamadas generosamente por Evo Morales,
aun cuando el informe preliminar de la OEA lo daba claramente como ganador.
Fue un golpe violento y sistemático
que cercenó los medios de comunicación, secuestrando periodistas y llevando al
director de Radio Nacional a una situación pública para ser linchado. Fue un
golpe que ha lanzado en forma centralizada decisiones y órdenes. Fue un golpe
que lanzó una orden de detención contra el presidente constitucional Evo
Morales; una orden dicha públicamente ante la turba enardecida buscando el
linchamiento del presidente. Fue un golpe que ha sacado los tanques a la calle
y quemó la Whipala como bastión del triunfo, así como en alguna época en la
Patagonia cortaban las orejas de nuestros hermanos mapuches.
Señor presidente: hay que ser necio,
cómplice o no ser un argentino de bien para no repudiar este golpe. Yo inicié
este mandato jurando por la libertad de Milagro Sala y hoy me quiero despedir
de este cuerpo vivando a los pueblos que luchan contra la desigualdad; vivando
a los pueblos indígenas que luchan; vivando al valeroso pueblo chileno, a su
juventud que ha despertado; vivando a las mujeres bolivianas, de pollera, que
hoy salen a la calle, y vivando a Evo Morales.
Señor presidente: para finalizar, debo
decir que Macri se va con emergencia alimentaria, con el cepo al dólar y con el
aval al golpe sangriento en Bolivia. ¡Ya falta poco! (Aplausos.)
Sr. Presidente (Tonelli).-
Tiene la palabra el señor diputado Echegaray, por Buenos Aires.
Sr. Echegaray.- Señor presidente: en el día de hoy, en este
mismo recinto, comenzábamos con la proclamación de la fórmula de Alberto
Fernández y de Cristina Fernández de Kirchner, ganadora en las últimas
elecciones, así como también enumerando la cantidad de votos obtenidos por el
resto de las fórmulas.
No era un simple hecho de matemática,
era una demostración en la que quedaba plasmado el final de un proceso de
elecciones libres, sin trampas, en el que se garantizaron absolutamente todos
los derechos a la competencia electoral de todas las fuerzas políticas y donde
a quienes, en este caso, nos tocó perder, aplaudimos a los ganadores, como
ocurrió exactamente hace cuatro años al revés. Este es un motivo que nos debe
llenar de orgullo. En la Argentina tenemos elecciones libres, sin trampas, y
esto debería estar ocurriendo en toda América Latina.
Por esta razón es que en la
declaración que ha propuesto nuestro espacio reivindicamos la adhesión a la
cláusula democrática y al Protocolo de Ushuaia ‑no es un dato menor‑,
donde se establecen muchas de estas cuestiones. También podríamos nombrar a
politólogos como Robert Dahl, cuando define qué condiciones y estándares
mínimos se deben reunir para que exista democracia. Por suerte en la Argentina
la tenemos y espero que para siempre. Eso es lo que debemos bregar para
nuestros países hermanos de América Latina.
No dudé un instante en caracterizar
como golpe de Estado lo ocurrido en Bolivia. Lo caractericé de ese modo por la
sencilla razón de que tenemos una profunda historia en la Argentina, desde el 6
de septiembre de 1930, con todo el vademécum de tipos de golpe de Estado. Ha
habido toma directa del poder por parte de los militares, ha habido formas más
subliminales en las que inclusive se ha respetado ‑entre comillas- la
sucesión, como fue el caso del golpe al doctor Arturo Frondizi, es decir, ha
habido golpes de todo tipo.
Por ende, cuando ocurre lo que ocurrió
en Bolivia, donde hay una sugerencia de las fuerzas militares, donde están
amotinadas las fuerzas policiales y hay un grupo civil fascista, xenófobo y
altamente ultramontano, como es el caso del grupo civil de Camacho, no debemos
dudar en cuanto a que lo que ha existido allí fue un golpe a la democracia.
Lo
mismo diría ‑y no dudaría un minuto por más que no tengo simpatía alguna
por la presidencia de Piñera‑ si mañana un general chileno sugiriera,
susurrara o murmurara que el presidente debe irse por no controlar las calles
en Chile. De la misma manera estaría condenando eso como un golpe de Estado.
Desde ese punto de vista no cabe diferencia alguna.
La
declaración que hemos propuesto hoy contempla la definición de golpe a la
democracia y la adhesión a la cláusula democrática de la OEA. Asimismo, pide la
misma salida que el propio Evo Morales había propuesto antes de su renuncia. Se
trata precisamente de una nueva convocatoria por la existencia de
irregularidades en el proceso eleccionario. El mismo Evo Morales había
convocado nuevamente a elecciones. Esa es la solución: que en Bolivia haya
elecciones libres, sin trampa y sin proscripciones para que sea el pueblo
boliviano el que decida el destino de su futuro.
Aquí
se ha nombrado a grandes hombres de la democracia de nuestro país, de todos los
partidos; del nuestro, a Alfonsín. En este sentido, para ir culminando, quiero
recordar a Ricardo Balbín, un hombre de nuestro partido que no llegó a ser
presidente, pero fue una gran figura de la democracia. En el abrazo con el
general Perón protagonizó el cierre de las falsas antinomias en la Argentina.
Balbín decía, parafraseando al poeta Almafuerte: “¡Todos los incurables tienen
cura/cinco minutos antes de la muerte!”
Yo
pediría a los presidentes de los bloques que hicieran un esfuerzo más. Todos
debemos realizar un esfuerzo más porque podría decir, en menor medida, que toda
declaración tiene la posibilidad de consenso hasta cinco minutos antes del
cierre. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra el señor diputado Vallone, por San Luis.
Sr.
Vallone.- Señor presidente: en primer término
quiero solidarizarme con la comunidad boliviana residente en la Argentina, con
los hermanos bolivianos que están aquí en la puerta del Congreso esperando que
hoy salga de esta sesión una declaración firme de repudio al golpe en el
hermano país.
Quiero
también dejar en claro que quienes formamos parte de la vida democrática
debemos priorizar siempre la democracia, con todos sus defectos, pero como el
mejor de los sistemas.
Quiero
expresar claramente el repudio y el rechazo al golpe de Estado civil, político
y militar perpetrado en Bolivia. Por eso, hemos presentado un proyecto de
resolución cuyo número de expediente es 5.054-D.-2019.
Vemos
con mucho agrado que la mayoría, casi todas las instituciones democráticas de
la Argentina, se haya expresado en este sentido. Pero también vemos con mucho
dolor y preocupación que el presidente argentino y su partido ‑el PRO‑
hayan negado el golpe y, más grave aún, que el gobierno argentino haya negado
el asilo en nuestra embajada en el país hermano a funcionarios bolivianos
democráticamente electos.
Para
entender los hechos destituyentes en Bolivia, que han constituido un golpe de
Estado, hay que abstraerse por un momento de las ideologías. Si lo queremos
analizar técnicamente, la interrupción de un mandato presidencial vigente no
avalada por el Congreso y el rol de las fuerzas armadas constituyen elementos
objetivos de que en Bolivia sucedió un golpe de Estado. Este golpe contó además
con aliados, con otros actores que ayer terminaron de consumar el plan. Me
refiero a dirigentes opositores visibilizados a través de la senadora Jeanine
Áñez, quien en el día de ayer se autoproclamó presidenta en una asamblea que no
tuvo quórum.
Pero,
más grave aún, ni siquiera fueron capaces de aceptar la renuncia presentada por
el presidente Evo Morales. Me pregunto lo siguiente: técnicamente, legalmente,
¿hoy en Bolivia hay dos presidentes? Se trata de un dato que nosotros, como
legisladores democráticos, no podemos dejar pasar por alto.
Este
es un momento de la democracia en Latinoamérica, en la región, en el que no
podemos ser tibios. También a la OEA le cabe un rol de responsabilidad en el
golpe. Luis Almagro, vocero de la Organización de Estados Americanos, expresó
que el golpe fue el fraude electoral, pero omitió decir que la ilegalidad en la
que asumió Áñez es una clara posición que ellos acompañaron y es concordante
con el Estado americano al que representan. Una interpretación democrática
según la conveniencia.
Quien
sí supo interpretar el momento, la urgencia y fundamentalmente su rol en este
momento de crisis fue el presidente electo argentino Alberto Fernández. Esta es
la actitud que esperamos todos de un líder democrático.
A
Evo Morales no le perdonan que en 2006 Bolivia tuviera un 13 por ciento de
analfabetismo y hoy tenga un 2,4 por ciento; que tuviera un 9,2 por ciento de
desempleo y hoy tenga un 4,1; que la pobreza en ese mismo año fuera del 60,6
por ciento y hoy, del 24; que la pobreza extrema fuese del 38 por ciento y hoy,
del 15 por ciento; que el salario mínimo haya pasado de 60 a 310 dólares. Lo
que no le perdonan a Evo Morales es haber llevado adelante políticas sociales
de igualdad de oportunidades.
Quiero
finalizar haciendo referencia a estas estrofas: “¿No los veis sobre México y
Quito/arrojarse con saña tenaz?/¿Y cual lloran bañados en sangre/Potosí,
Cochabamba y La Paz?/¿No los veis sobre el triste Caracas/luto y llanto y
muerte esparcir?/¿No los veis devorando cual fieras/todo pueblo que logran
rendir?” Son estrofas del Himno Nacional Argentino que han sido censuradas en
la segunda presidencia de Roca. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Tonelli).- Tiene la palabra la señora diputada Schlotthauer, por Buenos
Aires.
Sr.
Schlotthauer.- Señor presidente: desde la bancada
Izquierda Socialista queremos manifestar nuestra adhesión al proyecto de
repudio al golpe militar en Bolivia porque entendemos que cuando el alto mando
militar, bajo hechos de violencia, pide la renuncia a cualquier gobierno
electo, en los libros, en la historia y en la propia Bolivia se llama golpe
militar.
Queremos
también manifestar nuestro rechazo y repudio a las declaraciones de Trump y del
propio Macri. La democracia en Bolivia no está triunfando con un gobierno que
gobierna con la Biblia en una mano y con los fusiles en la otra, contra los
derechos de los propios bolivianos que hoy están siendo asesinados en su
resistencia.
Tampoco
estamos hablando de los dos demonios, porque hay un solo demonio que en nombre
de Dios pretende legitimarse en el gobierno de Bolivia.
Queremos
decir también que si hoy la derecha tiene la oportunidad de copar la Casa de
Gobierno es porque el propio Evo Morales ha cavado su fosa. No es cierto que
solo haya derechos para los bolivianos. Después de una década de gobierno de
Morales, el 80 por ciento de los bolivianos está por debajo de la línea de
pobreza. El propio gobierno fue el que en 2008 dio la impunidad a los golpistas
de hoy, no solo porque los dejó libres, sino porque también pactó con ellos
todos los planes de ajuste y entrega.
El
propio Evo Morales fue puesto por el pueblo boliviano, que luchó en la Guerra
del Gas y en la Guerra del Agua para que cumpliera con la agenda de octubre,
una agenda por la cual los bolivianos esperaban recuperar sus riquezas
naturales, su gas y su petróleo. Pero fue entregado. YPF boliviana trabajó
durante todos estos años para el saqueo de Repsol, para el saqueo de Total y
para el saqueo de Petrobras.
-
Ocupa la Presidencia el señor
presidente de la Honorable Cámara, doctor Emilio Monzó.
Sra.
Schlotthauer.- También fue el propio gobierno de
Evo Morales el que entregó el litio a las multinacionales extranjeras y el que
no combatió el latifundio que estaban esperando los campesinos bolivianos.
Cinco millones de hectáreas fueron incendiadas de la mano de los propios
militantes del MAS. Asimismo, les quitaron tierras a los indígenas para
construir una gran autopista, a fin de llevarse todas las riquezas posibles, en
este saqueo permanente contra la tierra del país hermano.
No
habrá democracia de la mano de las elecciones convocadas por este gobierno ilegítimo.
Solo habrá igualdad de justicia si esa poderosa Central Obrera Boliviana
convoca a una asamblea nacional de las organizaciones populares y se hace cargo
de un gobierno provisional que sí llame a elecciones y empiece a tomar las
medidas de aquella agenda para la que se puso a Evo Morales.
Queremos
brindar nuestro apoyo conjunto a este proyecto, pero advirtiendo al mismo
tiempo que esta Honorable Cámara tiene una profunda deuda con nuestros hermanos
chilenos por no haber aprobado ninguna de las iniciativas presentadas por este
bloque, expresando nuestro repudio al gobierno de Piñera por la represión
llevada a cabo en Chile.
Debe
ser obligación de cualquier gobierno u organización que se considere
democrática repudiar al gobierno de Bolivia. Pero también tiene que hacer lo
propio y romper relaciones diplomáticas con el gobierno chileno, que desde hace
veintidós días está masacrando a los habitantes de ese país por oponerse al
saqueo y solicitar la nacionalización de los recursos de esa Nación.
Por
último, deseo señalar, en especial al próximo gobierno, que los que aquí hablan
de democracia tampoco rechazaron la sistemática represión y violación de los
derechos del pueblo chubutense, que hoy sigue peleando para que se le paguen
sus salarios con sus correspondientes aumentos reconocidos por el gobierno
nacional. Al mismo tiempo, se prepara para luchar contra la megaminería que se
pretende imponer en estas tierras. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra la señora diputada Austin, por Córdoba.
Sra.
Austin.- Señor presidente: he escuchado la
intervención del señor diputado Echegaray, procurando que los señores
presidentes de bloque acuerden la redacción de un texto. Me parece que vale la
pena reivindicar eso, fundamentalmente, porque aquí estamos hablando de la
defensa de las instituciones democráticas.
La
democracia tiene un conjunto de componentes y su defensa necesariamente implica
hacer lo propio con cada uno de esos atributos. No hay democracia si no hay
elecciones libres, si no hay un marco constitucional al cual apegarse y si hay
fuerzas armadas provocando la salida anticipada de un presidente. Me parece que
allí debe radicar nuestro punto de acuerdo.
Ese
es también el aprendizaje que hizo la República Argentina desde 1983 hasta el presente,
aunque también antes. Me refiero a la condena de los procesos fraudulentos, lo
que de alguna manera también fue parte del origen de nuestro partido.
También
tenemos que decir las cosas con todas las letras y animarnos a llamarlas por su
nombre. Debemos condenar el golpe de Estado. Al respecto, hace instantes se
dijo que debía evitarse tener criterios selectivos. A veces algunos se rasgan
las vestiduras pretendiendo condenar un golpe de Estado, en otras oportunidades
se olvidan de hacerlo y en ciertas ocasiones lo aplauden.
Algunos
también se olvidan de condenar las violaciones de los derechos humanos que se
están registrando en ciertos países de nuestro continente. Creo que allí
también debe ponerse el acento. En ese sentido, el Congreso Nacional debe
expedirse respecto del informe de Bachelet sobre el caso de Venezuela. Tenemos
que adoptar una posición coherente con las decisiones y posturas que
históricamente ha tenido al República Argentina en lo relativo a la defensa de
la democracia. Esto debe hacerse sin soslayar ninguna de sus dimensiones y sin
tener visiones totalizantes o medias verdades.
Debemos
defender la democracia y a aquellos que han sido electos por el voto popular.
Tenemos que defender las instituciones, condenar el golpe de Estado y buscar la
salida a esta crisis. Para ello, debemos bregar ante los organismos regionales
e internacionales, a fin de que el pueblo de Bolivia pueda encontrar una salida
mediante la única herramienta posible, que es más y mejor democracia. Esto
último implica la celebración de elecciones libres y transparentes,
constituyendo la única salida posible frente a la situación dolorosa por la que
atraviesa el pueblo boliviano.
Creo
que debemos avanzar en una condena respecto de lo que está ocurriendo, es decir,
de este atentado contra la democracia, de este golpe a las instituciones. Pero
también me parece que con la misma firmeza tenemos que insistir en cuanto al
llamado a elecciones libres y transparentes.
Ojalá
podamos ponernos de acuerdo en este punto y la voz de la Argentina, como en
otras oportunidades, sea potente y en defensa de la democracia en todas y cada
una de sus dimensiones. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra la señora diputada Banfi, por Buenos Aires.
Sra.
Banfi.- Señor presidente: esta sesión me genera
mucha tristeza. Estar en el siglo XXI repudiando golpes de Estado debería ser
una cosa del pasado. Hoy vivimos en Bolivia un golpe a la democracia, las
instituciones y la Constitución. No tener elecciones libres y transparentes es
el combo ideal para que parezca que no avanzamos en nada. El hecho de que los
militares aparezcan de nuevo sugiriendo o dando algún tipo de órdenes se llama,
simplemente, golpe de Estado.
Pertenezco
a un partido centenario e integro una coalición de gobierno que desde el primer
día reconoció la existencia de una dictadura en Venezuela.
Nuestro
comportamiento coherente e histórico en defensa de la democracia y los derechos
humanos es incuestionable y tenemos la legitimidad suficiente para denunciar su
violación en su carácter universal. Me refiero a las violaciones de los
derechos humanos que siempre existen cuando se altera el orden institucional.
Lamentablemente,
esta agenda está más vigente que nunca en Latinoamérica y nos obliga a no
abandonarla. Debemos estar alertas cada vez que tengamos la sospecha de que nos
aproximamos a un golpe de Estado o de que alguien pretende perpetuarse en el
poder haciendo trampa o utilizando la libertad de los pueblos como moneda de
cambio para mantenerse en él.
Deseo
expresar mi absoluta solidaridad con el pueblo boliviano por la situación por
la que atraviesa. Es feo que este tema forme parte de nuestra grieta. Insisto:
seguimos sin aprender nada. Ojalá que hoy podamos arribar a la sanción de un
solo texto declarativo. No obstante, quiero señalar que la defensa de la
democracia no tiene zona geográfica ni partido político. Siempre nos van a
encontrar repudiando cualquier tipo de alteración del orden institucional,
cualquier fraude electoral y cualquier golpe militar que se produzca. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra el señor diputado Moreau, por Buenos Aires.
Sr.
Moreau.- Señor presidente: este debate se inició
hace bastantes horas con la intervención de un señor diputado del bloque oficialista,
que dijo que se trataba de una discusión de carácter semiótico. La verdad es
que eso no es así, pero el debate fue orientado en esa dirección, ya que
estamos utilizando eufemismos y formas hipócritas para referirnos a una
situación muy clara.
Me
pasa lo mismo que a muchos señores diputados, aunque con algunas diferencias.
Por ejemplo, la señora diputada Mayra Mendoza dijo que no podía creer que una
generación como la de ella estuviera discutiendo un tema como este. Yo, por mi
parte y como integrante de otra generación, debo señalar que no creía que iba a
revivir este tipo de situaciones en la realidad latinoamericana.
Simplemente,
deseo expresar que los golpistas nunca se dicen golpistas, es decir, jamás se
reconocen como tales. Además, siempre tienen pretextos. En general, a lo largo
de la historia usaron siempre las mismas excusas. Por eso, no hay que recurrir
a eufemismos. Los golpistas son golpistas y los pretextos son pretextos.
Voy
a dar lectura de un pequeño párrafo de un discurso. Dice así: “El gobierno
provisorio, que ha tenido que llevar adelante esta tarea para terminar con el
abuso, el atropello, el fraude, el latrocinio y el crimen, proclama su respeto
a la Constitución y a las leyes fundamentales vigentes y su anhelo de volver
cuanto antes a la normalidad, ofreciendo a la opinión pública las garantías
absolutas a fin de que a la brevedad posible pueda la Nación, en comicios
libres, elegir sus nuevos y legítimos representantes.” Esto lo sostenía –se lo
digo particularmente a mis correligionarios‑ José Félix Uriburu.
En
aquella época, a los gobiernos populares no los calificaba de fraudulentos la
OEA, que siempre ha sido un instrumento de las políticas del panamericanismo y
nunca ha representado las políticas latinoamericanas. Bastaba con que los
diarios Crítica y La Prensa, y el Jockey Club dijeran que
un gobierno era fraudulento para que se justificara un golpe de Estado.
Cumplió
la palabra: llamó a elecciones un año después, y como ganó el radicalismo,
anuló las elecciones y mandó a más de quinientos dirigentes radicales presos a
Ushuaia, mientras lo tenía preso a Yrigoyen en la isla Martín García.
¡Esto
no es nuevo! ¡No hacía falta que existiera la OEA! ¡Era suficiente con que la
oligarquía dijera que había fraude para justificar esto! ¡Hubo diez años de
gobiernos fraudulentos! Recién se pudo salir de ese ciclo negro de la historia
con la elección que consagró a Perón como presidente.
Después
vino otro eufemismo: el 55. No era un golpe de Estado –ya se ha dicho acá‑;
era la Revolución Libertadora. Allí también quiso darse una pátina de legalidad
convocando a una constituyente con la proscripción del peronismo, porque además
venían arrastrando la doctrina de facto del año 30. También en aquella época le
quisieron dar carácter constitucional al golpe; y la Corte Suprema, con el
dictamen del procurador Rodríguez Larreta, sentó el precedente de la doctrina
de facto que después utilizaron todas las cortes en favor de los gobiernos de
facto.
Después
vino también el golpe contra Illia. Y les pregunto a mis correligionarios:
¿cómo compatibilizamos nuestra preocupación por el supuesto fraude en Bolivia
para justificar una intervención militar frente a un gobierno como el nuestro,
que fue elegido con la proscripción del peronismo?
Nuestro
gobierno fue elegido con la proscripción del peronismo. Sin embargo, el 28 de
junio de 1966, cuando se produce el golpe contra Illia, lo repudia todo el arco
político de la Argentina. En el mes de septiembre estuve preso en Devoto con
centenares de peronistas que salieron a enfrentar con nosotros el golpe de
Estado y lucharon inclaudicablemente hasta 1972 para lograr elecciones libres y
sin proscripciones.
¡Es
mentira –y ustedes lo saben‑ que esto en Bolivia se encamina a una
elección transparente! ¡Qué se va a encaminar a una elección transparente! ¡Se
encamina a la represión de los grupos paramilitares y del propio Ejército!
¡Y
qué decir de abril de 1987, cuando por esa puerta entró Alfonsín y toda la
Asamblea Legislativa se puso de pie para aplaudirlo en defensa de la
democracia! ¿Qué hubieran dicho ustedes si el bloque peronista decía: “¿No,
esto no es un golpe de Estado”? Rico decía que no era un golpe de Estado, sino
simplemente un cuestionamiento al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas,
general Ríos Ereñú. Durante cuatro días sostuvo esa teoría. ¿Cómo se hubieran
sentido ustedes si el bloque peronista hubiera dicho: “No, no es un golpe de
Estado; técnicamente es un cuestionamiento al comandante en jefe”?
Felizmente,
el bloque peronista no dijo eso. Como recordó recién el diputado Lipovetzky,
Cafiero se fue y se plantó al lado de Alfonsín. ¿Qué consigna pusimos nosotros
en la cadena nacional? No me digan que alguno de ustedes se olvidó. ¡Pusimos la
consigna “Democracia o dictadura”, porque decíamos que era un golpe de Estado
que nos ponía frente a ese dilema! (Aplausos.)
No
es cierto que el pacto democrático lo selló Alfonsín. Él condujo el proceso
democrático por donde debía conducirlo, pero el pacto democrático se consolidó
ese día, cuando el peronismo se puso al lado del gobierno de Alfonsín y todos
juntos defendimos las instituciones, sin entrar en eufemismos, sin decir: “No;
en realidad Rico está cuestionando las políticas vinculadas con los derechos
humanos”. ¡Dijimos que era un golpista! Ahí se selló el pacto democrático y se
transformó en política de Estado, que después trasladamos al Mercosur, con la
Cláusula Democrática, y a todos los ámbitos. Pero esos ámbitos han sido
pulverizados por los gobiernos de derecha. Ahora no se pueden aplicar esas
pautas porque han sido pulverizados los organismos como el Mercosur, la UNASUR,
la CELAC. No hay dónde aplicar y debatir la Cláusula Democrática.
Sr.
Presidente (Monzó).- Vaya redondeando, señor diputado.
Sr.
Moreau.- No quiero hacer una referencia de tipo
personal, señor presidente, pero frente a algunas intervenciones siento que he
fracasado en la docencia política. Solo me compensa saber que, si en este
debate estuviera Alfonsín sentado en una banca, seguramente hubiera hecho el
discurso más brillante y contundente para decir lisa y llanamente: “Este es un
golpe de Estado”. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra la señora diputada Ávila, por Tucumán.
Sra.
Ávila.- Señor presidente: en primer lugar, desde
esta banca del Partido por la Justicia Social, de la provincia de Tucumán,
quiero aclarar enfáticamente que repudio el golpe de Estado ocurrido en el
hermano país de Bolivia. Todos los que han hecho uso de la palabra, sin
distinción de banderías políticas, han hablado de la defensa de la democracia.
Lo
que está ocurriendo en Latinoamérica ‑en Chile, Honduras, Ecuador,
Venezuela, y ahora, en Bolivia‑ es una situación de una enorme
inestabilidad institucional. El golpe de Estado que se ha dado en Bolivia es una
alarma muy preocupante para todo nuestro continente.
Democracia
no es solamente elecciones a través del voto popular, sino que también es saber
respetar la alternancia de poder, la división de poderes, las constituciones y
las leyes nacionales.
Democracia
también es realizar elecciones transparentes y libres. El intento de
perpetuarse en el poder de la Presidencia, forjando la legalidad que le impedía
ser candidato, acabó con su gestión de la peor manera y generó un profundo
malestar social y político que hoy vemos minuto a minuto en las calles. Sin
dudas, el prolongado ejercicio del poder, desoyendo la propia voluntad popular,
desgasta. Obviamente, esto de ninguna manera es motivo para provocar un golpe
de Estado, pero sí explica por qué se llegó a esta situación.
Como
algunos han dicho aquí, es innegable el rol que tuvieron los militares en este
golpe de Estado. En 2003 lograron la renuncia del entonces presidente Gonzalo
Sánchez de Lozada, con una terrible represión contra civiles inocentes; en este
golpe sólo faltaba que asumieran en la primera magistratura, como sucedía en
las épocas más oscuras que vivió América Latina.
La
guerra civil tampoco es la salida; no es el camino. Me solidarizo con todos
nuestros hermanos bolivianos que han sido víctimas de este terrible golpe.
Señor
presidente: coincidiendo con lo que han dicho otros señores diputados, creo que
nosotros estamos acá para exhortar al pronto restablecimiento de las
instituciones democráticas y la concreción de elecciones libres, transparentes
y en un clima de paz. La crisis de
Bolivia debe ser solucionada por nuestros hermanos bolivianos sin ningún tipo
de interferencia o injerencia extranjera. Son ellos los que deben decidir; y,
por supuesto, deben regir los principios de no intervención y de independencia,
así como el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Nuestro
continente ha visto dar la vida a muchos hombres y mujeres que pelearon para
recuperar la libertad que tanto nos costó. No podemos bajar los brazos ni hacer
la vista gorda respecto de lo que está pasando en Bolivia.
Para
terminar, señor presidente, desde este recinto vuelvo a decir: no al golpe de
Estado, no a la perpetuidad en el poder; sí a la democracia. La democracia se
fortalece con más democracia.
Por
eso, voy a adherir al proyecto de resolución por el que repudiamos este golpe
que ha sufrido nuestro hermano país de Bolivia. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra el señor diputado Campos, por Buenos Aires.
Sr.
Campos.- Señor presidente: quiero poner el foco
en una mirada un poco distinta de la que estamos teniendo en esta discusión.
Lo
primero que quiero decir es que siento mucha pena, dolor y, hasta diría,
bronca, porque en Latinoamérica esto nos viene pasando desde hace muchas
décadas. En efecto, desde hace muchas décadas nos pasa que hay gobiernos que
caen por asonadas militares o lo que fuera, pero que tienen un vicio de fondo:
muchas veces, en su éxito, tienen la necesidad o el interés de perpetuarse en
el poder y caen en los vicios del personalismo.
Teníamos
una oportunidad muy grande como latinoamericanos, como argentinos y como
demócratas. Teníamos un gobierno indigenista de izquierda que estaba terminando
exitosamente su mandato, y al no producirse eso, siento que hoy todos somos más
pobres: somos más pobres porque perdemos la oportunidad de cerrar un ciclo
exitoso, como decía, de un mandato de izquierda en Latinoamérica que
incuestionablemente había mejorado varios índices.
Básicamente,
creo que tenemos que aprender de esto y no volver a caer en la trampa del
personalismo y del ansia de perpetuidad.
Para
no demorar más tiempo, cierro diciendo solamente que teníamos un gobierno
indigenista de izquierda que terminaba exitosamente su mandato y hoy tenemos un
problema. Ojalá que aprendamos esa diferencia y nunca más volvamos a caer en
esto en Latinoamérica. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra el señor diputado Contigiani, por Santa Fe.
Sr.
Contigiani.- Señor presidente: estos son momentos
donde uno tiene que hablar también para la historia, no solo para el presente,
y desde ese lugar trascendente quiero decir con toda mi fuerza que condeno el
golpe de Estado en Bolivia, que repudio y me duele haber visto imágenes de odio
racista, social y de clase, de patotas fascistas, casi nazis, yendo a buscar a
seres humanos a sus domicilios, quemando bibliotecas, poniendo en riesgo a
familiares de dirigentes políticos, que en todo caso defienden ideas en un
Estado democrático que se ha perdido.
Para
defender la democracia yo no necesito ningún justificativo, ni por derecha ni
por izquierda. Tal vez este es un error del proceso político de nuestra
Latinoamérica del presente: querer entrar en justificaciones por derecha y por
izquierda para defender la democracia o los procesos democráticos.
La
democracia debe estar fundada en un principio ético-humanista donde el hombre
es sagrado para el hombre y los pueblos son sagrados para los pueblos. No es un
concepto o una ideología lo que hace que la democracia sea esencialmente
defendible; es la dignidad de la persona humana y la dignidad de los pueblos;
es una ética humanista plasmada en las declaraciones y pactos internacionales,
en las constituciones nacionales, en los acuerdos, en los procedimientos
democráticos, en las reglas de juego democráticas. Ese es el punto que está por
encima de cualquier campo ideológico o justificación, y eso no está presente en
la querida república hermana de Bolivia.
Hay
organismos que han perdido legitimidad. Este es el problema que también tenemos
en Latinoamérica. Han perdido legitimidad porque hace diez años -algunos ya se
olvidaron‑ tuvimos un golpe de Estado en Honduras y la OEA miró para otro
lado. Quien habla también reclama democracia en Venezuela. Insisto: yo no
necesito justificativos por izquierda o por derecha; defiendo la democracia.
Así, reclamo democracia en Bolivia y repudio el golpe de Estado sin
justificativo alguno.
Pero
la OEA ha perdido legitimidad; es un instrumento sospechado en sí mismo,
claramente direccionado por intereses de la geopolítica global. Latinoamérica
necesita aislarse de la geopolítica mundial. Pongámosle nombre: más
Latinoamérica y menos Estados Unidos, más Latinoamérica y menos Rusia, más
Latinoamérica y menos China; más acuerdo; más unidad nacional; más unidad
latinoamericana. Resolvamos los problemas entre nosotros. La geopolítica
contaminó a la Organización de Estados Americanos. Entonces, no entro en ese
debate, que en todo caso ya no es neutro.
Para
finalizar, solo quiero decir que la democracia no está fundada en ninguna clase
o ideología. Toda democracia está fundada en el principio sagrado de la persona
humana integral, de su justicia, de su libertad, de su seguridad y de la vida. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- A efectos de que se convoque a los señores diputados al recinto,
la Presidencia informa a los presidentes de bloque que en aproximadamente cinco
minutos comenzarán los cierres.
Tiene
la palabra el señor diputado Goicoechea, por Chaco.
Sr.
Goicoechea.- Señor presidente: la Unión Cívica
Radical nace a la vida política de la Nación con su lucha contra el fraude.
Como integrante y afiliado a la Unión Cívica Radical, en uso transitorio de
esta banca, repudio enérgicamente el golpe de Estado a un presidente
legítimamente elegido, como Evo Morales, pero también, con igual energía,
repudio todo tipo de fraude electoral. Lamentablemente, ha habido una situación
irregular, que fue identificada por la OEA.
La
Constitución Nacional establece las garantías y los derechos de cada ciudadano
de la Nación. Yo creo que la birla de la Constitución Nacional, finalmente, es
la mayor irregularidad de todo este proceso. Decía Domingo Faustino Sarmiento
que la Constitución Nacional fue realizada no solo para dar libertad a los
pueblos, sino también para darles seguridad. La birla de la Constitución
Nacional nos trae a estos procesos políticos de zozobra, de inestabilidad y de
inseguridad.
Hoy
exhorto a los ciudadanos bolivianos que están en las calles, de un lado y del
otro, cada uno con sus razones, a que vuelvan a sus hogares. Porque la espuma
política bajará, al igual que la crisis política, pero las muertes no tienen
retorno. Seguramente, muchas familias podrán estar mutiladas, y una nación
vecina, hermana, teñida de sangre.
Que
el pueblo boliviano, sus autoridades políticas, y los partidos políticos
recuperen rápidamente el cauce constitucional e institucional y se pueda llamar
pronto a elecciones libres y transparentes, para finalmente respetar esa
soberanía popular que se da cuando se consagra a un presidente y también cuando
se lo elige.
Para
terminar, y como muy bien citaba el diputado Contigiani, quiero recordar las
palabras de don Hipólito Yrigoyen:
“Los pueblos son sagrados para los pueblos; los hombres son sagrados para los
hombres”.
Pido a cada boliviano que vuelva a su
casa. Así, el pueblo podrá autodeterminarse y recuperar rápidamente la paz
social y el destino que se merece. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra la señora diputada Moreau, por Buenos Aires.
Sra.
Moreau.- Señor presidente: Bolivia sufrió un
golpe de Estado tan clásico como repudiable, como aquellos que vimos tantas
veces durante el siglo XX en nuestro país y en la región. Se trata de un golpe
de Estado con todas las letras, aunque la Cancillería y el presidente Macri no
quieran reconocerlo.
Es
paradójico que habiendo estado toda la campaña diciendo que en la elección de
octubre se ponía en juego la continuidad democrática en la Argentina, unos días
después no vean la violación democrática y la ruptura del Estado de derecho
acontecida en un país hermano.
Ayer cuando escuchaba el “Sí, se pudo”
de los usurpadores de la democracia boliviana, me preguntaba si era un hecho
casual.
Estos días, cuando escuchaba
barbaridades de algunos funcionarios y dirigentes políticos, pensaba que en la
defensa de la democracia no se puede ser ambiguo. No debe haber ambigüedades,
porque la diferencia entre la democracia y la dictadura no es ni más ni menos
que la diferencia entre la vida y la muerte.
Una de las reglas básicas de
funcionamiento democrático es el control civil al que deben someterse las
fuerzas armadas y de seguridad. Eso implica, entre muchas otras cosas, que las
fuerzas que portan armas no deben plantear exigencias políticas, no deben
generar levantamientos armados, no deben promover la violencia en las calles,
no deben reprimir a los dirigentes políticos y a los movimientos sociales, no
deben rebelarse ni amenazar la conducción civil; muchísimo menos deben pedir la
renuncia del propio presidente de la Nación. Cualquier análisis que justifique
que las fuerzas armadas pueden liderar el destino de una Nación, no es más que
una canallada.
Llamar impasse al golpe de Estado es romper los valores democráticos que
nuestro pueblo anidó y que tanta sangre le costó. Nuestro país, cuyo consenso
democrático se forjó luego de la experiencia vivida durante la última dictadura
y que ha dado muestras claras de sostener la democracia como valor supremo, no
puede ni debe pronunciarse tibiamente alegando un supuesto vacío de poder. No
condenar el golpe en Bolivia y hablar de republicanismo, como lo hicieron
durante estos cuatro años, es cínico e hipócrita.
De este modo, demuestran que para
muchos el problema de fondo es que en definitiva no creen en la democracia.
Usaron la democracia y los mecanismos que ella les ofrece como artilugios para
imponer sus pretensiones elitistas, reaccionarias, de clase y hacer negocios.
El Congreso en su conjunto no puede
ser tibio; tiene que ser muy claro. No se trata de estar a favor o en contra de
Evo Morales. Eso no es lo que estamos discutiendo. Lo que está en juego es la
salud de las democracias de la región. Es verdad que no se puede tener una
doble vara. La condena al golpe también es la condena a todo lo posterior. Son
hechos que nada tienen que ver con la vida republicana. No sea cosa que mañana
nos levantemos con un comunicado de la Cancillería en el que se intente
reconocer a la senadora que se autoproclamó presidenta.
Actualmente, todos los derechos están
cercenados en Bolivia. Los grupos paramilitares de extrema derecha están
asolando las calles y cazando a las personas identificadas con un partido
político. Se trata de un revanchismo racista y persecutorio contra los miembros
de los pueblos indígenas y los sectores campesinos. Hay abuso y violencia
sexual contra las mujeres, especialmente las collas. También se reprime y
censura a los periodistas con el fin de cambiar la información sobre los hechos
acontecidos y se atemoriza a la población en cada momento.
Muchas veces vemos que se lucha a
favor de naciones más equitativas y justas. Los viejos intereses conservadores
a favor del poder y la riqueza en pocas manos, muchas veces, terminan en
situaciones como las vividas hoy en Bolivia. Ello no podemos permitirlo nunca
más.
Al compañero Evo Morales y el pueblo
boliviano le aseguramos que desde nuestro lugar no vamos a dejar de pelear para
garantizar que la democracia vuelva a estar vigente y llevar una solución
pacífica al hermano país.
Los pueblos latinoamericanos conocemos
el costo de la lucha y el sacrificio para recuperar la democracia. Valoramos y
destacamos que México marcó el rumbo sobre cómo se debe actuar en estas
circunstancias. Queremos que nuestro país siga ese camino y no se ponga del lado
de quienes brindan reconocimiento internacional a los dictadores.
Me enorgullece tener un presidente
electo como Alberto que dejó en claro que si se meten con Bolivia se meten con
todos, porque Bolivia es parte de la patria grande que plantearon San Martín y
Bolívar. No vamos a tolerar golpistas en nuestra región. No vamos a tolerar
impunidad para quienes pretendan usurpar el poder de manera ilegítima atentando
contra los pueblos soberanos. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Monzó).-
Tiene la palabra el señor diputado Kosiner, por Salta.
Sr. Kosiner.- Señor presidente: para analizar un golpe de Estado la tentación normal
es hacerlo desde el punto de vista de un análisis subjetivo.
Muchos discursos escuchados hoy tienen
que ver con ese análisis. Me refiero a si en Bolivia se hizo un golpe de
Estado, partiendo de vincular lo ocurrido con otros hechos, como ser el
referéndum, la elección o el recurso de Evo Morales ante el Tribunal de
Justicia. En realidad, en cualquier país del mundo el análisis de si hay un golpe
de Estado o no es claramente objetivo. No se discuten cuáles son los requisitos
para que haya un golpe de Estado.
Entonces, la primera pregunta que
tendríamos que respondernos es si en Bolivia existió la toma del poder político
de un modo repentino y violento por un grupo, vulnerando la legitimidad
institucional de un Estado.
En cualquier doctrina constitucional
que se pueda consultar, son estos los conceptos que definen si hay un golpe de
Estado o no.
Antes de comentar qué es lo que
personalmente pienso sobre lo sucedido en Bolivia, así como también nuestro
bloque, recurro a dos definiciones señaladas en estos días por personas que
están más vinculadas al oficialismo nacional que a la oposición. En ese
sentido, podría decirse que el apoyo a Evo Morales o a la definición de un
golpe de Estado tienen que ver con una posición coyuntural en la Argentina.
La primera mención que quiero hacer es
sobre la ex ministra de Relaciones Exteriores y excanciller de la República
Argentina, Susana Malcorra. Ella dice que lo ocurrido en Bolivia no es una
cuestión debatible. Y, como dije al inicio, si hay un golpe de Estado o no en
un país, eso tiene que ver con cuestiones objetivas y concretas, no con
subjetividades ni con mi análisis particular. Susana Malcorra plantea que
cuando hay una interrupción de un mandato constitucional que no proviene del
Congreso, sino que surge de una amenaza de las fuerzas armadas, no hay más que
discutir: es un golpe de Estado. Esto tiene que ver
con los aspectos objetivos del debate.
El
doctor Ricardo Gil Lavedra hace lo mismo cuando dice que hay una inaceptable
intervención de las fuerzas armadas que presionan al presidente y, por lo
tanto, una interrupción institucional, un golpe de Estado, por más que no hayan
tomado el poder.
No
es posible que en Argentina construyamos una grieta y que no nos pongamos de
acuerdo en si hay un golpe de Estado en Bolivia en función de la historia
latinoamericana. Esto es lo único que nos falta en Argentina: no somos capaces
de condenar la interrupción constitucional de un presidente, cualquiera sea la
ideología, de derecha, de izquierda o de centro. La defensa de la voluntad
popular y de la democracia, que tanto nos ha costado defender y conseguir, es
un patrimonio que no nos debería encontrar desde las diferencias.
Quiero
incorporar un tema del cual no se ha hablado. Creo que la renuncia de Evo
Morales es nula porque está viciada en su voluntad. Los profesionales del
derecho ‑hay varios aquí‑ conocen la teoría del consentimiento y
los vicios de la voluntad.
Les
pido que lean los artículos 478 y 479 del Código Civil boliviano que va en el
mismo sentido que el Código Civil Argentino. El artículo 478 dice así: “La
violencia debe ser de tal naturaleza que pueda impresionar a una persona
razonable y le haga temer exponerse o exponer sus bienes a un mal considerable
y presente. Se tendrá en cuenta la edad y la condición de las personas.”
Mientras
que el artículo 479 dice así: “La violencia invalida también el consentimiento
cuando la amenaza se refiere a la persona o bienes del cónyuge, los
descendientes o los ascendientes…”.
Traigo
estos artículos a colación, porque no es posible pensar que pueda aplicarse la
teoría de la línea sucesoria sobre un hecho que es nulo. ¿Quién puede creer que
voluntariamente el presidente de Bolivia dijo “renuncio” sin tener en cuenta la
sugerencia o amenaza que le hizo el titular de las fuerzas armadas de Bolivia?
¿Qué puede haber pensado al ver que se destruían las viviendas de los
funcionarios, que se amenazaban a las familias o que secuestraban a los
legisladores?
No
podemos asociar el reconocimiento de un golpe de Estado a la valorización
subjetiva y personal sobre el modelo económico que aplica Evo Morales –en
cuanto a si es mejor o peor-, al llamado a un referéndum, a la presentación del
recurso de Evo Morales ante el Tribunal, a lo acertado o no del fallo o a la
existencia del fraude. Por más grave que fuera la situación, el derecho público
interno de cada país establece los mecanismos y los remedios constitucionales o
judiciales para resolver esos conflictos.
Si
hubo fraude en las elecciones, lo definen los organismos establecidos para
ello; si el informe de la OEA es válido, lo deben resolver las instituciones
bolivianas; si el tribunal constitucional de Bolivia autorizó bien o mal a Evo
Morales a presentarse nuevamente, lo deben establecer las mismas instituciones
bolivianas. No podemos condicionar el pronunciamiento sobre el golpe de Estado
en Bolivia a las valorizaciones subjetivas que haga cada uno sobre el contexto
del régimen del gobierno o del accionar de un gobierno determinado.
Para
terminar, queremos decir que en Bolivia hubo un golpe de Estado y que quien
sufre ante esta situación ‑sea de quien venga‑ es el pueblo de cada
uno de los países. Hoy es el pueblo boliviano el que sufre.
Quiero
retomar lo que dijo la diputada Moisés sobre el golpe de Estado. Los que
vivimos en las provincias fronterizas sabemos qué atrás de este golpe de Estado
hay, además, estigmatización, división de la sociedad, vulneraciones de
derechos e intento de retroceder a una organización de la sociedad donde
determinados sectores tenían privilegios y otros no podían ingresar a los
espacios de poder.
Este
golpe de Estado en Bolivia es mucho más que la ruptura de una orden constitucional;
es la reinstalación o la pretensión de reinstalar un viejo régimen de
discriminación, de postergaciones y de distribución injusta de la riqueza en
una sociedad. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra el señor diputado Rossi, por Santa Fe.
Sr.
Rossi.- Señor presidente: no conozco cómo será el
resultado de la votación, pero, como he seguido atentamente esta sesión, puedo
decir que no encontré ningún discurso de los diferentes diputados que hicieron
uso de la palabra ‑ya sea del oficialismo como de la oposición‑ que
no haya condenado el golpe de Estado en Bolivia.
Independientemente
de que por situaciones que a mí no me corresponde analizar, quizás la votación
no sea por unanimidad y quiero que quede asentado en la versión taquigráfica
que el espíritu que surge de parte de todos los diputados que hicieron uso de
la palabra es que lo que ocurrió en Bolivia fue un golpe de Estado. Esto surgió
en forma unánime de parte de todos los diputados que se expresaron en esta sesión.
Ese
es un elemento que me complace –no sé si esto importa mucho, y no quise decir
que me enorgullece, porque suena grandilocuente‑, pero la realidad es que
lo que sucedió en Bolivia es un hecho trágico, porque hace treinta o cuarenta
años que nosotros creíamos que en América Latina habíamos encontrado una forma
de resolver nuestras diferencias como sociedad, las diferencias políticas, las
diferencias ideológicas, las diferencias por intereses económicos, las
cuestiones religiosas y las de dominio geográfico. Todos creíamos ‑de
hecho así sucedió‑ que la democracia era ese lugar en donde
metabolizábamos las diferencias y donde se las cristalizaba y definían.
El
domingo a la tarde un señor vestido de uniforme condenó al gobierno de Evo
Morales, lo que significó traspasar esa valla y esa barrera infranqueable que
era para todos nosotros la democracia. Franquearon esa barrera infranqueable,
valga la redundancia.
Lo
hicieron de tal manera que quizás haya algunas consideraciones que vale tener
en cuenta. Lo que está claro, además, ‑quizás no lo queremos decir, pero
es bueno también hacerlo‑ es que esto no sucedió porque sí. Está
empezando a aparecer en los distintos países de América Latina un nuevo actor
político, que son las fuerzas armadas, y Bolsonaro tiene mucha culpa en ello.
El conflicto entre el Congreso y el presidente del Perú lo resolvieron las
fuerzas armadas.
Además,
el problema en Chile y en Bolivia es otra cosa que debemos considerar. Las que
salieron a reprimir fueron las fuerzas de seguridad. Los que se ensucian, los
que en algún momento van a tener que dar cuenta por las violaciones de los
derechos humanos son el personal de las fuerzas de seguridad, porque las
fuerzas armadas se ocupan en otro lugar. Es más; cuando Sebastián Piñera dijo que
estaban en guerra, el jefe del Ejército de Chile manifestó que él no estaba en
guerra con nadie.
El
jefe del Ejército de Bolivia aparece solamente en el momento de dar la estocada
final. Luego de que el presidente Evo Morales comunica que va a convocar
nuevamente a elecciones y que acepta la recomendación de la Organización de los
Estados Americanos, aparece un señor vestido de uniforme para decirle que su
gobierno había terminado y que no importaba si había sido votado por equis cantidad
de personas en el libre ejercicio del sufragio. ¿Por qué terminaba? Porque lo
decidía él. Esto es un golpe de Estado: cuando alguien se arroga la voluntad
popular, es decir, cuando decide por sobre la voluntad del pueblo.
La
situación donde esa señora senadora, vicepresidenta 2ª del Senado, asume la
presidencia, es un mamarracho tal –no quiero tener conflictos con nadie, pero
me parece importante decirlo‑ que ni el canciller Faurie se animó a
reconocerla. Esto ocurre porque en Bolivia el poder es ejercido por el jefe del
Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas; entonces, han buscado a alguien
para tratar de devolver algún marco de legalidad –entre comillas‑ a la
situación y encabezar el período de transición hasta las nuevas elecciones.
Claramente, a la comunidad internacional le resulta muy difícil aceptar a un
jefe de las fuerzas armadas como presidente provisional.
He
escuchado que a algunos no les parecieron necesarias las declaraciones del
presidente electo a raíz de las manifestaciones del presidente Donald Trump.
Creo que fueron absolutamente atinadas, porque no es que no condenó el golpe de
Estado perpetrado en Bolivia; felicitó a las fuerzas armadas por haberlo
llevado adelante.
Es
desde ese mismo lugar que se alienta que las fuerzas armadas vuelvan a tener
cierto nivel de autonomía y protagonismo, cuando año tras año en nuestro país,
con distintos gobiernos, el esfuerzo de la democracia fue dando una conducción
civil a la defensa.
Las
fuerzas armadas no están para definir la política de defensa de un país; están
para adiestrar y formar un instrumento militar. Ahora bien, el uso de ese
instrumento militar no es definido por el jefe del Estado Mayor Conjunto, sino
por el presidente de la Nación como comandante en jefe de las fuerzas armadas.
Esto es justamente lo que se ha violado, y los Estados Unidos tienen mucho que
ver.
Cuando
yo era ministro de Defensa, todavía existía la UNASUR. Junto con los demás
ministros de Defensa de la región formábamos el Consejo de Defensa
Suramericano. Participábamos todos; desde el ministro de Colombia –creo que su
nombre era Pinzón y después llegó a ser embajador en los Estados Unidos‑
hasta la ministra de Venezuela de ese entonces. Era un instrumento tendiente a
balancear lo que existe hoy: la Junta Interamericana de Defensa –JID‑, de
la que participan todos los jefes de las fuerzas armadas del continente y el
Comando Sur. No participan los presidentes ni las presidentas que han surgido
de elecciones democráticas y tampoco sus ministros de Defensa, en quienes
delegan esa responsabilidad. Claramente, no es lo mismo que de un órgano
participen los ministros de Defensa que los jefes de las fuerzas armadas y el
Comando Sur, que es la expresión del Pentágono para Suramérica que intenta
sostener todas las políticas que los Estados Unidos tienen para el continente.
Ahora
bien, las políticas que los Estados Unidos tienen para América del Sur las
vemos claramente en las declaraciones del presidente Trump. De todas maneras,
no todo es tan lineal, ya que ha habido expresiones contrarias de dirigentes
demócratas. Sabemos que es así, ya que durante la dictadura tuvimos a Reagan y
a Carter. Las acciones fueron distintas; no es todo lo mismo lo que pasa en los
Estados Unidos.
Está
sentada en una de estas bancas una compañera nuestra: la señora diputada Nilda
Garré, quien fue autora de un proyecto que proponía crear la Escuela
Suramericana de Defensa, con sede en Quito. Tenía un objetivo: lograr una
doctrina de defensa autónoma de todos los países de América del Sur, en contraposición
con el Colegio de las Américas. Es más; no le pusimos “colegio” para que se
diferenciase de aquél. Cuando tumbaron la estatua de Néstor Kirchner en la sede
de la UNASUR, también estaban tumbando eso. No son solamente símbolos; son
políticas.
Hoy,
con esta unanimidad discursiva, aunque no haya unanimidad en el voto, no solo
estamos hablando a nuestros hermanos bolivianos y condenando lo que pasó, sino
que, sobre todo, estamos diciendo a toda América Latina –incluso a nuestro país‑
que no queremos vivir interrupciones de procesos democráticos en ningún lugar
del continente. (Aplausos.)
Queremos
vivir en una democracia donde las fuerzas armadas estén subordinadas a un poder
civil legalmente constituido a partir de elecciones. Cada uno cumple un rol, y
si alguien quiere ser presidente debe constituir un partido y presentarse en
los comicios. No olvidemos que nuestra democracia está basada en un sistema de
partidos. Además, no deben tomarse instituciones que mantenemos todos ‑fuerzas
armadas y de seguridad‑ para ir detrás de objetivos mezquinos que nada
tienen que ver con los que persigue el conjunto de la sociedad.
Evo
Morales no hubiese caído de no existir aquella conferencia de prensa en la que
el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas pidió su renuncia.
Asimismo, las fuerzas armadas del continente no tendrían el nivel de autonomía
que detentan –menos en la Argentina, hasta ahora‑ si el presidente Trump
no hubiese dado el impulso que dio a determinadas políticas y si no tuviésemos
a Bolsonaro, gran impulsor también.
Pedimos
que se realice esta sesión especial con una convicción. Sabemos, como dijo
Alberto Fernández, que son días aciagos, porque nadie puede sentirse contento
al ver lo que está ocurriendo en Bolivia. Hacía tiempo que no veíamos acciones
de fascismo explícito: persecución de dirigentes, intrusión en sus domicilios
particulares, escarnios públicos, justicia por mano propia y hordas detrás de
dirigentes que defendían una idea, un valor y un liderazgo en forma pacífica.
Sabemos
que podrán poner muchas barreras y generarse muchas dificultades. No será ésta
la primera ni la última que sufra América Latina. El señor diputado Leopoldo
Moreau recordaba hace instantes los sucesos de Semana Santa, entre otros. En
verdad, es necesario pedir a algunos funcionarios que lean un poquito de
historia. La historia argentina está aquí a la vuelta. Cuando derrocaron a
Frondizi, lo mandaron preso a la isla Martín García. ¿Eso fue o no un golpe?
Como azules y colorados estaban peleados, no pudieron ponerse de acuerdo en
cabeza de un general para que asumiese la presidencia de la República;
entonces, asumió Guido, senador por Río Negro –aclaro que no hay alusión
personal alguna‑, y completó el mandato de Frondizi.
Más
cerca en la historia tenemos lo que sucedió en el vecino país Uruguay con
Bordaberry: hubo un golpe de Estado, quedó Bordaberry como presidente; después
se cansaron de Bordaberry y lo sacaron también.
Entonces,
los golpes de Estado se producen cuando alguien se arroga la voluntad popular,
cuando alguien cree que nos representa en nombre de todos -y no, no nos
representa en nombre de todos-, cuando alguien cree que está destinado para
otra cosa. No están destinados para opinar de política ni para definir políticas;
están destinados para hacer lo que la Constitución de Bolivia indica para las
fuerzas armadas, no para hacer otra cosa. No hay ninguna situación que los
exceptúe de cumplir con esa ley.
Además,
la mayoría de las fuerzas armadas tienen una suerte de juramento hipocrático:
defender la patria hasta dar la vida. Eso es lo que tienen que hacer, esa es la
obligación. Todos los ciudadanos argentinos pagamos su formación, pagamos su
carrera militar con los impuestos, para que hagan lo que tienen que hacer, como
también pagamos a las fuerzas de seguridad para que nos defiendan y nos den
seguridad a todos.
Entonces,
las cosas hay que decirlas por su nombre. Y yo celebro, como dije recién, que
todos los diputados que hicieron uso de la palabra dijeran “golpe de Estado en
Bolivia”
Quiero
terminar, señor presidente, leyendo una cita de Eduardo Galeano, que siempre
ilumina en estos momentos. Decía Galeano: “En la historia de los hombres cada
acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de
creación”. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó).- Tiene la palabra el señor diputado Negri, por Córdoba.
Sr.
Negri.- Señor presidente: nosotros hemos pedido
–y se ha habilitado con los dos tercios- el ingreso de otra iniciativa al
pedido de sesión especial que existía precedentemente, en el mismo sentido de
repudio a lo sucedido en Bolivia, a la interrupción institucional, y obviamente
condenando cualquier tipo de golpe de Estado, más allá del color político que
cualquiera tenga.
Quiero
hablar con absoluto respeto y madurez. No tenemos una diferencia respecto al
valor de la democracia, o quizás con algunos sí. Pero esa noche, cuando yo vi
esos hechos, puse en un tuit –y lo ratifico- que “repudio toda intromisión
militar en la vida política de Bolivia, ya que esto es solamente compatible con
un golpe de Estado”. Esto es obvio.
Pero
el problema no es una discusión solo sobre la semántica, sino analizar un
proceso que viene viviendo la región y del cual desgraciadamente no escapó
ahora la vida de los hermanos bolivianos.
No
me quiero demorar con la historia. Allá en 1983 la Argentina era una isla
democrática en medio de un océano de dictaduras llenas de contradicciones. La
obsesión del presidente Alfonsín era que, para que hubiera democracia en la
Argentina, debía haber democracia en todos los países de la región, si es que
quisiéramos estar tranquilos. Para ello trabajó denodadamente, en silencio,
yendo personalmente a Chile, facilitando que vuelvan a la Argentina los
exiliados en Uruguay, hablando con el propio Fidel Castro para que el Frente
Manuel Rodríguez -que era violento- no hiciera el juego a la continuidad de
Pinochet. Fue un trabajo esforzado de años, porque había certeza de que, si en
la región no había democracia, la nuestra iba a tener mayor fragilidad, a pesar
de haberla recuperado.
Lo
cierto es que hoy la región está llena de incertidumbres, de distintos tipos,
con diferentes orígenes: incertidumbre en Ecuador, incertidumbre en Venezuela,
incertidumbre en Chile, incertidumbre en Perú, y así podría nombrar otros
países más de la región. Quizá todavía acá nos quedó este pequeño recato que
hicimos hoy, que es un acto que va a significar una transición, sin
dramatización, del reconocimiento electoral. Pero si no recuperamos el concepto
integral de democracia en la región, nadie puede predecir qué podría pasar en
el futuro.
Lo
digo con el mayor de los respetos. Por supuesto que condenamos, con palabras
más o menos, absolutamente lo que pasó en Bolivia. No es posible que ningún
general ni comisario se pare delante de un presidente a decirle si se va o se
queda.
Coincido
con el diputado preopinante que, no en las dimensiones que conocimos nosotros
antes, las fuerzas armadas recobran ese protagonismo. Pero tenemos que ver la
película completa. En Venezuela hay un problema serio, y hay informes de
Naciones Unidas, a los que invocó –no lo digo peyorativamente ni como chicana-
aun el presidente electo, que señalan que allí se ha producido una degradación
de la democracia, pero las fuerzas armadas sostienen al gobierno.
En
Bolivia, con una crisis política que iba acumulando distintos factores, y que
no justifican lo que sucedió, las fuerzas armadas, en vez de pararse al lado a
detener el desorden, no pueden decir que la policía sola puede sacar a un gobierno.
Lo digo con respeto. Me llamó la atención -porque condeno brutalmente- que el
presidente renunciado -tal vez de buena fe, cuando dijo por qué lo hacía- haya
hecho responsable -y quizá con razón- a la oposición -y a uno fundamentalmente-,
a la policía y, únicamente en un tuit muy breve, a las fuerzas armadas. Sin
embargo, nosotros debemos ser más fuertes que cualquiera en la condena de un
intento de quebranto institucional.
No
sé cómo será eso, no conozco a qué obedecerá. Los militares que dijeron que
debía dejar el gobierno no dijeron más nada. Algunos dicen que uno de ellos
debería ser el presidente. No sé, cosas de la “popu”.
Es
más grave lo que está pasando. Lo repudiamos y en la región debemos actuar para
salvar vidas. Debemos actuar por los muertos, por la situación social, por las
persecuciones, por lo que no podemos admitir, pensemos como pensemos. Eso está
absolutamente claro y coincidimos.
Pero
sí tenemos una diferencia en nuestro proyecto respecto de los otros
presentados, y es porque debemos mirar una película completa. Para nosotros,
para mi partido –y creo que para cualquiera que sea demócrata-, hay tres
requisitos indispensables que miden la calidad y el valor de la democracia:
primero, soberanía popular; en segundo lugar, institucionalidad plena, con
respeto al funcionamiento de los poderes, y tercero, elecciones libres, sin
trampa y sin fraude, porque esto último también deslegitima la democracia.
Entonces, lo digo con mucho respeto, lamento que no podamos arribar a una misma
expresión.
Yo
creo que también en los últimos años, en la región, a raíz del crecimiento de
la economía –y en buena hora‑, en algunos países, no en
todos, se generó la expectativa de que el crecimiento económico justificaba no
dejar nunca el gobierno. Son cosas absolutamente distintas y uno se puede ir
con los mejores aplausos por el crecimiento de la economía. Pero en la
democracia hay una ley que es de fuego, y ésta es la alternancia en el poder.
Ahí
estamos frente a una discusión que ustedes no quieren abordar. Una sola persona
dijo, de paso: “Bueno, sí, hubo fraude, pero se iba a corregir llamando después
a elecciones”.
Con
todo lo que significó el advenimiento de Evo Morales en Bolivia para la vida
indígena y con el progreso económico de los primeros años, se tentó por la gula
de poder. Esto no justifica lo que pasó, pero también hay que decirlo si
queremos escribir la historia para que no se repita y para que se cumplan esos
tres principios de la democracia.
La
primera vez vino con la reforma constitucional, después, con la reelección y,
por último, con el referéndum, que salió mal y fue a un tribunal que él
constituyó. Este declaró que era un derecho humano universal seguir siendo
presidente toda la vida.
Eso
también fue sumando a la convulsión del conflicto político que se desarrollaba
en el país. Reitero que esto no justifica de ninguna manera el quebrantamiento
institucional, pero hay que ponerlo en su dimensión y no hay que tener miedo a
decirlo. De lo contrario, se puede repetir en otras partes, y no se trata de un
problema de ideología o de poder político.
Así fue
como no se aceptó el resultado del referéndum. Después, como en la elección
estaba el ballotage dando vueltas, no como acá, se apagó la luz seguidora. Se
pidió la veeduría a la OEA, y esta demostró que había irregularidades y que,
por lo tanto, había que convocar de nuevo a elecciones.
Entonces,
la película desgraciadamente terminó con un hecho que es condenable, y hay que
volver a la institucionalidad, con elecciones limpias, transparentes y con
veedores internacionales. La región debe acompañar en tanto y en cuanto en
Ushuaia se firmó el estatuto del Mercosur.
No se
puede tener dos varas. Para sostener la democracia hay una sola vara, me guste
o no me guste (Aplausos.), y esta
significa institucionalidad, soberanía popular y, fundamentalmente, que no
tengamos ese pecado de gula de poder que termina deteriorando, inclusive, lo
bueno que se ha hecho.
Lamento
que no se haya podido congeniar un documento que contenga lo que a nuestro
criterio es parte de un proceso, de una película, que ojalá no se siga
repitiendo con incertidumbre en la región. Anoche el embajador argentino en
Chile tuvo que salir de su casa; y estamos frente a otro problema sobre el cual
no me quiero demorar, que abarca a toda la política. Ustedes van a ser gobierno
ahora.
En
Europa, como efecto de la desigualdad y los problemas globales, aún hoy a veces
un partido de derecha encauza el conflicto y va al gobierno, aunque no nos
guste, pero en la región no se están encauzando los conflictos
institucionalmente, se está yendo a la calle; ni siquiera se encauzan por el
voto, y de esto hay que tener una lectura política seria y profunda, la cual
estamos dispuestos a compartir, porque es un problema que tenemos encima y no
se lo puede ignorar.
Como
hay proyectos presentados por distintos bloques, que tienen números diferentes,
y atento a que no pudimos congeniar un único documento que nos exprese,
solicito que se vayan votando de acuerdo con cómo fueron habilitados.
Posiblemente el nuestro pierda, no importa. Expresamos una idea, y como dijo el
señor diputado Rossi, obviamente condenamos cualquier interrupción
institucional y queremos que esta situación se normalice con elecciones limpias
lo más rápido posible.
No
apelemos a una discusión de interpretación reglamentaria porque a nosotros eso
no nos asusta. Nuestra vida está jugada por la democracia. Es más, la historia
en algún momento va a decir si la mayoría de los últimos gobiernos que no
pudieron terminar eran malos o tuvieron que dejar el poder porque alguien los
empujó, como dijo una persona que condujo durante muchos años el Frente para la
Victoria, independientemente de si era bueno o malo. Algún día se va a saber.
No queremos repetir eso.
Queremos
que en libertad cada uno vote la expresión de cómo ve esta realidad, partiendo
de la base de que sin democracia o con democracia devaluada no hay futuro, hay
anarquía, caos y, posiblemente, muerte. Esto ya lo vivimos y no queremos volver
a vivirlo. (Aplausos.)
Sr. Presidente (Monzó).- De acuerdo con las palabras
expresadas por el presidente del Bloque Cambiemos, se va a someter al pleno de
la Cámara, como si fuera una moción, la posibilidad de votar todos los
expedientes.
Se va a
votar la moción de votar todos los expedientes ingresados por Secretaría.
- Resulta negativa.
Sr. Presidente (Monzó).-
En consecuencia, se va a votar el proyecto consensuado por el bloque del Frente
para la Victoria.
Sr. Negri.- Pido la palabra, señor presidente.
Sr. Presidente (Monzó).-
Tiene la palabra el señor diputado Negri, por Córdoba.
Está sonando su teléfono, señor
diputado Negri.
Sr. Negri.- Sí, ya lo silencio. Lo estaban llamando a usted. Le pasó al presidente una vez…
Sr. Presidente (Monzó).-
No tengo miedo, pásemelo. (Risas.)
Sr. Negri.- Se lo alcanzo.
Pero lo estaban llamando del bloque de enfrente.
Sr. Presidente (Monzó).-
También lo atiendo. (Risas.)
Sr. Negri.- Señor presidente: esta no es una cuestión de
apretar el dedo para votar mecánicamente. Yo apelo a la generosidad –si lo
quieren llamar de esa manera‑ de espíritu democrático de ustedes y que
llegado el momento voten en contra, en todo caso, el proyecto que a nosotros
nos corresponde, como también los presentados por otros bloques. Es un proyecto
de declaración, no estamos frente a un proyecto de ley. Esto lo solicito atento
a que nosotros no podemos acompañar in
totum el proyecto del bloque del Frente para la Victoria.
Sr. Presidente (Monzó).-
Se va a votar el proyecto consensuado por el bloque del Frente para la
Victoria.
- Resulta afirmativa. (Aplausos.)
Sr.
Presidente (Monzó). – Queda sancionado el
proyecto de resolución.
Se
harán las comunicaciones pertinentes.
Sr. Presidente (Monzó).-
Tiene la palabra el señor diputado Negri, por Córdoba.
Sr. Negri.- Señor presidente: quiero que quede constancia
de que, atento al impedimento de la mayoría, nosotros nos hemos abstenido; lo
digo nada más que a los efectos del registro del resultado de la votación.
También quiero que quede constancia de
que estamos en presencia del acto antidemocrático más importante, después de haber invocado la democracia durante diez horas.
-
Varios señores diputados
hablan a la vez.
Sr. Presidente (Monzó).-
La Presidencia solicita el asentimiento de la
Honorable Cámara para autorizar las inserciones solicitadas por los señores
diputados.
-
Asentimiento.
Sr. Presidente (Monzó).-
Quedan autorizadas las inserciones solicitadas.
Habiéndose cumplimentado el objeto de
esta convocatoria, queda levantada la sesión especial.
-
Es la hora 21 y 07.